La mayoría de la gente cree que son los charlatanes, los tecnogurús y los llamados maestros que sueñan con jovencitas los que creen estar iluminados. Sin embargo, la presunción de iluminación es mucho más frecuente de lo que se cree. La mayoría de los egos espirituales, bien educados, no se atreverían a denominarse a sí mismos “iluminados”, especialmente ante otros, pero en secreto o no tan secretamente asumen el papel de guía espiritual, mentor, canalizador, psíquico, amigo espiritual, etc., y consideran que las habilidades que han adquirido o el conocimiento que han acumulado tienen una importancia mayor de la que tienen en realidad.
Cuando nos comprometemos con un camino espiritual bajo una supervisión sabia, nos damos cuenta de que la tendencia a engrandecernos y a engrandecer nuestros logros es más común de lo que imaginamos. Esto sólo se convierte en un problema cuando somos incapaces de (o no queremos) aceptar la guía necesaria que nos volvería a situar en el lugar adecuado. Necesitamos simplemente aprender a trabajar con tales presuposiciones, y el primer paso es reconocer que la presunción de iluminación no se refiere a los “otros”. Se refiere a cada uno de nosotros.
Mariana Caplan: A mitad camino de la iluminación