El autor, anónimo, en su rechazo de la conceptualización es tan radical como cualquier Zen-Budista. Todo concepto, todo pensamiento y toda imagen han de ser sepultados bajo una nube de olvido. Mientras tanto, nuestro amor desnudo -desnudo por estar despojado de pensamiento- ha de elevarse hacia Dios, oculto en la Nube del No-Saber.
Si La Nube … es radical en su rechazo de la conceptualización, lo es más todavía la Orientación Particular, cuyo primer párrafo contiene palabras que resumen el tema de todo el tratado: «Rechaza todo pensamiento, sea bueno o malo». Es algo bastante duro. Dios puede ser amado, pero no puede ser pensado; puede ser percibido por el amor, jamás por los conceptos. Así que … menos pensar y más amar.
Este inglés pertenece a la tradición llamada «apofática» por su tendencia a acentuar que Dios es mejor conocido por la negación: podemos saber más sobre lo que no es Dios que sobre lo que es. De hecho, enseña dos vías de conocimiento de Dios por la razón, una afirmativa y otra negativa. Podemos afirmar de Dios todo bien que puede atribuirse a su creación diciendo que él es santo, sabio, benevolente, que es luz y vida. Todas estas cosas vienen de Dios, de manera que podemos afirmar que la fuente posee sus perfecciones en su más alto grado. Pero hay también una forma negativa de saber de Dios, puesto que está por encima de todas sus criaturas. Es sabio, pero con una sabiduría diferente de la de los hombres. Su belleza, su bondad y su verdad son diferentes de las que conocemos. Por eso, en un sentido, Dios es distinto a todo lo que conocemos: hemos de grabar en la mente que las ideas que tenemos de él son totalmente inadecuadas para contenerle.
Pero hay una manera superior de conocer a Dios. Además del conocimiento de Dios, fruto de un proceso de especulación filosófica y teológica, existe el más divino conocimiento de Dios que tiene lugar a través de la ignorancia. En este conocimiento el intelecto es iluminado por «la insondable hondura de la sabiduría». Este conocimiento no se encuentra en los libros ni se obtiene mediante el esfuerzo humano, pues es un don divino. El hombre, sin embargo puede prepararse a recibirlo, y lo hace por la oración y la purificación.
Cualquiera que seas el que tiene en sus manos este libro, has de saber que te impongo una seria responsabilidad y las más severas sanciones que puedan soportar los lazos del amor. No importa que este libro sea tuyo, que lo estés guardando para otro, o que lo tengas prestado. No lo habrás de leer, ni escribir o hablar de él, ni permitir que otro lo haga, a menos que creas realmente que es una persona que, por encima y más allá de las buenas obras, se ha resuelto a seguir a Cristo ( en la medida de lo humanamente posible con la gracia de Dios) hasta las más íntimas profundidades de la contemplación.
Te encargo, además, con la autoridad del amor, que si das este libro a otro, le adviertas, como yo te advierto a ti, que se tome el tiempo necesario para leerlo del principio al fin. Pues es posible que ciertos capítulos no tengan consistencia por si mismos y exijan la explicación dada en otros para completar su significado. Temo que alguien lea solamente algunas partes y caiga rápidamente en error. Para evitar semejante desatino te pido a ti y a cualquier otro que lea este libro que, por amor, haga lo que le digo. Por lo que respecta a chismosos, aduladores, escrupulosos, alcahuetes, entrometidos e hipercríticos, les ruego que aparten sus ojos de este libro lo más rápidamente posible. Nunca tuve intención de escribir para ellos y prefiero que no se entrometan en este asunto. Esto vale también para los curiosos, sean o no personas cultas. Pueden ser buenas personas según los principios de la vida activa, pero este libro no se adapta a sus necesidades. Hay sin embargo, algunos realmente comprometidos en la vida activa a quienes la gracia va preparando para captar el mensaje de este libro.
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