Es la necesidad interior de obtener la iluminación (budeidad) para servir de beneficio a todos los seres sintientes que están atrapados en la existencia cíclica del samsara y no han alcanzado la budeidad.
La bodhicitta puede definirse como la Unión de la Compasión y la Sabiduría. Así, el término bodhicita en su sentido más completo implicaría:
- Una compasión ilimitada y espontánea por todos los seres sintientes y
- La desaparición de la ilusión de una existencia propia, yo o ego.
Para todos los seguidores del Mahayana, la bodhicitta es el principal punto en su práctica. Por tanto, aunque el Buda enseñó 84000 prácticas, nosotros como seguidores del Mahayana, deberíamos de hacer que nuestro principal interés fuera el cultivo de la bodhicitta, el espíritu de la iluminación del Bodhisattva, la mente de la visión de la igualdad, el amor, la compasión, y la empatía, que busca la perfecta omnisciencia para el beneficio de los seres vivos. El progreso en todas las demás prácticas del Mahayana, depende del avance en el cultivo de la bodhicitta.
En la bodhicitta convencional existe un entrenamiento en las seis prácticas de la paciencia, amor, compasión, etc, y también existe un entrenamiento en la bodhicitta última que es el entrenamiento en la sabiduría de la vacuidad, que realiza la naturaleza más profunda y esencial de la mente, del cuerpo y del mundo que nos rodea.
Cuando realizamos la bodhicitta última, logramos finalmente la liberación del mundo imperfecto del sufrimiento y la confusión. Llegamos a ser un Arya, un Gran Ser, un ser transcendente que está liberado de las garras del samsara.
Cuando esto es obtenido sobre la base del entrenamiento en la bodhicitta convencional, vamos a realizar la Omnisciencia, y los Poderes completos del cuerpo, habla, y mente de un Buda. Esto proporciona la habilidad de completar el espíritu del Bodhisattva, manifestándose en el mundo de la forma más efectiva para beneficio de todos los seres sintientes, al mismo tiempo que seguimos manteniendo completamente nuestras habilidades de permanecer en la absorción meditativa de la visión de la verdad última. Por tanto, la bodhicitta es el método más precioso; y uno debería de hacer todos los esfuerzos para realizarla, en sus dos aspectos de bodhicitta convencional y última.
Todos queremos ver lo qué es lo que hay de “tejas para arriba”, todos queremos tocar las grandes realidades del Ser, pero eso solamente es posible mediante la Iluminación. Se nos ha dicho, en Ciencia Esotérica Oriental, que antes de que nazca en nosotros el Bodhisattva, debe nacer el Bodhicitta. Es decir, que necesitamos despertar la Conciencia primero que todo. Una Conciencia dormida, una Conciencia hipnotizada no puede saber nada de Dios, ni de lo Real, ni de la Verdad, ni de Eso que está más allá de la muerte. Una Conciencia dormida lo único que puede, es vivir en virtud de su propio condicionamiento. Necesitamos despertar, saber qué es lo que hay más allá de la muerte, saber qué es lo que existe realmente en el Umbral del Misterio. Desgraciadamente, las gentes continúan con la Conciencia dormida. En el Mundo Oriental se dice que “cuando la Conciencia despierta, ésta se transforma en el Bodhicitta”.
Obviamente, éste, en sí mismo, significa múltiples Poderes Cósmicos… Sí, se habla de Facultades Trascendentales, pero éstas sólo surgen en nosotros cuando la Conciencia despierta. El Oro Espiritual del Bodhicitta es grandioso, sublime, terriblemente Divino… Necesitamos nosotros, en verdad, del ORO DE LA CONCIENCIA DESPIERTA; sólo así podremos llegar a experimentar lo Real, Eso que no es del Tiempo… Hay dos aspectos muy importantes en la vida, mis queridos amigos: El uno es este mundo doloroso en que vivimos, o sea, el MUNDO DE LA RELATIVIDAD, y el otro, es el VACÍO ILUMINADOR. Obviamente, el Vacío Iluminador está más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente. Nosotros vivimos, en el Mundo de la Relatividad; aquí, donde todo se procesa en virtud de los opuestos: Bien y mal, alegría y dolor, victoria y derrota, etc., etc., etc.
En este mundo del dualismo conceptual, todo es amargura: Nacer es dolor, vivir es dolor; dolor es la vejez y hasta en la muerte hay dolor. Nosotros necesitamos liberarnos del mundo del dolor; necesitamos dar el GRAN SALTO para caer en el Vacío Iluminador, más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente…
Nosotros necesitamos adquirir la verdadera LIBERTAD DEL SER, hasta lograr la dicha a la que tenemos derecho, conseguir la FELICIDAD AUTÉNTICA DEL SER; salir de esta cárcel del dolor en que nos encontramos; abandonar este océano de las amarguras, mas esto solamente es posible mediante el Gran Salto, cayendo en el Vacío Iluminador. Hay Religiones en el mundo que nos ofrecen muchas formas de santificación. Yo quiero decirles a ustedes que en el Vacío Iluminador no hay Santos, que está más allá de la santidad. Los Santos son grandiosos, pero ellos nacen “por sus méritos” en algunos Cielos inefables y después vuelven a nacer en esta Tierra de dolor.
Debemos libertarnos de los Cielos y de la Tierra; ¡queremos la Verdad y nada más que la Verdad, cueste lo que cueste! Ésta no nos las pueden ofrecer las Escuelas Espiritualistas, ni las Sectas, ni las Religiones, ni tampoco las Escuelas de tipo Materialista, ni el Marxismo-Leninismo, ni su Dialéctica. Porque, repito, Espiritualismo y Materialismo no son más que los dos Polos de la Substancia Universal Homogénea que originalmente está depositada entre el Caos.
El Vacío Iluminador, en el fondo, no es más que la antesala de la GRAN REALIDAD, de la TALIDAD. Necesitamos en verdad no solamente alcanzar el Vacío Iluminador, sino, posteriormente, sumergirnos en la Gran Realidad, en la Verdad…
La Conciencia, es decir, el Bodhicitta en el Mundo Oriental, es el fundamento básico en que debemos apoyarnos para poder lanzarnos a las altas exploraciones en los Mundos Cósmicos. Pero una Conciencia dormida nada puede hacer; una Conciencia dormida vivirá siempre en profundas tinieblas… Amigos, ha llegado la hora de entender lo que es el valor de la Conciencia despierta…
Dalai Lama
Samael Aun Weor