Este escrito no debe leerse rápidamente como información para la mente pensante. Sugiero leerlo lentamente, meditativamente, haciendo pausas para escuchar, sentir y percibir lo que se está diciendo.
¿Es posible simplemente estar presente en este momento sin intentar hacer nada, o ir a ninguna parte, o deshacernos de cualquier cosa que aparezca? Solo estar aquí, simple y llanamente. No es necesario explicar lo que está sucediendo, ni entenderlo, ni resolverlo. No juzgar lo que aparece o compararlo con otra cosa. Solo SER todo este inconcebible e inasible acontecimiento Aquí-Ahora, exactamente como es.
Escuchar los sonidos del tráfico, respirar, sentir sensaciones en todo el cuerpo, ver colores y formas, todo un acontecimiento continuo. ¿Puedes sentirlo?
¿Es posible, en este momento, experimentar este indivisible oír-percibir-sentir-oler-tocar-respirar-despertar-presenciar sin etiquetas o argumentos, solo el desnudo acontecimiento no-conceptual en sí mismo?
Simplemente ver, sin ninguna división conceptual de “alguien que ve aquí” y de “algo visto ahí fuera”, solo el ver actual sin división. Simplemente escuchar, sin división conceptual de “un oyente” y de “un sonido que se escucha”, solo el oír actual sin división. No hay separación. Ningún espacio. Todo un acontecimiento continuo, sin fisuras.
Y cuando los pensamientos surgen, como seguramente lo harán, ¿puedes notar cómo crean una realidad virtual en la imaginación estando “tú” (la persona imaginaria, la autoimagen) en el centro de todo? ¿Puedes ver que estos pensamientos e imágenes son simplemente destellos de energía condicionados y no informes objetivos sobre la realidad? Estos, también, son simplemente otro movimiento en este acontecimiento continuo, pero las imágenes que describen y las historias que cuentan son fantasías. Sin embargo, pueden parecer muy reales, más reales incluso que nuestra experiencia directa actual. Tenemos un hábito muy arraigado de confundir el mapa con el territorio. Vivimos gran parte de nuestras vidas en la tierra de los mapas sin siquiera darnos cuenta.
Observa lo seductoras que pueden ser estas historias generadas por el pensamiento, lo creíbles que pueden parecer, la facilidad con que pueden hipnotizar y mesmerizar la atención, lo cautivadoras y adictivas que son y, sin embargo, lo absolutamente efímeras. ¡Trata de agarrar un pensamiento! ¿Qué es? Es como un relámpago o una pizca de humo. ¡No es nada en absoluto!
¿Es posible simplemente dejar que los pensamientos vengan y se vayan, no aferrarse a ellos y no apartarlos, simplemente viéndolos por lo que son?
Y si la atención es atraída hacia una trama o línea de pensamiento, finalmente hay un despertar natural. Sucede por sí mismo. Algo está aquí antes de los pensamientos e historias, río arriba de ellos, por así decirlo, en un contexto más grande en el que aparecen. Podemos llamar a esto una mayor conciencia del contexto, pero nombrarlo es intrínsecamente engañoso, ya que no tiene cualidades objetivas, ni fronteras ni límites, ni lugar donde comienza o termina. No es una cosa. Es como un vasto espacio. La conciencia está contemplando e iluminando todo, incluyendo los pensamientos. Tiene la capacidad de ver lo falso como falso y de reconocer el sueño como un sueño, porque la conciencia es la inteligencia en sí misma, no el tipo de inteligencia que medimos con las pruebas de CI, sino la inteligencia que mantiene unido a todo este universo.
No es necesario tomar personalmente ninguna consideración momentánea o verlo como un fracaso. Es solo otro movimiento en todo este suceso que no pertenece a nadie. Viene y va en este contexto más grande, esta presencia consciente que somos más allá del nombre y la forma. La conciencia es contemplar todo, incluyendo el cuerpo-mente-persona que solemos ser. La conciencia es la totalidad ininterrumpida que está presente detrás y dentro de cada escena cambiante de la película.
Observa cómo la conciencia está naturalmente siempre permitiendo que todo sea como es. La conciencia permite que los pensamientos, las percepciones, las sensaciones, las historias, todo lo que se puede percibir y concebir ―el mundo entero y el universo― puedan ir y venir. La conciencia incluso permite resistir y buscar y contraer. Permite la guerra y la paz, la alegría y el dolor. Permite las películas mentales, los pensamientos y creencias. La conciencia no se resiste a nada. Pero tampoco se aferra a nada. No tiene juicios. No toma nada personalmente ni le da un significado adicional. Simplemente lo contempla todo. La conciencia también podría llamarse amor incondicional.
