Al igual que el espacio, que lo llena todo, se encuentra tanto dentro como fuera del jarrón, así también la Conciencia eterna, que lo llena todo, es inmanente en todos los seres y objetos. (DO 20)
Los límites del jarrón aparentemente condicionan y limitan el espacio dentro del jarrón, pero de hecho el espacio como tal no puede ser condicionado por el jarrón que de por sí existe dentro del espacio. De forma similar, aunque la Conciencia universal pareciera estar condicionada por el aparato psicosomático individual que somos, todos los objetos fenoménicos meramente aparecen dentro de la Conciencia.
Todo lo que hay es la Conciencia, inmanente en todo lo fenoménico, puesto que no puede haber nada sin la Conciencia.
En este verso final, Ashtavakra resalta la importancia de enfatizar el fondo —el fondo y la inmanencia—, en lugar del elemento personal, con lo cual la atención final se centra no tanto en la verdadera naturaleza del yo, sino más bien en la retirada hacia la impersonalidad. En vez de decir que «tu» verdadera naturaleza es la Conciencia, él dice que todo lo que hay, dentro y fuera de todo lo fenoménico, es la Conciencia. (DO 34-35)
Entonces, ¿es la manifestación real? ¿Es irreal? La pregunta: ¿Es la manifestación real o irreal? está mal concebida. La manifestación es tanto real como irreal en tanto puede ser observada, es irreal sobre la base de que no tiene una existencia propia e independiente sin la Conciencia.
Así que la única cosa que tiene una existencia propia e independiente es la Realidad, y esa Realidad es la Conciencia. La Conciencia es la única Realidad. Todo lo demás es un reflejo de esta Realidad dentro de Sí misma. (TM 180)
Libro: ¡No Importa!