En 1984, un grupo de exploradores de oro encontró en las selváticas montañas de La Maná, Ecuador, un profundo túnel con un tesoro arqueológico que, de verificarse su autenticidad, se trataría de un hallazgo de grandes proporciones.
El túnel, ubicado en las coordenadas 0.95ºS 79.18W, conduce hasta una galería en la que este grupo, liderado por el ingeniero Elías Sotomayor, encontró unos 300 objetos.
Las piezas encontradas son procedencia y antiguedad desconocidas, y lo que hace a estos objetos tan particulares son los motivos en ellos grabados, la tecnología utilizada y los materiales incrustados.
Actualmente, el grupo de más de 300 artefactos de La Maná forman parte de la copiosa colección privada que posee en Ecuador Germán Villamar, quien recibió la totalidad de las mismas por parte de Sotomayor.
En cuando al lugar del hallazgo, la tradición oral cuenta la existencia una “Ciudad de Oro” en lo que actualmente es la selva ecuatoriana, llamada, precisamente “La Maná”, y justamente, la zona donde fueron hallados los objetos es de una particularidad muy especial por el hecho de encontrarse oro orgánico en el agua.
Los increíbles hallazgos
Algunos de los objetos más llamativos encontrados en la cueva son:
1. “La piedra del mapa del mundo”: una losa de piedra la cual tiene grabado un planisferio que incluye a América, Europa, partes de Asia y África, además de tres continentes hoy inexistentes de los cuales uno se ubica donde Platón identificó a la Atlántida.
Se trata del artefacto más desconcertante del grupo. Esta piedra de 60 cm.de alto 40 de ancho y 30 de profundidad, con líneas talladas y piedras incrustadas, podría tratarse del mapa más antiguo conocido hasta la fecha, una representación global del Pleistoceno.
El mapa representaría una época en la cual el planeta presentaba una fisonomía distinta a la actual, ubicándola probablemente en una antigüedad superior a los 12.000 años. Se observan territorios hoy inexistentes, probablemente debido a que la Tierra no habría experimentado aún los cataclismos que aparejaron entre otras cosas la subdicción y elevación del nivel del mar, y de los que hablan varios textos antiguos.
Los continentes actuales son distinguibles inconfundiblemente, mostrando claramente a Italia, Grecia, el Mar Muerto, el Golfo Pérsico e India. La zona costera del sureste asiático es delineado de un modo un poco diferente a como lo hacen los mapas modernos, mostrando una masa terrestre actualmente sumergida en el área que ha sido nombrada por R. Schoch como Sundaland. En las Américas no aparecen las islas del Caribe ni la Península de La Florida y en su lugar una vez más revela enormes masas terrestres que hoy estarían sumergidas.
En medio del Atlántico Norte se ve un pequeño continente que se asemeja a la descripción del filósofo griego Platón de la Atlántida. Se ve en el área del Pacífico una enorme isla justo por debajo de la línea ecuatorial, probablemente del tamaño del actual Madagascar. También está representada una masa terrestre (hoy inexistente), al sur de lo que es hoy Japón, precisamente donde se encuentra la estructura sumergida de Yonaguni. Las investigaciones arqueológicas submarinas realizadas en Okinawa por M. Kimura han contribuido a la hipótesis de que la antigua civilización de Mu habitó ese lugar, hoy sumergido.
Otro enigma del mapa es la línea blanca tallada: de un lado de la piedra, la línea pasa precisamente por La Maná, el lugar donde fue encontrada la “La piedra del mapa del mundo”, y en ese mismo punto hay una incrustación circular.
Del otro lado de la roca, hay una incrustación en la zona que podría tratarse deSumer, la primera civilización de la que se tienen registros. De hecho, la incrustación que realizaron es en realidad la representación de un “ojo” (como el que “todo lo ve”).
Cabe remarcar que se han encontrado objetos con signos cuneiformes sumerios en el Altiplano Andino, cerca de Tiahuanaco, Bolivia, y objetos de arte de origen sumerio en la Cueva de los Tayos, en Ecuador mismo.
2. La representación de una pirámide de tres lados con un “ojo” en la cima, símbolo espiritual sánscrito de la visión psíquica y representado en todas las culturas antigüas como el “Ojo que todo lo ve”, una variación del Tercer Ojo.
