Robert: …Esto es satsang. Realmente no debería haber ninguna conversación, ningún discurso. Venís aquí a meditar, a observaros a vosotros mismos, a observar vuestros pensamientos en acción, a ver lo que está pasando dentro de vosotros. Yo soy vuestro Sí mismo. Por lo tanto cuando te observas a ti mismo correctamente, ves yo-soy.
Este cuerpo no es un orador. Este cuerpo no es un predicador. Este cuerpo no es ni siquiera un conversador. Lo hago por vosotros. Pero si la persona promedio viene aquí por primera vez, me aburriría más, porque hablo en un tono monótono, y repito las cosas muchas veces.
Tienes que entender lo que realmente significa satsang. Significa estar en presencia de tu propia divinidad, estar en presencia de tu propia consciencia.
No me mires como algo separado de ti.
La mayoría de los oradores públicos, predicadores, filósofos, tienen preparado un discurso, lo estudian durante toda la semana, vienen preparados y cuando se marchan todo el mundo dice, “¡Qué maravilloso discurso!.” Pero nada ocurre. Te sientes bien por el momento. Cuando vuelves a casa vuelves de nuevo a tu viejo yo.
Si conoces la verdadera razón de por qué vienes aquí marcará una gran diferencia en tu vida. Vienes aquí para despertar. Para despertar del sueño de maya, el sueño de un yo personal. Vienes aquí para encontrar la paz, la felicidad. Para despertar a tu verdadera naturaleza. Por lo tanto, tu presencia aquí es una meditación en sí misma.
La modalidad que utilizo para ayudarte es el silencio, no las palabras. No hay seminarios de fin de semana. No hay mantras especiales. No hay iniciación. No hay nada. Sin embargo, esa nada es todo. Crees que eres el hacedor, y todo lo que consigues piensas que lo hiciste tú. Eso es una mentira. ¡Ni siquiera existes! ¡Ni siquiera has nacido! ¿Cómo puedes ser el hacedor? No hay nadie que haga nada. Sin embargo, todo se hace. Es una paradoja.
Todo se hace porque crees que eres el hacedor.
Cuando te das cuenta de que no eres el hacedor todo se hace de una manera mejor, porque dejas de identificarte con el objeto y el sujeto. Te vuelves libre de todo apego. Siempre y cuando creas que eres responsable de todo lo que sucede en este mundo, tienes un problema.
Tendrás que pasar por esa experiencia una y otra y otra vez, hasta que te des cuenta de que no tienes absolutamente nada que ver con nada. Tú eres la consciencia pura. Tu verdadero Ser es la realidad absoluta. Te lo aseguro, no tienes nada que ver con este mundo.
Sé que algunos de vosotros están diciendo: “Entonces, ¿por qué estoy aquí?” Bueno, en realidad no estás aquí. ¿Dónde estás? En ninguna parte y en todas partes. Algunos de ustedes dicen, “Bueno, yo quiero experimentar toda la felicidad que pueda mientras esté aquí”. Luego caes bajo la ley del karma y la dualidad. Lo que significa que vas hacia arriba y hacia abajo como un yo-yo. Cuando consigues lo que quieres eres feliz. Cuando te quitan tus posesiones, te desilusionas y lloras. Luego consigues lo que quieres y de nuevo eres feliz. Cuando cambian las cosas otra vez te enfadas.
Esto es como cuando una persona se pone al calor del sol cuando la temperatura es de cien grados y se quema, y luego corre debajo de la sombra de un árbol. Pero después de un tiempo, cuando se enfría se olvida del sol caliente y vuelve a ponerse al sol y se quema de nuevo. Luego se refugia bajo el árbol de nuevo. Se olvida del sol, del calor que hace y vuelve a ponerse al sol, se quema de nuevo y se va debajo del árbol de nuevo. Como se puede ver sólo un tonto se pondría al sol para quemarse y luego volver de nuevo a la sombra y luego de vuelta al sol.
Sin embargo, eso es exactamente lo que hacemos con nuestras vidas.
