La clave para mantenerse consciente: EL RECUERDO DE SÍ 4.69/5 (13)

Nuestro organismo se nutre, muy especialmente, con las impresiones. ¿Qué es una “impresión”? Todo lo que podamos percibir, cualquier imagen, sonido, olor, sensación, sabor, estímulo, etc., es una “impresión”.

Todo ese mundo exterior que nos rodea lo percibimos nosotros a través de las diversas “impresiones” que penetran por los sentidos.

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Todos los acontecimientos de la vida llegan a la mente en forma de impresiones, todos los eventos llegan al cerebro en forma de impresiones. La alegría, la tristeza, la esperanza, la desesperación, los problemas, las preocupaciones, etc., llegan a la mente en forma de impresiones. Cualquier circunstancia, cualquier acontecimiento, por insignificante que sea, siempre llega a la mente en forma de impresiones.

Desgraciadamente, a diferencia de lo que ocurre con la comida y el aire que respiramos, no tenemos un órgano capaz de TRANSFORMAR las  impresiones, no hay un órgano para la digestión y transformación de las impresiones.

No existe realmente eso de la “vida externa”. Esto que estamos diciendo es muy revolucionario, pues todo el mundo cree que lo físico es lo real, pero si vamos un poquito más al fondo, lo que realmente estamos percibiendo, a cada instante, son meramente las impresiones.

 

La vida es una SUCESIÓN DE IMPRESIONES, y no como creen muchos “ignorantes ilustrados” una cosa sólida, física, de tipo exclusivamente material. La realidad de la vida para nosotros son sus impresiones. La idea que estamos emitiendo resulta ciertamente difícil de capturar. Es posible que ustedes tengan la certeza de que la vida que tienen existe como tal y no como sus impresiones. Estamos tan sugestionados por el mundo físico que, obviamente, así piensa la gente. La persona que vemos sentada, por ejemplo, en una silla, aquel que nos sonríe más allá, el niño que juega con su bicicleta, el pájaro que alegre canta sobre la rama, etc., es para nosotros algo real, ¿verdad? Pero si meditamos profundamente en todo lo que vemos, llegamos a la conclusión de que lo real son las impresiones. Estas, como ya dije, llegan a la mente a través de las ventanas de los cinco sentidos.

Como quiera que desafortunadamente no contamos con un órgano capaz de “transformar” o “digerir” impresiones, estas se convierten en agregados psíquicos, es decir, en Yoes. Si no “transformamos” la mala impresión que recibimos, por ejemplo, de un insultador, entonces esa impresión se convierte, dentro de nosotros, en un Yo de venganza. En nosotros existe ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo, pereza y gula.

 

Ira, ¿por qué? Porque muchas impresiones llegaron a nosotros, a nuestro interior, y nunca las transformamos. El resultado mecánico de tales impresiones fue la ira, fueron los Yoes que viven en nuestra psiquis y que constantemente nos hacen sentir coraje. ¿Codicia? Indudablemente muchas cosas despertaron en nosotros la codicia: el dinero, las joyas, las cosas materiales de todo tipo, etc. Esos objetos llegaron a nosotros en forma de impresiones. Nosotros cometimos el error de no haber transformado esas impresiones en una cosa diferente: en una admiración por la belleza, o en altruismo, o en alegría por el bien ajeno, etc…

Todo el trabajo sobre nuestra vida versa en saber transformar las impresiones y en saber eliminar los resultados mecánicos que estas produjeron
en el pasado…

¿QUÉ HACER PARA TRANSFORMAR UNA IMPRESIÓN?

Si una persona se encuentra desesperada por algún problema sentimental, económico o político, obviamente se ha olvidado de sí misma… Tal persona, si se detiene un instante, si observa la situación y trata de recordarse a sí misma, y luego se esfuerza en comprender el sentido de su actitud; si reflexiona un poco, si piensa en que todo pasa, en que la vida es ilusoria, fugaz, y en que la muerte reduce a cenizas todas las vanidades del mundo… Si comprende que su problema, en el fondo, no es más que una “llamarada de petate”, un fuego fatuo que pronto se apaga, verá de pronto con sorpresa que todo ha cambiado… Transformar reacciones mecánicas es posible mediante la confrontación lógica y la autorreflexión íntima del Ser… Psicología Revolucionaria
 Como hemos visto, no transformar las impresiones equivale a crear Yoes. Dejar de crear Yoes es indispensable. Eso es posible, únicamente, “digiriendo”, “transformando” las impresiones. Y ¿cómo “digerirlas”?
¿De qué manera? ¿Cómo transformarlas en algo diferente? ¿Sería posible eso? ¡Sí es posible! ¿Cómo?  ¿Habría alguna forma, alguna técnica, alguna práctica que permitiese utilizar la Conciencia para interponerla entre las impresiones y la mente? ¿Existe alguna clave que nos permita usar la Conciencia de esa manera, que sea la Conciencia quien reciba las impresiones y no la mente?

