Había un gran rey de visión ilimitada que gobernaba el reino de Videha; su nombre era Janaka. Era el cuerno de la abundancia para todos los que buscaban su ayuda. Con su simple presencia se abría el loto del corazón de sus amigos, y para todos ellos era como el sol, el mayor benefactor de la gente honrada.
Un día después de oir las palabras de aquel sabio, el rey Janaka quedó terriblemente deprimido, y regresó a toda prisa a su palacio. Se alejó de lodos sus servidores y se recluyó en sus aposentos. Preso de una intensa angustia, el rey Janaka se decía a sí mismo:
¡Qué desgracia!. Estoy balanceándome como una piedra sobre este mundo miserable, sin sentido alguno. ¡Qué poco significa una vida en el curso de la eternidad, y sin embargo me he enamorado de ella!. ¡Maldita mente!.Como si estuviera loco, pienso que no puedo vivir sin mi soberanía. Pero si mi tiempo de existencia es un breve paréntesis en el flujo de la eternidad, ¿cómo puedo desear sinceramente una cosa como esa?.
¿Quién puede ser el mago que ha hecho brotar la ilusión que llamamos mundo para engañamos con ella de este modo?. ¿Cómo puede mantenerme tan engañado?. Comprendiendo que tanto lo que está cerca como lo que está lejos, sólo están en mi mente, me libraré del deseo de los objetos externos. Sabiendo que todos los trabajos de este mundo conducen a un sufrimiento sin fin, ¿qué puedo desear para ser feliz?. Día a día, mes a mes, año tras año, sien to que la felicidad viene a mí para proporcionarme dolor y que este dolor es eterno e inexorable.
Todo lo que experimentamos en este mundo está sujeto al cambio y a la destrucción: no hay nada en lo que un sabio pueda confiar. Los que hoy son alabados mañana serán despreciados. ¿Hay algo en tí, mente insensata, que suscite nuestra atención y merezca nuestra confianza?.
Desgraciadamente estoy atado sin ninguna cuerda y manchado sin tocar la suciedad; aunque estoy en la cumbre de la sociedad, he caído en la trampa igual que los pobres y los mendigos. ¡Qué gran misterio!. Descubro esta ilusión flotando frente a mí, como el brillante sol se enfrenta a las nubes. ¿Quiénes son nuestros amigos y parientes, qué son los placeres que nos rodean?.Como un niño se estremece cuando ve a un fantasma, vivo engañado por una familia fantasmática. A pesar de saber que esa familia es la cuerda que me ata a la vejez y a la muerte, me agarro a ella con desesperación. ¿Pero qué me importa que todos mis parientes vivan o perezcan?. Grandes acontecimientos y grandes hombres aparecen y desaparecen continuamente, sin dejar otro rastro que su memoria. Si los mismos dioses y la trimurti (Brahmá, Vishnu y Shiva) han aparecido y se han disuelto millones de veces, ¿qué puede haber permanente en el universo?. Sólo una vana esperanza nos ata a la pesadilla de este mundo aparente. ¡Qué condición tan miserable la nuestra!.
Soy un loco ignorante que se deja engañar por el duende que llamamos senti iento del yo. Sabiendo con toda certeza que el Tiempo ha pisoteado y deshecho a todos los dioses y a la misma trimurti, sigo amando la vida. Consumo dias y noches en estúpidos deseos, en lugar de buscar la experiencia de la conciencia infinita. Voy de un dolor a otro sin conseguir el verdadero desapego o vairágya.
¿Qué puedo considerar excelente o deseable viendo que lodo lo que uno puede desear en esta vida huye sin remedio dejándonos sumidos en el dolor?. La gente de este mundo se muestra cada día más pecadora y violenta, de modo que cada día sufre más que el anterior. La niñez transcurre en la ignorancia, la juventud en la persecución de los placeres, y el resto de la vida se agota en in quietudes familiares y contratiempos: ¿qué espera conseguir la gente estúpida a lo largo de su vida?.
Aunque uno practique correctamente los ritos religiosos, sólo puede ir al cielo. ¿Pero qué es el cielo, ya se encuentre en esta tierra o en los mundos superiores, si no hay un solo lugar que esté libre de aflicción?. El sufrimiento nos proporciona felicidad y la felicidad trae en sus hombros una carga de sufrimiento. ¡Todos los lugares de la tierra están llenos de seres muertos, y sin embargo parece sólida!.