En este vasto espacio de conciencia, nada necesita ser visto como una distracción o un problema. La conciencia no está tratando de entrar en un estado especial o tener una experiencia espectacular.
Si el tratar (o buscar, o resistir) aparece, ¿es posible simplemente ser consciente de cómo se siente en el cuerpo el tratar (o buscar o resistir)? Porque tratar de no tratar, resistir a la resistencia o buscar el fin de la búsqueda es más de lo mismo. Pero simplemente iluminarlo con la conciencia permite que se disuelva por sí mismo. Y también podemos explorar qué es lo que impulsa este tratar-buscar-resistir, y a qué se refiere. ¿No es siempre la autoimagen, la historia del “yo” que supuestamente carece de algo, el “yo” que aparentemente necesita ir a alguna parte, o deshacerse de algo, o convertirse en alguien mejor, un mejor “yo”?
¿Se puede encontrar realmente a este “yo” fantasma que parece estar viviendo mi vida, pensando mis pensamientos y tomando mis decisiones? ¿Existe realmente? ¿O no es nada más que una especie de espejismo generado por los cambiantes pensamientos, recuerdos y sensaciones, un personaje de sueño en un sueño? ¡Mira y ve!
Date cuenta que nadie está haciendo nada de esto. Todo sucede por sí mismo ― leer estas palabras, mirar, ver, pensar, darse cuenta, dormir, soñar, despertar, buscar, no buscar. ¿Estás eligiendo tus deseos, tus intereses, tus impulsos, tus opiniones, tus preferencias, las cosas que atraen tu atención? Incluso las decisiones aparentemente deliberadas, si las observas detenidamente a medida que ocurren, surgen sin elección ― los pensamientos que van y vienen defendiendo una opción u otra, y luego el momento decisivo: observa y ve si puedes encontrar a alguien que tenga el control de todo este proceso de desarrollo. ¿Puedes hacer que el momento decisivo suceda antes de lo que lo hace? ¿Cómo exactamente realizas acciones voluntarias como levantar el brazo? ¿Y de dónde surge el impulso de hacerlo? ¡No lo puedes decir!
Hay experiencias que cambian constantemente, el clima cambia constantemente. Nada permanece igual ni siquiera por un instante. Y, sin embargo, la consciencia o la presencia es el factor común en cada experiencia diferente. Y la conciencia (o amor incondicional) lo contempla todo.
Las palabras parecen dividir, pero esto es simplemente para llamar la atención sobre diferentes aspectos de la realidad viva indivisible. Las palabras son una especie de mapa útil. Pero no te quedes atascado en el mapa. Usa el mapa, y luego déjalo a un lado. Realmente no hay tal “cosa” como conciencia o consciencia o experiencia o energía o inteligencia o el universo o yo o tú. Es un único acontecimiento entero, indiviso e inconcebible, que no le sucede a nadie. Date cuenta de que esto es así.
Si el dolor aparece, ya sea físico o emocional, ¿es posible ir directamente a las sensaciones desnudas en el cuerpo, sin las etiquetas y las historias? Simplemente sentirlo, explorarlo ― no pensar en ello ni analizarlo, sino dar una atención completa y abierta a la realidad desnuda, sensorial-energética de lo que llamamos “dolor”. En la atención (o conciencia) abierta, no hay separación, no hay una brecha entre un “experimentador” imaginado y construido por el pensamiento y una “experiencia” imaginada y construida por el pensamiento ―no hay un argumento en el que “yo” esté siendo “atacado” por el “dolor”― simplemente hay experiencia indivisa, impersonal, no-dual. ¿Qué sucede con el dolor cuando dejamos de pensar en ello y, en cambio, entramos directamente en su núcleo, experimentándolo como pura energía y sensación, sin separación entre “yo” y “ello”? Explora esto cuando el dolor, o cualquier cosa no deseada, aparezca.
En muchos momentos de un día cualquiera, la sensación o el pensamiento de ser un “yo” separado encapsulado en un cuerpo, no existe independiente de su entorno. Simplemente se ve, se escucha, se actúa, se hace, y de repente surge un pensamiento (por ejemplo, “No debería haber dicho eso” o “He perdido la oportunidad toda la vida” o “Aún no estoy despierto”, “o” Tengo tanto que hacer “, o lo que sea) e instantáneamente, este pensamiento crea el espejismo de “yo” y “mi problema”, y ese espejismo puede parecer tan real. ¿Pero qué tan real es?
