A veces, el daño causado por nuestras palabras es evidente, pero otras veces no, mas el daño no disminuye aunque seamos incapaces de ver el sufrimiento que nuestras palabras causan a otras personas.
Es posible curar una herida de bala, pero la herida causada por una lengua nunca cicatriza. Sabiduría persa.
Si alguno no ofende hablando, es un hombre perfecto… Así también la lengua es un miembro pequeño y puede gloriarse de grandes cosas. Mirad qué pequeño fuego abrasa un bosque tan grande. Santiago 3, 2-5.
Cuando escuches a la gente hablar de los vicios de otras personas, no te complazcas en hablar de esos asuntos. Cuando oigas hablar de maldades ajenas, no escuches hasta el final y trata de olvidar lo que has oído. Cuando oigas hablar de las virtudes de los demás, recuérdalas y cuéntalas a otros. Sabiduría oriental.
Presta oído a las disputas, pero no te mezcles en ellas. Nikolai Gogol.
Yo me decía: «Guardaré mis caminos, sin pecar con mi lengua». Salmos 39, 1.
Ay de ti si destruyes la unidad de la gente, revolviendo a unos contra otros con tus palabras.
León Tolstoi
SABIDURÍA RETROSPECTIVA
El otro nunca es responsable. Estad atentos. Si os volvéis sabios en el momento, no habrá problema. Pero todo el mundo se vuelve sabio cuando el momento ha pasado.
La sabiduría retrospectiva no vale nada.
Cuando lo habéis hecho todo, cuando habéis luchado, sermoneado y os habéis quejado y luego os habéis vuelto sabios y visto que no tenía sentido, es demasiado tarde. No sirve para nada… porque ya habéis cometido el daño. Esta sabiduría es una sabiduría falsa. Os brinda la sensación de que habéis entendido. Ese es un truco del ego. Esa sabiduría no os va a ayudar. Cuando estabais haciendo lo que hacíais, en ese mismo momento, simultáneamente, es cuando ha de surgir la percepción y deberíais comprender que lo que hacéis es inútil.
Si sois capaces de verlo cuando está presente, entonces no podéis hacerlo. Jamás se puede ir contra la propia percepción, y si se va contra ella, esa percepción no lo es. Se la está confundiendo con otra cosa.
Así que recordad, el otro jamás es responsable de nada. Es algo que hierve en vuestro interior. Y por supuesto la persona a la que amáis es la que está más próxima a vosotros. No podéis arrojárselo a un desconocido que pasa por la calle, de modo que la persona que más próxima tenéis se convierte en el receptáculo en el que podéis continuar vertiendo todas vuestras tonterías. Pero hay que evitar eso, porque el amor es muy frágil. Si lo hacéis demasiado, si os excedéis, el amor puede desaparecer.
El otro nunca es responsable. Intentad que esto sea un estado tan permanente de percepción en vosotros que siempre que empecéis a ver algo malo en el otro, lo recordéis. Sorprendeos con las manos en la masa, para poder parar en el acto. Y pedir que se os perdone.
Osho