“Hay personas que se atraviesan en nuestra vida sólo para hacérnosla imposible, insoportable.” De eso se quejaba amargamente una persona y afirmaba que su vida sería maravillosa si no fuera por tantas personas indeseables que habitan este planeta.
Su queja se basaba en el hecho –según pensaba–, de lidiar con compañeros de trabajo que catalogaba como altaneros y prepotentes. Además –decía–, mi desconsiderada familia se empeña en amargarme la vida.
De sus clientes se quejaba porque eran inaguantables, demasiado exigentes. Y para acabarla de amolar, tenía que soportar a una suegra metiche, chismosa y experta en chantajes emocionales.
Cuando la escuchaba, reflexioné que en todas partes hay gente que no piensa igual que uno. Tarde o temprano, esa diversidad de pensamientos, prioridades, principios y valores, ocasiona conflictos sociales y familiares.
Siempre encontraremos personas que clasificaremos como gente difícil, y eso dependerá del momento que vivas y el lugar donde estés. Tu paciencia puede agotarse, y tus necesidades de afecto pueden hacerte creer que todos se confabulan contra ti y ver, como luego dicen: “Moros con tranchete.”
La definición de “gente difícil”, que comparto contigo, es la siguiente: “Son personas con múltiples conflictos sin resolver, pretenden mantener o agrandar su imagen a costa de lamentarse de todo, chantajear emocionalmente, tienen miedo de ser agredidas en alguna forma, y tratan de dañar la imagen de los demás.
Probablemente, hacer la vida insoportable a los demás no sea su intención, pero sus carencias y conflictos internos hacen que su actitud sea desfavorable y ahí empiezan los problemas. No los justifico, pero los entiendo, y ese es el primer paso para tratar a gente así.
“¡Pero qué afán de complicarme la existencia!”, le dijo desesperada mi abuela a mi abuelo en una ocasión. Y él contestó con mucha solemnidad: “No es que complique tu existencia, es que aún no te adaptas a la mía.”
¡Imagínate! ¡Después de cincuenta años de casados y expresar que “aún” no se adapta a su existencia!
Todos tratamos con gente complicada. En un momento determinado, todos somos difíciles o insoportables para alguien. La astucia, la prudencia y los conocimientos sobre el tema harán que los estragos de estas relaciones indeseables no se conviertan en un calvario donde todos pierden, en una situación nociva que representa un reto mayor cuando las relaciones en conflicto ocurren bajo el mismo techo.
Es triste constatar que en la actualidad hay familias donde el amor no se percibe y sus miembros carecen de armonía. Qué responsabilidad tan grande es traer hijos al mundo y qué preocupación ver en sus caritas señales de alarma por las explosiones de carácter del padre, de la madre, ¡o de ambos!
Un día estaba en un centro comercial y me tocó presenciar un pleito entre un matrimonio joven. Estaban con ellos sus dos hijitos de 6 y 9 años. Cuando empezaron los gritos y los manoteos, el niño mayor miró a su hermanita con una expresión en el rostro de gran desilusión que parecía decir: “Ahí van otra vez.” Después de un momento de discusión, el niño abrazó a su mamá diciéndole: “Mami, te quiero mucho”, como suplicando que dejaran de pelear.
¿En qué momento olvidamos los nexos que nos unen, las historias que nos fortalecen, los afectos que cultivamos, con el fin de ganar una batalla? Como dice una frase conocida: “¿Qué prefieres, tener la razón o ser feliz?” Con el afán de ganar una discusión o expresar la célebre frase “¡te lo dije!” somos capaces de enfrascarnos en una disputa donde uno gana y el otro pierde con resentimiento o dolor.
Es indudable que nuestra vida es como una película, donde cada quien decide su clasificación y género: drama, comedia, suspenso, aventura, ciencia ficción, o una película digna de ser considerada en la clasificación de “película de terror”.
Somos protagonistas en las películas de muchas personas y capaces de fomentar, o no, la alegría o la armonía en un hogar.
Es lamentable que la violencia en los hogares vaya en aumento y su relación sea directamente proporcional al grado de estrés que se vive en la actualidad. Dicen los expertos que todos tenemos momentos de locura en que tomamos decisiones precipitadas, fruto de emociones basadas, por lo general, en la ira.
Hay tres preguntas que recomiendo contestar para analizar si tu presencia es incómoda y puedes ser considerado como una persona difícil o insoportable para alguien:
Contestarlas te puede dar una pauta para saber si convivir contigo es una bendición o un tormento.
Te invito a que analices conmigo algunos puntos que te darán luz para identificar si convives con una persona difícil o insoportable, o si tu presencia puede considerarse como conflictiva, ya que por desgracia no nos damos cuenta de que podemos ser insoportables para alguien.
En mi libro Destellos menciono algunas características que te permitirán saber si eres −o si convives− con una persona difícil o insoportable. Las enumero de nuevo para que las analices conmigo:
Características de una persona difícil
Convives con una persona difícil o insoportable si:…
CONTINUA leyendo en el libro de Cesar Lozano
Debes REGISTRARTE para visualizar la descarga del libro y de todos los existentes, si ya lo estás haz LOGIN.
LOGIN en OmniaRegístrate en Omnia
*Muchos de estos libros no están en nuestro servidor y podría ocurrir que las descargas no estén en servicio. Nosotros procuraremos que sí.
**Algunos de los libros pueden estar sujetos a derechos de autor, si esto fuese un problema, comuníquese con nosotros y procederemos como es correcto.