Dicen que la mentira y la verdad se encontraron una mañana y empezaron a hablar. La mentira le dijo a la verdad: «Buenos días, doña verdad». Entonces, ésta quiso comprobar si realmente era un buen día. Miró hacia arriba, no observó nubes de lluvia, el sol resplandecía, varios pájaros cantaban y, viendo que era un día espléndido, respondió a la mentira: «Buenos días, doña mentira». «Hace mucho calor hoy», dijo la mentira. Y la verdad, advirtiendo que la mentira decía cosas ciertas, se relajó. La mentira, entonces, invitó a su compañera a bañarse en el río. Se quitó la ropa, saltó al agua y dijo: «Venga, doña verdad, el agua está deliciosa».
En esta ocasión, la verdad ni se imaginó que la mentira podría estar jugándole una mala pasada, se quitó la ropa y se tiró al río. En ese momento, la mentira salió rápidamente del agua, se vistió con la ropa de su inocente compañera y se marchó corriendo entre risas. La verdad, totalmente desolada, se negó a vestirse con la ropa de la mentira para no manchar su buen nombre, así que no le quedó otro remedio que irse del lugar completamente desnuda.
Moraleja: Desde que pasó esto, se dice que a los ojos de algunas personas es más fácil aceptar la mentira vestida de verdad que la verdad desnuda y cruda.