Un hombre rico no puede ser misericordioso. Si se adhiere a la misericordia, pronto perderá sus riquezas.
Deja de robar al prójimo antes de dar limosna a los mendigos. Con la misma mano que robas a una persona, recompensamos a otra, dando al pobre el dinero que hemos robado a alguien aún más pobre. Es mejor abstenerse de la caridad que caer en este tipo de caridad. San Juan Crisóstomo.
El mejor ejemplo de la crueldad de la vida del rico son sus esfuerzos por llegar a ser virtuoso.
Si alguno que posee bienes terrenales ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?
Hijos míos, no amemos ni de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad. Primera Epístola de Juan, 17-18.
Con el fin de no amar de palabra y lengua, sino de obra y sinceridad, todo el mundo debería ayudar a aquellos que piden ayuda, como dijo Cristo.
Pero si empiezas a dar a todos los que piden, aunque seas muy rico, muy pronto dejarás de serlo.
León Tolstoi
JUGAR UN PAPEL
Jugadlo, pero a sabiendas… Jugad vuestros juegos, sean cuales fueren; no los reprimáis. Si surge la idea, jugadla Tan perfectamente como os sea posible, pero plenamente alertas. Disfrutadlo, y otros también lo disfrutarán.
Aunque una persona juegue un papel, hay un motivo para ello. Ese papel tiene alguna importancia para la persona. Si el juego se juega a la perfección, algo del inconsciente desaparecerá, se evaporará, y quedaréis libres de una carga.
Por ejemplo, si queréis jugar como un niño, eso significa que en vuestra infancia algo ha permanecido incompleto. No pudisteis ser un niño como quisisteis ser, alguien os detuvo. La gente os hizo más serios, os obligó a ir más allá de vuestra edad, os hizo aparecer más adultos y maduros de lo que erais. Algo ha permanecido ahí incompleto. Esa imperfección exige ser completada y os seguirá hostigando. Así que acabadla. No hay nada malo en ello. Aquella vez, en el pasado, no pudisteis ser niños; ahora sí.
Una vez que podáis sumergiros totalmente en ello, veréis que ha desaparecido y que no volverá nunca más.
Osho