La ACEPTACIÓN como resultado de una conciencia activa 5/5 (3)

En la aceptación, disfrutamos de la experiencia de la armonía. Nos sentimos como si los acontecimientos estuvieran fluyendo. Nos sentimos seguros. Podemos estar al servicio a los demás sin sentimiento de auto-sacrificio. Existe el sentimiento: “Estoy bien”, “Estás bien”, y “No pasa nada”. Es un sentimiento de pertenencia, conexión, plenitud, amor, comprensión y sensación de ser comprendidos. Es un sentimiento de cariño, calidez y autoestima. Debido a la seguridad de este estado, podemos permitirnos ser indulgentes, apacibles y naturales. Hay alegría, y nos sentimos “en sintonía” y relajados. Se da la sensación de que todo está bien sólo para nosotros.

Todo Es Perfecto Tal Como Es

En el estado de la aceptación, existe la sensación de que nada necesita ser cambiado. Todo es hermoso y perfecto de la manera que es. El mundo está para ser disfrutado. Hay compasión por los demás y por todos los seres vivos. En este estado estamos automáticamente nutriendo y apoyando a los demás sin ninguna sensación de sacrificio. Debido a la seguridad interior y la sensación de abundancia, hay generosidad y la facilidad de dar, sin expectativas de retorno o necesidad de guardar registro, como el de: “Esto es lo que hago por ti”. Cuando estamos en un estado de aceptación, amamos a nuestros amigos en lugar de ser críticos, y estamos dispuestos a amar a pesar de sus limitaciones, las cuales estamos dispuestos a pasar por alto.

La manera en la que la gente se nos presenta a partir de este espacio es que todo el mundo está haciendo lo mejor que puede con lo que tiene en ese momento.

Vemos que toda la vida está evolucionando hacia su perfección, y estamos en sintonía con las leyes del universo y de la conciencia.

En este estado realmente comenzamos a entender el amor. En el nivel de la aceptación, el amor se experimenta como un estado estable, una condición permanente de una relación. El origen del amor es visto dentro de nosotros mismos, emanando de nuestra propia naturaleza y llegando a incluir a otros. En el estado del deseo, por el contrario, hablamos de estar “enamorados”, como origen de la felicidad y se piensa que el amor está fuera de nosotros mismos. Cuando estamos en el nivel de energía inferior del deseo, buscamos el ser amados. Parece que sea algo a “conseguir”. En el nivel de la aceptación, sin embargo, irradiamos nuestro amor naturalmente desde la esencia de nuestro ser, porque muchos de los bloqueos de su consciencia han sido entregados.

Descubrimos que este amor es nuestra naturaleza interior y que aparece espontánea y automáticamente cuando los bloqueos son eliminados. Esto es lo que los grandes maestros quieren dicen con nuestra verdadera esencia interior, nuestro verdadero Ser. Es objetivo de nuestro Ser interior trascender el ego, que se compone de todos nuestros sentimientos negativos, programas y pensamientos, por lo que somos capaces de experimentar la esencia interior.

Hay muchos caminos que nos llevan al estado de aceptación, y esta es la puerta que nos conduce finalmente a los siguientes estados más elevados, descritos como los niveles de conciencia del amor y de la paz. Para muchas personas que han estado entregando durante un tiempo, este objetivo último reemplaza progresivamente a todos las demás. Morar en los estados del amor incondicional y la paz imperturbable se convierte en la meta interior, más importante que cualquier otro logro.

La Aceptación del Ser y de los Demás

En el nivel de la aceptación, debido al gran cambio en la forma en que percibimos a los demás, ahora nos volvemos conscientes de la inocencia interior más allá de la desesperación y las luchas impulsadas por el miedo que nos han oscurecido a nosotros y a nuestros vecinos, amigos y familia. Los grandes maestros han dicho que la negatividad que vemos en una persona o en la sociedad se debe en realidad a la ceguera, la ignorancia y la inconsciencia. Esta inocencia interior, una vez que es percibida en los demás, también se percibe en nosotros mismos. Todo lo que hicimos, lo hicimos simplemente porque no supimos hacer nada mejor en ese momento. Si hubiéramos sabido hacerlo mejor en ese momento, lo habríamos hecho de esa manera. “Pareció una buena idea en ese momento”, decimos. Vemos la misma ceguera operando en los demás, y podemos ver más allá de sus defectos de carácter y ver en él al niño inocente.

Una vez que vemos nuestra inocencia, hay una identificación con los demás y dejamos de sentirnos solos y estresados. Somos capaces de ver la inocencia incluso tras un arrebato o comportamientos aparentemente horribles. Vemos el interior de una persona y vemos al animal asustado que simplemente no conoce nada mejor. Somos conscientes de que, si se sienten acorralados, seguramente nos atacarán y morderán. Es solo que no se da cuenta de que nuestras intenciones son pacíficas, por lo que se erizan salvajemente.

