El sistema educativo está atrapado en una serie de creencias sociales que están arruinando el potencial de los estudiantes.
De no tener más que un sistema educativo con una base ligeramente religiosa hemos pasado a una educación completamente orientada a la sociedad del trabajo después de nuestro paso por la revolución industrial. Es por esto que nuestras escuelas aún se parecen a las fábricas de producción en cadena.
Pero hoy esa revolución no es industrial, es tecnológica y entre el móvil, la televisión las videoconsolas, las redes sociales, los infinitos impactos publicitarios y demás elementos tenemos a nuestros estudiantes cien veces más distraídos que antes y por esto los culpamos de no atender a las aburridas clases y peor aun de estar enfermos con trastorno de déficit de atención (TDH). Los atiborramos por ello de medicamentos psiquiátricos y estamos empezando a creer que esto es lo normal.
Hay que cambiar el paradigma. No cambiar únicamente la forma de educar sino cambiar la forma de pensar de toda la sociedad, padres, hijos, profesores, empresarios…aplicando mas el pensamiento divergente como parte de la creatividad e innovación que posee naturalmente todo ser humano y terminar con el modelo que hace de nuestros niños autómatas parlantes al salir de la universidad.
Ken Robinson es muy claro en esto y lo explica muy detalladamente en este video animado.