Creemos erróneamente que las personas, los lugares y las cosas nos dan la felicidad. No hay ninguna cosa fuera de ti que alguna vez pueda darte la felicidad. ¿Por qué? Porque la felicidad es tu propia naturaleza. Eres la felicidad misma.
Cuando vas detrás de la felicidad fuera de ti mismo, tienes que saber que es una condición temporal. Como muchos de vosotros habéis experimentado.
No puedes esperar para ver cierta película. Has estado esperando por ella mucho tiempo y ahora aquí está. Así que pagas tus cinco dólares y vas a ver la película. Y eres feliz, pero, ¡después se acabó! ¿Y ahora qué? Ahora tienes que buscar otra emoción. Crees que tienes que encontrar algo que te haga feliz. Así que buscas y maquinas y piensas, y seguramente lo consigas. Eso dura un tiempo. Pero luego cambia porque todas las cosas cambian. Y te sientes desilusionado de nuevo. No has aprendido la lección. Todavía estás buscando la felicidad y la alegría fuera de ti mismo.
De nuevo, es como volver al sol, consiguiendo que te quemes de verdad, y luego corres a la sombra. Y luego vuelves al sol de nuevo. Y así una y otra vez, nunca aprendes. Muy pronto estarás viejo y cansado, y es hora de salir de tu cuerpo. Así que la desilusión aún continúa y te dices a ti mismo: “Bueno, ahora voy a encontrar la verdadera paz cuando salga de mi cuerpo. He terminado con este ajetreo de vida”. Pero no, porque no hay a dónde ir. Si crees que eres el cuerpo, entonces hay muchos cuerpos. Cuando dejas uno coges otro y continúas el juego del escondite. Nunca se termina.
Hasta que un día estás tan disgustado con el mundo y con la vida que algo dentro de ti te conduce al libro adecuado o al maestro adecuado o a algo adecuado. Y empiezas a sentir que hay algo más. Así que te conviertes en un buscador de la verdad. Empiezas a leer muchos libros. Descubres que hay algo como el budismo Zen, diferentes formas de budismo. Está el Tao, la mística cristiana, la Cábala, el yoga, varias formas, hatha, raja, karma yoga. Te involucras en temas de ocultismo, astrología, numerología, lo que sea. Y crees que has descubierto algo. Pasas una vida tras otra involucrado en esas cosas. Sin embargo, si eres un verdadero buscador algo más va a afectarte. Y descubrirás a un gurú, un maestro que es el adecuado para ti en ese momento. Y te convertirás en un discípulo. Sin embargo, todavía tienes dudas y temores. Te abrirás y cerrarás como un grifo de agua. Te adherirás a la misma filosofía por un tiempo.
Por ejemplo, el budismo Zen, leerás acerca de todos los maestros Zen disponibles e irás al Tíbet para encontrar uno, a Japón para quedarte en un zhendo. Ascenderás a los Himalayas. Leerás todos los libros sobre Zen que puedas encontrar. Pero seguirás volviendo a aquel maestro. Y eso es lo que te convierte en un discípulo.
De nuevo, pasas encarnación tras encarnación. Sin embargo, si eres realmente sincero, algo te afectará y te darás cuenta de que, “Yo y el Padre somos uno. Si me has visto, has visto al Padre”. Comienzas a sentir que eres uno con tu maestro, que el maestro está dentro y fuera de ti. El maestro de adentro te empuja hacia adelante. Y el maestro de afuera te empuja hacia adentro.
Comienzas a comprender que lo único que tienes que hacer es deshacerte de la idea de que eres el fenómeno cuerpo-mente. De esta manera te conviertes en un devoto, lo que significa que te vuelves focalizado, interesado en un sendero. Finalmente te conviertes en el sendero y despiertas.
La mayoría de la gente, por supuesto, ni siquiera llegan al punto donde se convierten en un buscador. Pero no nos fijemos en la mayoría de la gente ¿no? A menudo muchos piensan que un sendero como este es egoísta. Porque en lugar de tratar de ayudar al mundo, en lugar de tratar de hacer de este un mundo mejor en el que vivir, sólo estamos interesados en nuestro propio despertar.
Pero la verdad es que, a menos que realmente despiertes nunca puedes hacer de este mundo un lugar mejor en el que vivir. ¿Por qué? ¡Debido al hecho de que tú eres el universo! ¡En este momento, tal y como eres! Por lo tanto, si estás lleno de ira, rencor, avaricia, y el resto de esas cosas, ¡así es el mundo! Tú has creado el mundo. El mundo es una emanación de tu propia mente. Lo que piensas de ti mismo lo piensas del mundo. Si estás lleno de temor entonces el mundo te asusta. Si estás lleno de avaricia crees que todos los demás son codiciosos. El mundo es un reflejo de ti, eso es todo lo que es.
Cuando despiertas, ves un mundo nuevo. Estás en el cielo. Porque cuando despiertas te das cuenta de que el verdadero Ser trasciende el universo, de que el mundo es como un sueño. Existe, pero como un sueño.
El Sí mismo (el Ser), o la consciencia, es la realidad, y yo soy eso. “Yo soy” no significa Robert, ya sabes de lo que estoy hablando. “Yo soy” es la consciencia, la realidad absoluta. Por lo tanto, cuando despiertas puedes afirmar: “Yo soy eso”. Ya no estás hablando de tu yo individual sino que estás hablando de todo el universo. Yo soy eso. Ahora todo el mundo se convierte en eso también. Recuerda, yo soy es la omnipresencia. Yo soy eso.
Es por esto que una persona realizada sólo puede verse a sí mismo. No ve lo que ven los demás. Ve el amor, la armonía, la paz, la alegría, la felicidad. Simplemente porque ha descubierto su verdadera naturaleza como felicidad, consciencia pura, realidad absoluta. Ya no es el yo personal. Lo ha trascendido. Ya no va a ponerse al sol para quemarse y luego ir de nuevo a la sombra del árbol. Esta persona está siempre bajo la sombra del árbol. Nada externo puede sucederle de nuevo, como el nacimiento o la muerte o lo de en medio. El universo no prevalece para él. Porque es sin ego. Así es como traes la paz al mundo.
Si nos remontamos en el tiempo vemos que han existido personas que han tratado de hacer de este un mundo pacífico desde tiempos inmemoriales. Nadie ha tenido éxito. Es la naturaleza de este planeta ser lo que es. No importa cómo trates de mejorarlo, nunca va a suceder.
¿Por qué parece a veces que el planeta está mejorando? Debido al tiempo y al espacio. Mejorará en un cierto grado, y entonces la gente empezará a hablar de la Edad de Oro, etc. Sin embargo, sólo hasta cierto punto. Entonces comenzará a retroceder de nuevo y volverá a la Edad Media. Este es el sueño de maya. Cuando te identificas con la mente del cuerpo o del mundo, y crees que eres el hacedor, sigues viniendo de nuevo, una y otra vez, en diferentes fases de la evolución de los mundos. Puedes volver a aparecer en la Edad Media, durante la inquisición, y ser torturado. Puedes volver durante una especie de período de Edad de Oro, donde hay más armonía y paz en el mundo. Sin embargo, estás viviendo en una vida de dualidad. Lo que significa que tienes que experimentar ambos. Así que vas hacia atrás y adelante, atrás y adelante, de nuevo como el hombre que va hacia el sol a quemarse, entrando en la sombra y luego de vuelta hacia el sol, nunca termina.
Y permítanme recordarles una vez más, hay mucha gente de la que os he hablado que están sufriendo y que dicen: “Bueno pronto dejaré mi cuerpo y encontraré la paz”. Mientras la historia continúe, cuando salgas de tu cuerpo te tomas unas vacaciones. Te tomas un descanso, donde revisas todas tus actividades kármicas. (Recuerda, todas estas cosas que os estoy diciendo son mentira. Os estoy diciendo estas cosas porque queréis oírlas. Y mientras estéis identificados con el cuerpo, son ciertas, o parece que son ciertas.) Te tomas un descanso, entonces eres o bien atraído de nuevo o vuelves voluntariamente a otro cuerpo, y continúas el juego, hasta que te hartas y te cansas. Como he mencionado anteriormente, cuando te hartas y te cansas del juego, te conviertes en un buscador de la verdad y evolucionas de esa manera.
