– Maestro, ¿qué debo hacer para no quedarme molesto? Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro con aquellas que calumnian.
– ¡Pues, vive como las flores! Advirtió el maestro.
– Y ¿cómo es vivir como las flores? Preguntó el discípulo.
– Pon atención a esas flores -continuo el maestro, señalando unos lirios que crecían en el jardín. Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas.
Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos.
Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden.
Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos.
Y si no son suyos, no hay motivo para molestarse .
Ejercita pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera.
Esto, es vivir como las flores.
ALÉGRATE DE HABER NACIDO FLOR
La flor no nace para ser hermosa, nace para ser flor.
Su belleza requiere de que quien la mire, tenga la capacidad para descubrirla.
Podrán pasar a su lado cientos, miles; algunos ni siquiera se percatarán de su existencia, otros no encontrarán en ella nada singular que la haga resaltar del paisaje que la contiene. Habrá quienes pensarán que sólo es una flor más.
Aún, tal vez aparezcan los que le dedicarán un par de miradas atraídos por sus colores y seguirán su camino; pero en algún momento aparecerá quien no la considere una flor más, tenga todo el tiempo necesario para deleitarse observándola en cada milímetro, descubra nuevas sensaciones al acariciar suavemente sus pétalos, y no siga de largo, sino que decida que es una flor demasiado hermosa para no conservarla.
Así con profundo cuidado y amor, cavará en torno de su raíz y poniendo todo su cariño y atención, la llevará a su propio jardín donde en cada momento pueda tenerla cerca para quererla, apreciarla, y dejarse cautivar y amar por ella.
Sin embargo, nadie le pidió que cambiase su color, su forma, o su aroma; ella nació flor. Así también, tu vida puede ser como esa flor.
Tal vez pasen cientos o miles a tu lado sin percatarse de tus valores, de tus sentimientos, o de tu propia existencia.
Hasta que alguien con la capacidad interior necesaria te descubrirá en medio del mundo, posará en ti sus ojos, y te hará parte de su mundo sin que para ello debas cambiar o mostrarte en forma distinta.
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