Nadie puede “hacer” que te sientas enojado, triste o con miedo.
Nadie puede “hacer” que te sientas deficiente, insignificante, menos-que-entero.
Ahora que eres un adulto, por favor no cedas a los demás tu poder, tu responsabilidad, tu sentido de acción y estabilidad.
No conviertas a nadie en tu autoridad. Escucha, pero no renuncies a tu poder.
Tú eres la conciencia misma.
Nadie respira por ti. El corazón de nadie late por ti. Las palabras y actos de los demás podrían liberar sentimientos de dolor, tristeza, vergüenza (o felicidad) en ti, pero sólo se trata de sentimientos que ya se encuentran dentro de ti. No han sido “causados”, sino liberados. Siéntelos plenamente, déjalos fluir a través tuyo; ellos quieren moverse.
Eres inocente; los sentimientos no son castigos, aunque se sientan intensos, incómodos o como una “amenaza” en un principio.
(…) (…) (…)
Nadie puede “hacer” que te sientas enojado, triste o con miedo.
Nadie puede “hacer” que te sientas deficiente, insignificante, menos-que-entero.
Ahora que eres un adulto, por favor no cedas a los demás tu poder, tu responsabilidad, tu sentido de acción y estabilidad.
No conviertas a nadie en tu autoridad. Escucha, pero no renuncies a tu poder.
Tú eres la conciencia misma.
Nadie respira por ti. El corazón de nadie late por ti. Las palabras y actos de los demás podrían liberar sentimientos de dolor, tristeza, vergüenza (o felicidad) en ti, pero sólo se trata de sentimientos que ya se encuentran dentro de ti. No han sido “causados”, sino liberados. Siéntelos plenamente, déjalos fluir a través tuyo; ellos quieren moverse.
Eres inocente; los sentimientos no son castigos, aunque se sientan intensos, incómodos o como una “amenaza” en un principio.
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En este momento tú eres realmente responsable; capaz de responder al sentimiento y a la situación conscientemente y con presencia, en lugar de reaccionar automáticamente, habitualmente, sin conciencia. Desde este lugar de presencia, podrás seguir expresando tu verdad, decir sí o no, pedir lo que quieras, irte, quedarte, compartir tu experiencia o no, todo sin culpa. Pero ahora, nadie está controlándote y tampoco estarás tratando de controlar a nadie. No hay nadie con quien molestarte y nada de qué avergonzarte. Tú no eres una víctima, estás establecido en tu propio poder, en la Tierra.
Tu sentido de autoestima no depende de lo que nadie haga, diga, piense o quiera. No eres ni peor ni mejor que nadie en este planeta; tú eres la misma Vida, tan vivo como cualquiera, conectado con lo que es real.
No eres una víctima porque estás profundamente conectado a ti mismo, dándole la bienvenida a tus pensamientos y sentimientos, honrando tu camino, inclinándote humildemente ante el sitio donde estás parado. Ahora.
Poseyendo el suelo, tiernamente.
Jeff Foster