Sinopsis:
Ross articula un relato familiar con esencia de fábula moral, que se aproxima a una de las acciones más subversivas que pueden iniciarse hoy en día en una sociedad occidental: criar a tus hijos al margen de la ciudadanía, sin relación alguna con tus congéneres, enseñándoles por ti mismo cultura e historia, matemática y filosofía, idiomas y política, supervivencia física e intelectual, renunciando al capitalismo reinante y a los poderes fácticos. Como una mezcla del Jack London de La llamada de la naturaleza y del Henry David Thoreau de La desobediencia civil, Captain Fantasticasalta las rendijas del sistema como una revolución individual familiar comandada por un padre (y una madre ausente, pero presente) caído del caballo de nuestro sistema, un Saulo de Tarso reconvertido en guía, pero quizá también en pequeño gran tirano de la ideología, con el que los críos acaban leyendo Middlemarch y Lolita, Los hermanos Karamazov y Maus.
Que la película es interesante no hay quien lo niegue. Que se permite licencias estéticas (esa entrada en el funeral, cual familia perfecta de diseño alternativo) en pos del abrazo de la lujosa y estilosa venta de su propio producto, tampoco. Cómica y trascendente, compleja, entretenida y solo puntualmente maniquea y gruesa (la aventura sexual del hijo mayor), Captain Fantastic describe paso a paso la radiografía de un error, “de un maravilloso error”, con ecos teóricos de Hacia rutas salvajes y estrambóticos de Pequeña miss Sunshine. Y culmina con un mensaje acorde con su carácter anómalo de revolución controlada, de película para hacer pensar, y al mismo tiempo entretener, a las mayorías reinantes.
Película: