Aquel que gobierna sobre los hombres vive en la confusión.
Aquel que es gobernado por hombres vive en el dolor.
Por tanto, Yao deseaba no influir en los demás
ni ser influenciado por ellos.
El camino para apartarse de la confusión
y quedar libre del dolor
es vivir en el Tao,
en la tierra del gran Vacío.
Si un hombre está cruzando un río,
y un bote vacío choca con tu pequeña barca,
por muy mal genio que tenga
no se enfadará demasiado;
pero si ve en el bote a un hombre,
le gritará que se aparte.
Si sus gritos no son escuchados,
volverá a gritar, una y otra vez, y empezará a maldecir.
Y todo porque hay alguien en el bote.
No obstante, si el bote estuviera vacío,
no estaría gritando, ni estaría irritado.
Si uno puede vaciar el propio bote,
que cruza el río del mundo,
nadie se le opondrá,
nadie intentará hacerle daño.
El árbol derecho es el primero en ser talado,
el arroyo de aguas claras es el primero en ser agotado.
Si deseas engrandecer tu sabiduría
y avergonzar al ignorante,
cultivar tu carácter y ser más brillante que los demás,
una luz brillará en torno a ti
como si te hubieras tragado el Sol y la Luna:
no podrás evitar las calamidades.
Un hombre sabio ha dicho:
“Aquel que está contento consigo mismo
ha realizado un trabajo carente de valor.
El éxito es el principio del fracaso.
La fama es el comienzo de la desgracia.”
¿Quién puede liberarse del éxito
y de la fama, descender y perderse
entre las masas de los hombres?
Fluirá como el Tao, sin ser visto,
se moverá con la propia Vida
sin nombre ni hogar.
Él es simple, sin distinciones.
según todas las apariencias, es un tonto.
Sus pasos no dejan huella.
No tiene poder alguno.
No logra nada, carece de reputación.
Alguien que no juzga a nadie,
nadie lo juzga.
Así es el hombre perfecto:
su bote está vacío.
Chuang Tse