Llamativamente, la pirámide tiene los mismos 13 niveles y el mismo “Ojo que todo lo ve” del billete de un dólar.
En su base posee incrustaciones en oro representando la constelación de Orión, además de una serie de glifos arcaicos, que Kurt Shildmann, presidente de la Sociedad Lingüística de Alemania, lo denominó como “Pre-Sánscrito”, similar al Sánscrito pero anterior, lenguaje que hasta ese momento era considerado el más antiguo. Shildmann dijo poder traducir dicho texto como: “El Hijo del Creador proviene de aquí”.
Al no haber registros sobre la existencia de pirámides lisas, como las egipcias, en América (sólo hay escalonadas), se la considera como una representación de la Gran Pirámide de Gizeh, ubicada a miles de kilómetros de distancia de La Maná.
La pirámide también es fluorescente como el resto de los objetos encontrados, tanto sus líneas blancas como, y sobretodo, el “Ojo que todo lo ve”, con incrustaciones de color celeste y amarillo.
Es interesante el hecho de que este artefacto hallado en Ecuador presente el símbolo del Tercer Ojo y la fachada original completa, cuando las piedras de revestimiento ya no existen, así como tampoco su cúpula.
3. Un conjunto de placas de piedra labradas con un complejo diseño geométrico basado en círculos.
Los círculos, (“mandala” en sánscrito), son un símbolo sagrado utilizado durante la meditación. Una de estas piedras tiene incrustados siete círculos concéntricos, otra tiene tanto círculos concéntricos como excéntricos, y otra posee una espiral en azul fluorescente, y un círculo exterior en rojo-naranja a la luz del día y de un blanco brillante bajo la luz ultravioleta.
El diseño en espiral es, aún hoy en día, un símbolo del viaje interior de la meditación y también es usado con efectos hipnóticos. Los discos muestran una región de cero magnético en su centro que ha sido comprobada consistentemente, haciendo que cualquier imán colocado sobre el centro del disco como un péndulo, gire en el mismo sentido de las líneas incisas.
4. La representación de una cobra
Para los que se preguntan que tiene de extraño encontrar la representación de una cobra, la respuesta, y de ahí lo asombroso, es que se trata de una serpiente que en la actualidad habita únicamente en Asia y en África.
La kundalini (“serpiente” en sánscrito) se utiliza para representar el flujo de energía “prana”, presente en el cuerpo humano. Se puede estimular para elevar la conciencia a través del sistema natural de chakras (“rueda” en sánscrito), una alineación de siete centros vibratorios y rotatorios del cuerpo.
En este sentido es llamativo encontrar esta cobra la cual presenta un diseño de siete líneas ventrales a cada lado de su cuello, acaso a modo de representación de los siete chakras.
5. Dos figurillas de piedra sobre una placa con puntos incrustados, que forman constelaciones fluorescentes.
Los “observadores de estrellas” están inclinados hacia atrás, como observando el cielo nocturno, cuyas constelaciones se plasman en las incrustaciones de la placa. Estas enigmáticas figuras llevan abultados trajes, que junto a sus enormes ojos ovalados fluorescen junto con las constelaciones bajo los rayos ultravioleta.
Las constelaciones representadas en la base no se corresponden exactamente con las observaciones actuales, lo que habla de su gran antigüedad. Aun así se pueden identificar fácilmente como una representación del área del cielo nocturno alrededor de Orión, el cazador. También está representada la estrella solitaria de Aldebarán, Las Pléyades o siete hermanas y Castor y Pollux de los Gemelos y Proción. La base es un reflejo simbólico terrestre del cielo nocturno con el cual las dos figuras de pie están transpuestas.
6. Un juego de copas de piedra con incrustaciones fluorescentes.
La perfección geometría de las copas, hechas en jade, sugiere el uso de avanzadas técnicas tardías para rotar la piedra mientras era cortada. Una de las copas resalta por su tamaño y por el diseño de puntos incrustados que representan el mismo grupo de constelaciones señalado en la pieza de los “observadores de estrellas”.
La copa grande de piedra también tiene incisos doce puntos fluorescentes azules alrededor de su pie, un conjunto de doce puntos naranja más grandes alrededor de la base y del fondo en el interior de la copa. Cada una de las doce copas pequeñas tiene un punto inciso y un numeral en el exterior y el contenido de líquido total de las copas pequeñas llena exactamente el volumen del recipiente mayor. La numeración de las copas pequeñas, de 1 a 12 está asociada con el zodiaco y los cálculos calendáricos de los ciclos de precesión terrestres.
