George Ivanovich Gurdjieff nace en 1869 en Alexandropol (Armenia rusa) y es uno de los escasos grandes maestros reconocidos de occidente que han vivido en el último siglo.
Después de pasar su juventud viajando y estudiando culturas diversas a la vez que desconocidas, se dedicó por completo al trabajo y a la búsqueda del conocimiento, entendido como un medio para despertar al hombre del automatismo diario y descubrir sus potencialidades latentes.
Poseía amplios conocimientos, desde musicales (compuso numerosas piezas) hasta filosóficos. Asimismo utilizaba la danza como un instrumento de armonización: escribió también numerosos textos que aún hoy son de suma importancia para todo aquel que quiera emprender un camino hacia el despertar interior.
Gurdjieff tuvo la oportunidad de encontrarse con hombres extraordinarios de los cuales adquirió la convicción de que, tanto la literatura como la ciencia europea, habían olvidado algo de vital importancia en su descripción del hombre y del mundo. Fue iniciado en el estudio de la medicina y la teología, pero la insatisfacción que le producía aquel tipo de educación tan limitado le condujo a buscar otra por su propia cuenta.
Con un grupo de “buscadores de la verdad” viajó durante muchos años por África, Asia y Extremo Oriente, llegando a alcanzar lugares cuya existencia era insospechable hasta para los más avezados exploradores. Es imposible saber realmente donde se encuentra su fuente de inspiración, pues lo que él mismo revela en el libro “Encuentros con Hombres Notables” está hasta tal punto oculto por las metáforas que sus vagas coordenadas geográficas resultan absolutamente impenetrables.
En 1922 fundó el Instituto para el Desarrollo Armónico del Hombre en el Castillo del Pieuré de Fontaineblau, cerca de París. Allí el “trabajo sobre sí mismo” por él propuesto tomó un cariz tal de estabilidad que atrajo, entre otros, a diversos intelectuales y artistas europeos. Organizó una auténtica comunidad independiente con cultivos, animales, diversas actividades laborales y una clase especial de ejercicios para la “transformación de la energía” que consistía en los famosos derivados de las danzas sagradas y en relación directa con los aspectos teóricos del “trabajo”..
En 1924 creó una rama del Instituto en América, ofreciendo para la ocasión una demostración de sus “movimientos” acompañados al pianoforte por la música sagrada elaborada junto al músico ruso Thomas De Hartmann.
Se convirtieron en sus discípulos escritoras como Margareth Anderson, filósofos como Alfred Orange, el cual en esos años había fundado la revista literaria “The New Age”, arquitectos como Frank Lloyd-Wright.
Después de resultar gravemente herido (aunque milagrosamente vivo) en un terrible accidente de coche, tuvo que abandonar el trabajo práctico en el Prieuré, iniciando tras este suceso la transmisión escrita de sus ideas, que tomaron forma en obras como “Relatos de Belcebú a su nieto”, el ya citado “Encuentro con Hombres Notables” o “La Vida es Real cuando Yo Soy”.
Durante la Segunda Guerra Mundial continuó enseñando con gran dificultad, recibiendo a grupos de alumnos en su apartamento de la Rue des Colonels Rénard; más tarde y de manera imprevista, en 1948, decide reprender su actividad; desafortunadamente un año después acaeció su muerte.
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