Por tanto, la pregunta es: “¿Qué hacer? ¿Cómo empezar ?” Empiezas por echarte un buen vistazo a ti mismo, y revisar tu vida en retrospectiva. Pregúntate: “¿Quién ha pasado por todas estas experiencias?” Y te darás cuenta, “yo”.
Empezarás a pensar: “Cuando era un niño o una niña, tuve tal y cual experiencia, cuando crecí y me hice adolescente tuve tal y cual experiencia. Pero siempre haces referencia a la primera persona, yo. Dices: “Tuve experiencias cuando era una niña o un niño y estoy teniendo experiencias en la vida ahora”. Algo dentro de ti mismo te hará pensar, “Siempre es yo. Siempre vuelvo al yo. He tenido esta experiencia. Tuve esa experiencia. Nací, fui a la escuela, me fui a dormir, me casé, me divorcié. Siempre yo”. ¿Quién es este escurridizo yo y de dónde ha venido? ¿Cómo ha surgido? No existía cuando estoy durmiendo. Es sólo cuando me despierto que me pongo a pensar en el yo. En ese momento puedo decir, “yo dormía”. “¿A dónde se va (el yo) cuando estoy dormido? No parece irse muy lejos”. Comienzas a sentir que todos tus problemas están relacionados con el yo. Así que te dices a ti mismo, “Bueno, si me deshago de este yo, todo lo demás se irá también”. Y eso es cierto. Por lo tanto, empiezas a buscar maneras de deshacerte del yo. Comienzas a entender que la única manera de librarte de este yo es cuestionarlo. “¿De dónde vienes yo? ¿Quién te dio a luz?” Y seguirlo hasta su origen.
Así que te haces a ti mismo la pregunta, “¿Qué es este yo? ¿De dónde viene? ¿Quién soy yo?” Si eres sincero sigues al yo hasta su origen, que es el Sí mismo (el Ser). El yo, o la personalidad, por lo tanto, se disuelve en el Sí mismo. Esto se llama despertar. La gente le da nombres a esto, lo llama moksha, liberación, auto-realización, la realidad. Las personas se aferran a todo tipo de nombres de eso. Todo lo que has hecho es llegar a ser tú mismo, eso es todo. No hay nada misterioso en ello. No tienes que repetir mantras sagrados o ir a ciertas escuelas de filosofía antigua. Todo lo que estás buscando está dentro de ti mismo.
Hay personas que siempre vienen a mí y me preguntan: “Robert, deberíamos reunirnos las personas que hemos estado contigo durante mucho tiempo y tener una clase especial donde puedas darnos las enseñanzas más elevadas”. ¡No hay enseñanzas más elevadas! ¡Eso es ello! (risas) ¿Qué más hay? Destruye el yo y se libre.
Así que satsang es cuando se llega a un lugar como éste y no te estás preguntando de lo que voy a hablar. No has venido a escucharme hablar. Es un lugar donde vienes a meditar, a despertar, a verme dentro de ti mismo, porque yo soy tú mismo. Si sólo puedes recordar esto, dejarás de correr de aquí para allá en busca de conferenciantes y oradores. Lo más apropiado para hacer es encontrar a alguien con quien tengas una afinidad, una enseñanza de alguien que no hable demasiado, y simplemente te sientas. Y todo se hará cargo de sí mismo.
Así que como dije al principio, no iba a hablar demasiado, pero lo he hecho. Siempre ocurre y la razón por la que lo hago es porque la mayoría de vosotros quiere oírme hablar. Pero llegará el día que vengáis aquí y no voy a decir ni una palabra. Luego veremos que hacéis.