Enrique de Vicente compartía en su ensayo “Los poderes ocultos de la mente” la explicación de un aborigen australiano definiendo como funcionaban las señales de humo. El humo cumple la función de catalizador, pero no produce la comunicación, sino el canal (el medio) a través del cuál se produce la comunicación. La clave consiste en la presencia de mentes silenciosas (receptivas) que sirvan de pista para que el mensaje viaje desde el emisor al receptor.