La reflexión de Ícaro
Me está dando la impresión que disfrutar la vida en estos días es algo que se nos presenta un tanto esquivo. Da igual la actividad a la que me dirija siempre parece que voy corriendo, ¿será cosa mía o es algo que vivimos socialmente todos?.
Sopesamos aquí el ritmo actual con el que estamos acostumbrados a vivir, si se nos hace saludable o por el contrario, es la causa de problemas físicos y sobre todo mentales
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Una vez un miembro de la tribu cherokee se presentó furioso ante su jefe para informarle que estaba decidido a tomar venganza de un enemigo que lo había ofendido gravemente.
¡Quería ir inmediatamente y matarlo sin piedad!
El jefe lo escuchó atentamente y luego le propuso que fuera a hacer lo que tenía pensado, pero antes de hacerlo llenara su pipa de tabaco y la fumara con calma al pie del árbol sagrado del pueblo.
El hombre cargó su pipa y fue a sentarse bajo la copa del gran árbol.
Tardó una hora en terminar la pipa. Luego sacudió las cenizas y decidió volver a hablar con el jefe para decirle que lo había pensado mejor, que era excesivo matar a su enemigo pero que si le daría una paliza memorable para que nunca se olvidara de la ofensa.
Nuevamente el anciano lo escuchó y aprobó su decisión, pero le ordenó que ya que había cambiado de parecer, llenara otra vez la pipa y fuera a fumarla al mismo lugar.
También esta vez el hombre cumplió su encargo y gastó media hora meditando.
Después regresó a donde estaba el cacique y le dijo que consideraba excesivo castigar físicamente a su enemigo, pero que iría a echarle en cara su mala acción y le haría pasar vergüenza delante de todos.
Como siempre, fue escuchado con bondad pero el anciano volvió a ordenarle que repitiera su meditación como lo había hecho las veces anteriores.
El hombre medio molesto pero ya mucho más sereno se dirigió al árbol centenario y allí sentado fue convirtiendo en humo, su tabaco y su bronca.
Cuando terminó, volvió al jefe y le dijo: “Pensándolo mejor veo que la cosa no es para tanto. Iré donde me espera mi agresor para darle un abrazo. Así recuperaré un amigo que seguramente se arrepentirá de lo que ha hecho”.
El jefe le regaló dos cargas de tabaco para que fueran a fumar juntos al pie del árbol, diciéndole:
“Eso es precisamente lo que tenía que pedirte, pero no podía decírtelo yo; era necesario darte tiempo para que lo descubrieras tu mismo”.
Que peligrosa es la cultura de la inmediatez, del quererlo todo ya, del correr antes de andar. Se nos olvida no olvidar, el gusto por el detalle y el tremendo placer de saborear las cosas. Eso también es pobreza
(Davile Matellan)
Casi siempre el tiempo nos ahoga, el tiempo nos presiona, el tiempo nos vuela, el tiempo nos falta y nosotros olvidando esto celebramos con champan y confeti su paso de año en año en el festín de nochevieja. No con menos honores festejamos el tiempo pasar por nuestra vida celebrando cumpleaños o aniversarios, y yo me pregunto: ¿cómo hará el tiempo para ser tan adorado siendo tantas veces cruel?, o seremos nosotros, un tanto ignorantes, que le estamos dando más valor del que tiene.
(Icaro Dedaloson)