En este momento, ¿puedes sentir el simple hecho de estar presente, ser consciente, el simple hecho de la experiencia presente, antes de cualquier historia o interpretación de lo que es? ¿Quién (o qué) eres si no te refieres al pensamiento, la memoria, la imaginación o cualquier cosa que hayas aprendido de segunda mano? ¿Puedes notar que el cuerpo, los pensamientos, la autoimagen, todo lo que consideramos como la persona que se llama “yo”, aparece y desaparece en este vasto espacio de conciencia? ¿Esta presencia abierta tiene un nombre, un género, una edad, una raza, un diagnóstico, un punto de vista político, un estado financiero? ¿Tiene límites? ¿Tiene algún problema? ¿Nació? ¿Morirá? ¿O es/está siempre aquí, ahora mismo?
¿Cómo es estar conscientemente aquí, no como un objeto separado en un mundo de otros objetos separados, sino como esta presencia abierta, espaciosa, sin límites, despierta y contemplando todo? En la conciencia, no hay fronteras, no hay divisiones. Y tal vez no hay límites reales en ninguna parte.
Mira si puedes encontrar un límite real entre tu interior y el exterior, o entre el cuerpo y el mundo, o entre la conciencia y el contenido. Realmente mira y ve. ¿Hay alguna frontera real? ¿No es todo un acontecimiento indivisible e ininterrumpido? Sí, hay límites relativos (como la piel), límites legales, límites psicológicos saludables, etc., pero cuanto más detenidamente observamos cualquier límite, más descubrimos que realmente no se puede encontrar o localizar.
Ten en cuenta que, independientemente de la estación, la etapa de la vida o la hora del día, siempre es Ahora. Ahora es atemporal, siempre presente. No hay nada antes de Ahora o después de Ahora. Solo hay Ahora. Date cuenta de este hecho obvio pero que a menudo se pasa por alto. No puedes irte de Ahora. Incluso los recuerdos pasados y los planes futuros suceden Ahora. Cuando el pasado estaba sucediendo, estaba sucediendo Ahora. Cuando el futuro suceda, sucederá Ahora.
Observa también que cualquier lugar que aparezca, ya sea Nueva York o París o el aeropuerto o el avión que vuela de una ciudad a otra, cada lugar y cada paso de cada viaje siempre aparece Aquí en esta inmediatez ilocalizable o presencia donde siempre estás. No hay nada fuera de Aquí.
Nunca puedes irte de Aquí-Ahora. Aquí-ahora es lo que todos somos antes del nombre y la forma. Es nuestro Verdadero Yo, nuestro rostro original antes de que nacieran nuestros padres.
Aquí-Ahora, Conciencia, Presencia, Vasta vacuidad, unicidad no-dual, muchos nombres para este conocimiento innegable de ser/estar aquí ahora, y esta experiencia presente innegable, antes de cualquier etiqueta, interpretación, formulación o historia acerca de ella. Simplemente el desnudo acontecimiento en sí mismo, siempre cambiante, y sin embargo nunca se aleja de este punto inmóvil siempre presente (adimensional), aquí mismo, ahora mismo.
El sonido de la lluvia, el ruido del tráfico, el pío-pío de un pájaro, la sensación de la respiración, el hormigueo en los dedos del pie, el aroma de la comida, el sabor del té, el indescriptible rojo de las flores en la mesa. El vuelo repentino de las aves a través del cielo blanco, la luz del sol en la pared, los pensamientos y la conciencia de los pensamientos ― todo esto se presenta (por sí mismo) sin esfuerzo.
La conciencia y la experiencia desnuda están aquí antes, durante y después de que el pensamiento nombre todo esto y lo divida conceptualmente en conciencia y contenido, sujeto y objeto, esto y aquello, aquí y allá, ahora y entonces, tiempo y espacio. La realidad es una, un todo indiviso. Sí, parece infinitamente diversa y variada, y sin embargo, Aquí-Ahora (presencia-conciencia-consciencia) es el factor común en cada experiencia diferente. Todo es absolutamente único, y por otra parte, todo es absolutamente lo mismo. La realidad está llena de paradojas.
Esta unicidad no-dual incluye nombres y palabras, historias y pensamientos, sueños e imaginaciones. Incluye el mapeo de la realidad, la abstracción y la formulación, la planificación y el recuerdo, la conceptualización. Nada queda fuera de la realidad. Nada no es esto. Nada está fuera de esto.
