Juan Antonio y su padre tuvieron una agria discusión. «No sabes ya hablar sin gritarnos» me confesó. Pero aquello rebasó el límite, y el muchacho decidió abandonar el trabajo e incluso la casa.«¡Te quedas con tu cochina gasolinera, yo me voy a buscar un trabajo decente!». Y cumplió su amenaza. Pasaron ocho años sin hablarse. En ese tiempo el muchacho se hizo hombre, se casó y tuvo dos hijos.
¿Ha pensado usted por qué gritan las personas cuando se enojan? Hay mil respuestas. Desde perdemos la calma, hasta estamos fuera de control. Pero si usted lo ve bien, hay una desproporción entre la distancia en que se encuentran los discutidores y el volumen de su voz. Una vieja historia, de esas que se atribuyen a muchos personajes de la antigüedad, cuenta que uno de estos sabios explicó el fenómeno a sus alumnos así: «Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan. Para poder oírse gritan, y cuanta mayor sea la distancia, mayor será la necesidad de gritar». Dicen que los alumnos no estaban muy convencidos, así que el sabio preguntó «¿ Qué sucede cuando dos personas se enamoran?» Todos estuvieron de acuerdo en que no se gritan, en que se hablan suavemente. «Sus corazones están tan cerca», sentenció el sabio, «que se pueden hablar en susurros, e incluso en ciertas ocasiones les bastará con una mirada para comumcarse».
Juan Antonio decidió tomar la iniciativa. Así que fue de visita al negocio del papá llevando a su hijo mayor. Cuando entró a la oficina, el padre, sorprendido, se puso de pié. Se miraron, y sin necesidad de decir nada, se fundieron en un abrazo. «Ni siquiera nos acordábamos ya el por qué de aquel desacuerdo», me contó. «Pero ahí se limaron todas las asperezas, y él me ofreció que quedara al frente de la estación de gasolina, como socio y único administrador.
La conclusión es clara. Cuando estemos en desacuerdo con alguien, no digamos palabras que distancien los corazones tanto, que tengamos que gritar para oírnos. Porque pudiera ocurrir que la distancia sea tan grande que ya no encontremos el camino de regreso.
LO NEGATIVO: Dejamos arrastrar por el enojo, alejando los corazones tanto, que tengamos que gritar.
LO POSITIVO: Tomar siempre la iniciativa para acercar los corazones, entablando así una comunicación inteligente y serena.
LIBRO: Positivo y negativo de Emilio Santamaria