Mariana Caplan vive en Berkeley y, además de ser psicóloga, antropóloga y escritora (sus libros se han traducido a doce idiomas), imparte clases en el California Institute of Integral Studies de San Francisco.
Con una sonrisa tan amplia como sus miras me habla de su infancia, cuando empezó a plantearse preguntas existenciales que sus padres no eran capaces de responder. Esto hizo que a partir de los 17 años se implicara en una búsqueda espiritual que la llevó a convivir con toda clase de chamanes y gurús en México, Costa Rica, El Salvador y la India, donde conoció a su actual maestro, Lee Lozowick.
Mariana nos previene contra las decepciones y callejones sin salida que aguardan en el camino a la iluminación, una montaña mucho más ardua de escalar de lo que prometen la mayoría de gurús. Ha dedicado gran parte de sus obras a dar sentido común alo referente a la iluminación, los maestros y el desarrollo interior
Una experiencia personal
Recuerdo el momento exacto en que estalló mi burbuja de la iluminación personal. Era una joven buscadora de treinta y cuatro años que había viajado a la India y había encontrado a mi maestro Lee y a su maestro, un gran santo llamado Yogi Ramsuratkumar. Recibí mucha atención personal del santo, que me ofreció un tratamiento especial y experimenté momentos extáticos de intoxicación divina que no son infrecuentes cuando uno despierta por vez primera a su verdadera naturaleza. Estaba convencida, aunque jamás lo hubiese admitido en voz alta, de ser especial. Un buen día, mi amigo Michael, que llevaba mucho tiempo viviendo en la India y llevaba veinte años siendo discípulo de Lee, me dijo: «Apuesto que crees tener una relación no sólo especial, sino superespecial, con lo divino. Apuesto a que secretamente crees tener un mayor acceso a la iluminación que el resto de nosotros. Pero sabes, Mariana —concluyó— así es como se sienten casi todos los estudiantes serios».
¡Qué vergüenza! ¡Y qué auténtico regalo también!
No es difícil, como veremos, tener comprensiones y experiencias espirituales profundas que satisfagan las definiciones que muchos textos han dado de la iluminación. Pero esas comprensiones y experiencias no representan, como veremos, tanto el final como el comienzo del camino. Es cierto que jalonan un momento muy importante del desarrollo espiritual, pero no lo es menos que se trata de un momento que se halla más próximo al comienzo que al final.