Esta unicidad no-dual incluye aparentemente ser una persona en el juego de la vida, pero no está limitada a esa apariencia o está encapsulada dentro de esa forma siempre cambiante. Y ninguna forma está separada o es persistente, todo lo que aparece es impermanente, cambiante, interdependiente e indivisible de todo lo demás. La unicidad no puede ser comprendida como un objeto, ya que no es un objeto. Nada puede estar fuera de ella. Es todo y nada (ninguna cosa), pero nunca algo en particular. Está 100% presente en todas partes en todo momento. Es todo lo que hay. Parafraseando una afirmación antigua, la unicidad es como una esfera, cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna parte.
Las palabras son punteros. Pero si dejamos de lado todas las palabras, ESTO sigue aquí, sin esfuerzo, siendo como es. La mente quiere “obtenerlo”, definirlo, entenderlo, encerrarlo en una fórmula y poseerlo. Pero ESTO no puede ser obtenido, inmovilizado o poseído, ya que eso sería como la mano que trata de agarrarse a sí misma, o el ojo que trata de verse, o la espada que trata de cortarse.
¿Puedes sentir la libertad de no tener nada que comprender, la libertad de la falta de fundamento, la libertad de no saber qué es esto o por qué está aquí, la libertad de no necesitar respuestas, la libertad de ser simplemente esta danza inexplicable que incluye la belleza y el horror, la alegría y el dolor, el nacimiento y la muerte, lo relativo y lo absoluto, todo y nada?
¿Cómo es simplemente SER tal como eres? ¡Qué alivio! Nada que conseguir. Nada que eliminar. Nada en que convertirse. Ningún lugar a donde ir. Simplemente lo que es, tal como es, que por supuesto incluye todo lo que llamamos el viaje de la vida ― crecer, obtener una educación, tener un trabajo, enamorarnos, criar una familia, pagar las facturas, meditar, buscar la iluminación, sentirse confundido, discutir con tu pareja, enfermarse, sentirse mejor, hacer la colada, envejecer. Cada momento en este viaje es un regalo milagroso, una expresión del todo. Y parte de lo que lo hace hermoso es su impermanencia y fragilidad, por un lado, y su eternidad atemporal e indestructibilidad, por otro. Qué efímero es todo el viaje, qué imaginario en cierto modo. ¿Dónde está el ayer o hace treinta años? ¿Dónde está el niño que alguna vez fuiste? ¿Dónde está el mundo de tu infancia? ¿Dónde está el último segundo? Y sin embargo, aquí estás, el eterno, el infinito, el innacido, el inmortal, Aquí-Ahora.
Cada noche en el sueño profundo y, finalmente, en el momento de la muerte, todo lo que se puede percibir, concebir y experimentar desaparece por completo. Incluso la primera sensaciónde estar presente y consciente está ausente. ¿Qué es lo que queda? Solo esta insondable oscuridad de la que todo emerge. En esa oscuridad, nadie queda para preocuparse de si me despertaré por la mañana o me reencarnaré o iré al cielo después de la muerte. Todas estas preguntas, y el que está preocupado por ellas, se han disuelto felizmente.
A menudo se habla del despertar como morir antes de morir, morir a lo conocido, dejarlo todo, no aferrarse a nada, caer en la falta de fundamento, entregarse a los brazos de Dios, que es solo una metáfora para perder la ilusión de que alguna vez estás realmente separado de esta totalidad ininterrumpida.
El despertar no es un acontecimiento pasado que me sucedió una vez, haciéndome ahora un despierto. Eso es un engaño. Tampoco es una posibilidad futura que podría venir mañana, porque el mañana nunca llega. Eso es sólo una fantasía. El despertar no puede ser pospuesto. El despertar es ahora o nunca. El despertar es simplemente despertar para (reconocer, encarnar, saber que soy) ESTO que es absolutamente ineludible, completamente obvio, y está presente aquí mismo, ahora mismo: el Rostro Original, el Ser Verdadero, el Uno y Único detrás de todas las máscaras. Y aquí está, mostrándose como el ruido del tráfico… como la nieve cayendo… como un paquete de cigarrillos arrugado… como la sensación de soledad… como un dolor de muelas… como una risa… como el perro de la familia… como una buena película… como un sueño profundo. ¡Sólo esto!
Las preguntas planteadas a lo largo de este artículo no son preguntas para ser respondidas con palabras o historias. Las declaraciones propuestas no son ideas que deben tomarse (o argumentarse en contra) como creencias o como filosofía. Más bien, cada declaración y pregunta de este artículo está destinada a ser una invitación a una clase de indagación meditativa, a una exploración o contemplación abierta, y al descubrimiento directo de lo que no se puede poner en palabras. Las palabras nunca son del todo correctas. No te quedes atascado en las palabras o en el mapa. Ve hacia donde apuntan las palabras. Y date cuenta, esto es precisamente donde siempre estás: Aquí-Ahora.