En el estado de la aceptación, es posible perdonar nuestro propio pasado, así como el de los demás, y sanar los resentimientos del pasado. También es posible ver el don oculto de los sucesos pasados sobre los que hemos estado resentidos, -incluyendo su posible significado kármico. A partir de este nivel, es posible crear un contexto diferente desde el que ver el pasado y por tanto sanarlo. Con la realización final del nivel de la aceptación, nos sentimos seguros sobre el futuro y podemos pasar a los niveles del amor y de la paz. La razón y la lógica se convierten en herramientas para el cumplimiento de ese potencial.

Otra de las características del nivel de la aceptación es que ya no estamos preocupados por los juicios moralistas, de lo “bueno” y lo “malo”.

Simplemente se vuelve evidente lo que funciona y lo que no funciona. Es fácil ver lo que es destructivo y lo que es óptimo, sin juzgar nada como “malo”. Se elimina la culpa, que acompaña a todos los juicios contra los demás y contra nosotros mismos. Vemos entonces el significado de la frase: “No juzguéis, para que no seáis juzgados”.

En la aceptación, hemos dejado la culpabilidad interna que condenaba incluso con nuestros impulsos humanos más básicos. Podemos disfrutar de nuestra condición física sin la aversión moralista o la auto-gratificación compulsiva. Aceptamos que los demás han llegado a su conocimiento de la vida y sus puntos de vista éticos de una manera que tenga sentido para ellos, incluso si sus creencias y comportamientos son muy diferentes de los nuestros. Cuando vemos la inocencia en todo el mundo, realmente podemos cumplir el “ama a tu prójimo como a ti mismo”, y, así, el dejar ir, nos ha permitido alcanzar una meta elevada, sin siquiera el intento consciente de ello.

El nivel de la aceptación se caracteriza por una actitud desinteresada y de servicio. Esto es consecuencia de la entrega de los sentimientos negativos que crea el pequeño yo, lo que elimina nuestra identificación con él. En cambio, la armonía y la paz interior son experimentadas como la naturaleza de nuestro Ser superior. Debido a que se ha renunciado a los programas negativos, se da la aparición de una mayor creatividad, inspiración e intuición.

Hay la certeza de que nuestras propias necesidades serán satisfechas; por lo tanto, hay un cambio en las relaciones de modo que la atención se centra en el bienestar y la felicidad de los demás. Esto se ve facilitado por el hecho de que, en este nivel, ya no hay ninguna necesidad en forma de dependencia de otras personas, ya que no hay nada que sintamos que necesitemos “obtener” de ellos. En una relación de cariñosa aceptación, a las imperfecciones menores ya no se le da una importancia grave y son pasadas por alto.

En la aceptación, hay una creciente despreocupación por “el hacer”, y un creciente enfoque sobre la cualidad de ser, y la perfección de nuestra propia capacidad interna para ser generosos y amar.

Aunque los sentimientos negativos todavía pueden surgir, son menos frecuentes y se manejan con mayor facilidad. En general, el funcionamiento es ahora muy fácil, y las actividades diarias se vuelven casi imperceptibles debido a su menor esfuerzo.

 

La Responsabilidad Personal

El sello distintivo de este estado es la toma de la responsabilidad de nuestra propia conciencia. El interés por la meditación y los diversos métodos de la contemplación interior es común. Los asuntos espirituales y éticos se vuelven importantes. Podemos, por ejemplo, asistir a retiros religiosos si somos religiosos, o podemos comprometernos con lo espiritual o con los esfuerzos humanitarios si nos orientamos a esas esferas.

El mundo se ve armonioso, y cualquier alteración de esa apariencia es observada como una proyección de nuestros propios conflictos internos. En este nivel, se da la consciencia de que todos los sentimientos negativos son nuestros propios problemas, y ya no hay que buscar más su resolución fuera de nosotros mismos.

Hay una seriedad en cuanto al crecimiento de nuestra propia conciencia y auto-consciencia, y un centrarse en perfeccionar la cualidad de esa misma conciencia. En este nivel, podemos empezar a desarrollar un interés por la filosofía, la investigación científica, y los clásicos espirituales que exploran el potencial más elevado de la mente y el espíritu humano. Lo que se vuelve cada vez más importante es en lo que nos estamos convirtiendo, y no lo que tenemos o hacemos. En este nivel, asumimos el reto

Libro: Dejar ir _ David R. Howkins

 

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