Cuando vivimos en la persona, cuando vivimos en este pequeño “yo” que llevamos a todas partes, la vida nos trae dificultades.
Cuando estamos preocupados por nuestros propios intereses individuales, personales, de inmediato nos separamos de la vida. Cuando comprendemos fundamentalmente que no somos esta persona, este cuerpo, esta mente, y que somos realmente nada menos que la propia “consciencia pura”, entonces también sabemos que no necesitamos ya sufrir más.
De hecho, también sabemos que no hay nadie aquí para sufrir de todos modos y que nunca hubo nadie.
Todo este drama de la vida y la muerte es una gran obra (de teatro) dentro de la consciencia universal. Asumimos los papeles que se nos pide representar y nunca los cuestionamos. El dolor que sentimos y la lucha en la que participamos, puede terminar todo ahora, al instante. Lo único que se necesita es observar todo lo que sucede, dar un paso atrás, y dejar de perpetuar nuestros patrones habituales de pensamiento y comportamiento, y simplemente ser lo que somos, en nuestra verdadera naturaleza ― ni más, ni menos.
Cuando no se consigue lo que se quiere, el ego por lo general tiene una rabieta de algún tipo, o hace un esfuerzo de crueldad más concertado. La gente incluso comete asesinato, por pequeñas ganancias para sí mismos. Pero estos actos siempre son pagados, al instante. Algunas personas consideran que los asesinos, ladrones y abusadores de otras personas han salido completamente impunes si no son capturados y tratados por el sistema legal. Pero, nadie queda impune de tales actos.
En el momento en que cometes dicho acto extremo de separación, como asesinato, robo, abuso infantil y cosas por el estilo, te desconectas aún más de ti mismo y caes más profundamente en el dolor y la separación. Puedes pensar que estás teniendo placer, que estás disfrutando, pero no estás más que tratando de compensar el dolor que sientes dentro ― que es el dolor de la separación.
Cuanto mayor es el dolor que sientes, a menudo mayor y más distorsionados son los actos que eres capaz de hacer. En menor medida, las personas que no son criminales también se desconectan de la vida y tienen un sentido continuo de separación por estar siempre centrados en el ego, su beneficio y sus intereses. Por el contrario, los actos desinteresados, carentes de ego, nos alejan más de la separación y el dolor que nace de ella.
En realidad, hay millones de entidades físicas, personas, cuerpos, corriendo de aquí para allá en el mundo, con la creencia en sus mentes de que están completamente separados y son distintos unos de otros. Hay una gran obra desarrollándose en nuestro universo ― una obra que continúa sin cesar, una obra en la que todos sus actores, como fantasmas, aparecen y desaparecen.
El precio que pagamos por creer en la ilusión de la separación, es el dolor y el sufrimiento. El anhelo que la mayoría de nosotros sentimos en algún momento de nuestra vida es el anhelo de regresar a nuestra pureza original, a nuestra verdadera naturaleza, a la felicidad de simplemente Ser.
En el vacío silencioso de nuestra verdadera naturaleza no hay separación, no hay anhelo, porque estamos inmersos en la felicidad pura sin adulterar.
Roy Whenary , de su libro “The Texture of Being”