Hay seres cuyo parpadeo dura un siglo. ¿Qué significa mi vida en comparación con la de ellos?. Por supuesto parecen seres permanentes y dichosos, pero acumulan en su interior numerosas angustias y preocupaciones. La prosperidad se convierte en adversidad, y ésta puede convertirse en algo deseable según los efectos que produzca en la mente. La mente es la semilla de la ilusión de este mundo aparente, y la responsable del falso sentimiento de yo y lo mío.
La ignorancia del espectador produce sentimientos como “Debo hacer esto” o “Debo rechazar aquello”, igual que cuando cae el fruto de una palmera se le atribuye al cuervo que echa a volar en aquel momento, por razones de mera coincidencia. Sería mejor pasar la vida recluido en una cárcel o incluso en el infierno, antes que vivir en este mundo ilusorio.
La semilla de este mundo es la intención o voluntad del ego. ¡Tengo que acabar con esa voluntad!. Ya he disfrutado y sufrido todo tipo de experiencias por culpa de ella. Ahora me quedaré quieto y no me preocuparé por nada. He despertado. He matado al ladrón que había robado mi sabiduría. He sido bien instruido por los sabios: debo buscar el autoconocimiento.
Viendo al rey sentado y sumido en profunda contemplación, sus asistentes se aproximaron a él con mucho respeto y le dijeron:
Señor, hay que ocuparse de los asuntos reales. Las doncellas esperan a Su Majestad y le han preparado un baño perfumado. Los sacerdotes aguardan su presencia en la sala de baños para comenzar a cantar los himnos rituales. Señor, levantaos y cumplid vuestras obligaciones; los nobles nunca son impuntuales o negligentes.
Pero el rey ignoraba estas palabras y seguía meditando en estos términos:
¿Qué voy a hacer con la corte y mis deberes reales si sé que todo es efímero?. No lo necesito para nada. Renunciaré a todas las actividades y deberes y permaneceré inmerso en la felicidad del ser.
¡Oh, mente!, abandona tus deseos de placeres sensibles para que puedas liberarte de las miserias de una vejez y una muerte repetidas hasta el infinito. Sea cual fuere la felicidad que esperas, la realidad demuestra que es una fuente de desgracía. ¡Ya es hora de acabar con esta vida condicionada por el pecado y la busqueda del placer!. Es preciso buscar el deleite natural e inherente a uno mismo.
Viendo que el rey permanecía silencioso, los ayudantes quedaron también en silencio. El rey siguió reflexionando:
¿Qué puedo intentar conseguir en este universo y en qué verdad eterna puedo confiar?. ¿Qué diferencia puede haber tanto si trabajo asiduamente como si soy un perfecto holgazán?. En este mundo no hay nada permanente. Tanto si es trabajador como si es perezoso, el cuerpo es impermanente y cambiante.
¿Qué podemos perder si establecemos la inteligencia en la ecuánime contemplación de la verdad?
No deseo lo que no tengo, ni quiero librarme de lo que me ocurre sin pretenderlo. Permanezco firme en el ser: ¡que ocurra lo que quiera!. Es inútil que me esfuerce por algo o que permanezca inactivo. Lo que se gana por la acción o por la inacción, es falso. Cuando la mente queda libre de deseos y no busca placer alguno, cuando el cuerpo y sus miembros realizan sus funciones habituales, actuar o no actuar tienen el mismo valor y el mismo significado. Que el cuerpo se ocupe de sus funciones naturales, pues sin esa actividad se desintegraría. Cuando la mente deja de pensar que está haciendo una acción o disfrutando de otra, la acción misma se convierte en no acción.
Reflexionando en estas cosas, el rey Janaka se levantó de su asiento como sol se yergue en el horizonte y comenzó a ocuparse de los compromisos reales sin sentir ningún apego hacia ellos. Abandonando los conceptos de deseable o aborrecible, libre de los condicionamientos psicológicos y sin intención de ningún tipo, comenzó a realizar una acción espontánea, como si estuviera profundamente dormido. Cumplió sus tareas diarias, incluyendo la adoración de los dioses, cuando el día caía, se retiró de nuevo para pasar la noche en una profunda meditación fácil y natural. Su mente se había alejado espontáneamente de toda ilusión y estaba firmemente establecida en la ecuanimidad.
LIBRO: Yoga Vasishtha