Los numerales de La Maná se asemejan a los de la cultura maya cuyos complejos cálculos astronómicos se preservan en sus veinte calendarios sagrados.
Observaciones
El diseño, tecnología y acabado de estos increibles objetos imposibilita su categorización dentro de cualquier cultura conocida en Suramérica. Más allá de la semejanza numérica con la cultura maya, el simbolismo presente en las formas y en los diseños y escritura incrustados en los artefactos de La Maná se relaciona más con aquellos de la cultura sánscrita más conocida en los contextos del sureste asiático. El nombre mismo del lugar, “Maná”, provendría del sánscrito y se traduciría como “La Mente” o “El Cuerpo Mental”.
No existe una explicación razonable, dentro del paradigma vigente, para estos artefactos con características tecnológicas tan avanzadas como su tallado, efectos magnéticos de punto cero y líneas fluorescentes. La existencia misma de estos objetos desafía todas las convicciones sobre los conocimientos y las capacidades tecnológicas de las civilizaciones antigüas, evidenciando una falla abismal en lo establecido por la teoría de la evolución de la humanidad.
Estas piezas, inscritas en un lenguaje pre-sánscrito, con representaciones de animales y objetos oriundos de regiones muy distantes de donde fueron halladas, nutren la idea de una cultura madre que pobló en un pasado remoto la Tierra, influyendo posteriormente en todas las culturas iniciales de las cuales tenemos registro.
Desde hace mucho se sospecha que el profundo conocimiento astronómico y la precisión de las observaciones de los mayas, sumerios y egipcios son la herencia legada por una avanzada civilización anterior, una cultura madre global.
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Un vídeo ilustrativo de los objetos encontrados:
El lugar: La Maná, provincia de Cotopaxi
Si miramos la tierra desde el espacio, la montaña más elevada es el Chimborazo, seguida del volcán nevado del Cotopaxi . En la base de la montaña, no lejos del lugar donde los Andes se rinden al Pacífico, se encuentra la fuente sagrada de Aguas azules, en el municipio de La Maná. Allí, en la finca Aguas azules, brotan de la tierra las aguas de una montaña donde se han encontrado los maravillosos vestigios de civilizaciones anteriores a las precolombinas.
El nombre maná da lugar a varios debates sobre su origen.
La palabra maná, vendría de “att lang mana”, que significa “la mina del gran Rey”, esto es resonante con la abundancia de oro y minerales en su suelos.
Maná significa “grande hermoso”, vinculado a la fertilidad y la generosidad de sus suelos que son propicios para todo tipo de cultivos.
En la Polinesia, maná es la esencia natural contenida en los seres vivos que derivan su fuerza de los espíritus de la naturaleza y los dioses.
Maná significa trueno en walisien
En la Isla de Pascua en Chile, maná, significa punto de atracción, punto magnético.
La Biblia “el maná”, un alimento, comida, abundancia.
Según el Ing. Guillermo Sotomayor Navas, la Maná es el “ombligo del mundo” “, es decir, el centro de formación de la tierra.
Descubrimiento de la primera fuente, la primera planta
Gracias a una coincidencia, en un lugar místico en Los Andes reverenciado como el más sagrado de los lugares de civilizaciones antiguas, mientras realizaba trabajos de excavaciones mineras, el ingeniero Sotomayor tropezó con reliquias y artefactos de una civilización desconocida hasta ahora, en los cuales se evidencia un conocimiento profundo de la naturaleza. En el mismo lugar, por ocho ojos de agua en la base de la montaña sagrada de La Maná, de la cadena del Cotopaxi, brotaba la fuente.
El Mito y la Leyenda
Muchos manuscritos antiguos mencionan el agua de vida, el elixir, que tiene el poder mágico de prolongar la vida de aquéllos que la beben. En todas las épocas el ser humano ha buscado esta fuente de la eterna juventud. En la edad media los reyes y soberanos enviaban sus emisarios para encontrar esta fuente mística, entre ellos los Reyes de España, cuyos científicos habían estudiado manuscritos antiguos y habían calculado que esta fuente debía estar localizada en lo que hoy es Perú-Ecuador.