 

¿Cómo usar, pues, la Conciencia? ¿Cómo utilizarla, de qué modo, a fin de que sea ella, y nada más que ella, la que reciba las impresiones y las transforme?

Voy a decirles a ustedes la clave, muy sencilla: JAMÁS OLVIDARNOS DE NOSOTROS MISMOS, DE NUESTRO PROPIO SER.

Porque si uno se olvida de su propio Ser interior en presencia de un insultador termina insultando; si uno se olvida de sí mismo, de su propio Ser, en presencia de una copa de vino termina borracho; si uno se olvida de sí mismo, de su propio Ser, en presencia de una persona del sexo opuesto termina fornicando.

 

Cuando uno aprende a vivir en estado de ALERTA PERCEPCIÓN, de ALERTA NOVEDAD;

cuando uno se recuerda a sí mismo de instante en instante, de momento en momento; cuando uno jamás se olvida de sí mismo, indubitablemente se va tornando consciente.

Si uno no se olvida de sí mismo en presencia de un insultador, si uno no se olvida de su propio Ser, entonces transforma esas impresiones perversas en una fuerza diferente.

Así que NO OLVIDARSE DE SÍ MISMOS es la clave que nos permite manejar inteligentemente la Conciencia. Cuando uno no se olvida de sí
mismo interpone, entre la mente y las impresiones, eso que se llama Conciencia.

La recordación de sí mismos es algo interesante. Cuando uno se recuerda a sí mismo origina fuerzas diferentes a las de sus semejantes: fuerzas distintas, fuerzas que le hacen a uno un sujeto completamente diferente a los demás.

Interesante resulta saber, pues, que quienes crean tales fuerzas son distintos, que hasta sus potencias de vida son distintas. Si colocáramos dos sujetos en un lugar inhóspito, con mala alimentación, mal ambiente, etc.; el uno, que jamás se acuerda de sí mismo, que vive una vida mecanicista; y el otro, que siempre se acuerda de sí mismo de momento en momento, que nunca olvida a su propio Ser íntimo, pueden ustedes estar absolutamente seguros de que el primero moriría prontamente y que el segundo vivirá a pesar del ambiente inhóspito, porque está rodeado de fuerzas distintas a las de los demás…

 

¡Observe el lector cuán importante es ese evento que se llama IMPRESIONES! No podemos vivir ni un segundo sin las impresiones, ni una milésima de segundo. Así, pues, vale la pena transformarlas en algo distinto: en poderes, en luz, en fuego, en armonía, en belleza…

Vivimos en un mundo de gran actividad, donde todos creen que HACEN y NADIE HACE NADA: todo nos SU-CE-DE, como cuando llueve, como cuando truena. ¿Por qué? Sencillamente porque no tenemos encarnado al Ser.

Sólo el Ser puede hacer; él HACE, y el verdadero Hombre es el Ser; pero si la máquina actúa, actúa algo que no es el Ser: está actuando un robot programado con una computadora maravillosa que se llama cerebro, está actuando mecánicamente. NO ESTÁ HACIENDO, ESTÁ ACTUANDO (una cosa es HACER y otra es ACTUAR).

Cualquier máquina actúa, se mueve, anda, cumple sus funciones, porque es máquina y está programada para cumplir sus funciones, pero HACER es algo distinto: sólo el Hombre puede hacer, y el Hombre verdadero es el Ser.

De manera que somos ROBOTS PROGRAMADOS; el Ser no interviene para nada en toda esa tragedia, él no se mete en esos asuntos. 

Existen y viven aquí, en este valle doloroso de la vida, un montón de sombras provistas de organismos físicos. Y, ¿qué HACEN esos organismos? ¡Nada! Se mueven mecánicamente de acuerdo con el programa que ha sido depositado en el cerebro (no digo solamente en el cerebro físico, sino en los tres cerebros: en el intelectual, en el emocional y en el motor).

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Necesitamos tener existencia real, porque todavía no la tenemos. ¿Quizás el amable lector se precia de tener existencia real? Para tenerla necesitamos dejar de ser robots, y podemos dejar de serlo eliminando todos los agregados psíquicos, eso es obvio. Sin embargo, saber que tenemos que eliminar los agregados psíquicos no es todo; necesitamos DEJAR DE CREAR NUEVOS AGREGADOS, y diariamente los estamos creando al “no transformar” las  impresiones. Necesitamos “digerir” las impresiones, transformarlas en fuerzas distintas, para no crear nuevos Yoes.
¿Qué es, en realidad de verdad, eso que llamamos vida? Ciertamente es como una película.

Samael Aun Weor: La transformación de las impresiones

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