Voy a explicarte una vez más cómo surge el creador Brahma en la conciencia infinita, para que puedas ver cómo se manifiesta la multiplicidad de seres en esa conciencia.
La conciencia infinita está fuera del tiempo y del espacio y no está sujeta a la causalidad, pero asume todo eso como un juego. En ese momento la persona cósmica (Brahma) comienza a existir; esta persona cósmica es también la mente cósmica y la vida cósmica.
Esta persona cósmica quiere escuchar sonidos, y aparece el ákásha, cuyo carácter específico es la transmisión del sonido. Luego desea sentir el tacto, y el aire es creado. Cuando desea ver, la persona cósmica crea el fuego y este fuego se despliega en numerosas fuentes de luz. Cuando desea sentir el gusto como la frialdad contraria al fuego, el agua comienza a existir. Y finalmente por su sim ple deseo de oler, aparece la tierra con su facultad de olfato.
La persona cósmica dotada de estas facultades es todavía extremadamente sutil e indivisa. Pero abandona esa unidad y se percibe como infinitos puntos en el espacio. Cuando se piensa a sí misma como si fuera cada uno de esos puntos, surge el sentimiento del ego o ahamkára. Este ego posee una inteligencia aparente en su interior y, con ayuda de los cinco elementos cósmicos, concibe el cuerpo como suyo. Cuando imagina (ve) un cuerpo de forma física y material, se transforma en ese cuerpo.
Esta persona cósmica es Brahmá, que parece crear todos estos seres y protegerlos. En un principio surgió en la conciencia infinita, pero desbordado aparentemente por sus autolimitaciones y olvidando su verdadera naturaleza, como en un sueño fetal, se identifica a sí mismo con el cuerpo mantenido por la fuerza vital o prána y compuesto de substancias materiales. Cuando comienza a preguntarse sobre su origen, su verdadera naturaleza se le revela, y se libera de todas aquellas imaginadas autolimitaciones.
Aunque este universo parece existir, no existe como algo real, pues sólo es la reflexión de la conciencia infinita que es la única realidad.
La creación aparece en ella como un sueño, pero la realidad sobre la que aparece es lo único verdaderamente real, el infinito vacío. Ves el mundo porque los ojos y los otros sentidos así lo perciben, y piensas o crees que existe porque tu mente lo piensa así. Pero es la mente la que ha producido ese cuerpo y este mundo como su propia morada.
Todos los poderes inherentes a la mente por los que ese mundo ha comenzado a existir se fundan en la conciencia misma. Por eso han declarado los sabios que la conciencia es omnipotente. Todos los dioses, demonios y seres humanos han sido producidos en su totalidad por la mente y cuando la mente deja de creer en esas nociones, ellos dejan de existir como una lámpara a la que se priva de combustible.
Los sabios que saben que todos los objetos del mundo son irreales, no los consideran objetos de placer dignos de ser perseguidos.
El que corre detrás de los objetos creados por su mente, corre hacia su propia ruina. Este mundo ilusorio ha comenzado a existir a causa del deseo y sólo puede cesar cuando el deseo deja de actuar y no cuando te enfrentas contra él o lo detestas.
Y cuando es te mundo aparente se disuelve, nada ha sido destruido realmente. Cuando se desvanece una imagen irreal, ¿qué se ha perdido?. Si es absolutamente irreal ¿cómo puede ser destruida?. ¿Por qué hemos de sufrir por una pérdida irreal?. Porque si pensamos que es real nadie podría destruirla o hacerla irreal: Desde este punto de vista este mundo no es otra cosa que Brahmán, la verdad eterna, y en tal caso, tampoco hay ninguna necesidad de sufrir por ello.
Por otro lado, si lo irreal no puede crecer ni multiplicarse, ¿de qué hemos de congratulamos?. ¿Qué podemos desear entonces?. Si todo es la conciencia infinita, ¿a qué debemos renunciar?.
Lo que no existe en un principio y finalmente va a dejar de existir, tampoco es real en el intervalo presente. Lo que existe en el principio y al final, es lo único real en este momento.
Date cuenta de que todo es irreal, incluso tú mismo, y no sufrirás ningún dolor, o piensa por el contrario que todo es real, incluso tú mismo, y el sufrimiento tampoco te afectará en absoluto.