Historias como las que narró Juan de Bourgogne, bajo el nombre de Juan de Mandeville que circulaba en el viejo continente desde 1356 describían imaginarios viajes a extrañas regiones (identificadas geográficamente en la zona selvática peruana) en que conoció la fuente de la eterna juventud. Textualmente escribió: “Junto a una selva estaba la ciudad de Polombé, y junto a esta ciudad, una montaña de la que tomaba su nombre la ciudad. Al pie de la montaña hay una gran fuente, noble y hermosa; el sabor del agua es dulce y olorosa, como si la formaran diversas maneras de especiería. El agua cambia con las horas del día; es otro su sabor y otro su olor. El que bebe de esa agua en cantidad suficiente, sana de sus enfermedades, ya no se enferma y es siempre joven.”
Datos interesantes sobre La Maná
Un grupo de buscadores de oro liderados por el ingeniero Guillermo Sotomayor que se había internado en las selváticas montañas de La Maná, en Ecuador, descubrió en 1984, en una zona que en la década de los 80 había sido objeto de explotación minera de oro por medios mecánicos, en las coordenadas 0.95ºS 79.18W, un profundo túnel que conducía hasta un enorme recinto en el cual se hallaban unos 300 artefactos de piedra de procedencia y edad desconocida.
Cabe destacar que las historias de transmisión verbal que han sobrevivido a los tiempos, dan cuenta de la existencia de una Ciudad de Oro en lo que actualmente es la selva ecuatoriana, llamada, precisamente “La Maná”, que si se toma en cuenta una traducción del nombre desde el sánscrito
( probablemente uno de los idiomas más antiguos conocidos), significaría “La Mente” o “El Cuerpo Mental”, y que las características de la zona son muy especiales por el hecho de encontrarse oro orgánico en el agua, fenómeno que los hidrólogos consideran que sólo se produce en las fuentes de agua más ricas del planeta.
DESCUBRIMIENTO DE LA PIRÁMIDE COLIBRÍ en la Maná en 2013
El Parque Arqueológico de Resonancia humano se dedica a la exploración, investigación y excavación del magnífico complejo de la pirámide de Paleo-sánscrito de La Maná, Ecuador. Descubierto por Alexander Putney y su compañera Suzanne Benoit en noviembre de 2013. Este gran complejo de la pirámide comprende 17 antiguos edificios monumentales a lo largo de las dos caras de una estructura superior a 70m de altura parcialmente cubierta en metros de ricos yacimientos de arcilla de caolín y bosques de neblina densa.Tanto la construcción y la forma de la compleja que recuerda a las pirámides que se han descubierto en Bosnia y Herzegovina y en nIdonesia.
Estamos orgullosos de anunciar nuestra febrero de 2014 la apertura del Parque Arqueológico de resonancia humana al sur de La Maná en la pequeña comunidad de La Envidia, que se traduce como “La Envidia”. Los visitantes pueden disfrutar de Springwaters puros durante una excursión cascadas exquisitos en los Siete Cascadas (“Las Siete Cascadas”), ubicado en el corazón de este complejo de la pirámide antigua recientemente redescubierto. Fuera de las nieblas se elevan por encima de las cataratas telares los Siete Cascadas Pirámide, vestidos de árboles.
Excursiones para grupos a los sitios del templo y excavaciones se puede arreglar fácilmente con los propietarios antes de su visita a garantizar la protección de los cultivos y la pureza de sus fuentes de agua. Únete a nosotros y experimentar las maravillas del complejo de la pirámide más antigua y más grande de América del Sur como descubrimos varios sitios arqueológicos NUEVAS con enlaces directos a los 29.000 años de antigüedad pirámides bosnias.
Póngase en contacto con nosotros para hacer su reservación. Sírvase proporcionar detalles sobre las fechas de su visita prevista y los sitios específicos de pirámides, templos o las minas de interés particular que le gustaría ver. Tubing por el río Calope allá de las pirámides es otra gran opción disponible de mayo a noviembre.
Los voluntarios interesados en participar en las excavaciones en curso en La Maná Túmulo, Colibrí Pirámide, Soma Pirámide, Amrita Pirámide y Siete Cascadas Pirámide están invitados a firmar!