Pero vayamos a la parte del sueño propiamente dicha. Varios experimentos prueban que nuestro cerebro asocia mejor las ideas cuando no estamos pensando activamente en ellas. Dicho de otro modo, y aunque suene paradójico, si le das mil vueltas a un problema lo más probable es que nunca encuentres la solución. En su lugar, es mucho más efectivo dejar que el problema repose y nuestro cerebro trabaje en segundo plano en ello.
Hay un buen número de descubrimientos científicos que han tenido lugar gracias a este fenómeno. Mendeléyev afirma que dio con la tabla periódica después de una buena siesta, lo mismo Friedrich August Kekulé con la estructura química del benceno. A Otto Lowei, y su papel en el descubrimiento de la acetilcolina, le valió un Nobel de Medicina. Mary Shelley y Rober Louis Stevenson también afirmaban que Frankenstein y Dr Jekill y Mr Hyde, respectivamente, son historias producto de un sueño. Según una psicóloga de la Universidad de Harvard, Deirdre Barret, el sueño es en realidad una forma distinta de pensamiento, nada más.
Una forma que nuestra parte consciente no es capaz de interpretar porque está atada a las leyes de la lógica. De hecho mientras dormimos, el córtex prefrontal, que es una parte de la materia gris asociada con la toma deliberada de decisiones y las acciones lógicas, permanece relativamente inactiva. En su lugar, se activan otras áreas como las correspondientes a la creatividad y al pensamiento ilógico.
¿Por qué funciona consultarlo con la almohada?
Los sueños son de hecho, y en esencia, proceso creativo puro. La capacidad para inventar historias o situaciones que aunque no tienen mucha lógica (parte de la explicación por la cual los olvidamos tan rápidamente, porque la parte lógica del cerebro no puede interpretarlos bien) están casi siempre relacionados con algo que nos haya ocurrido durante el día.
El sueño juega un papel fundamental en el aprendizaje, y de hecho durante la infancia y la juventud es clave en la asimilación y aprendizaje de conocimientos. ¿Por qué? Volvemos a lo mismo: porque durante el sueño el cerebro se encarga de asociar, entrelazar y relacionar esos contenidos entre sí, muy a menudo incluso creando sueños a partir de esos conocimientos. Esas asociaciones parten del hecho de que no son lógicas, y por tanto la mente tiene que tomar otros caminos, otras vías no exploradas.
No tenemos muy claro, eso sí, por qué nuestro cerebro parece centrarse de manera más activa en los pensamientos que nos rondan la cabeza justo antes de dormir. Puede estar relacionado con el hecho de los pensamientos más relevantes (y por tanto más susceptibles de ser soñados) son los que tienen más posibilidad de aparecer en nuestra consciencia en esos momentos previos al sueño. Un experimento realizado por William Dement a mediados del siglo XX consistió en entregar a diversos voluntarios un rompecabezas en el que tenían que pensar en los 15 minutos previos antes de dormir. Para su sorpresa, la mayoría lo había resuelto en sueños y tenían la respuesta al día siguiente.
¿Y cuando los problemas no te dejan dormir?
Todos hemos vivido esa terrible sensación de despertar en medio de la noche después de haber estado durmiendo plácidamente y se hace imposible dormir de nuevo. Algunos tomamos el móvil o encendemos el TV esperando retomar el sueño, pero este sencillo ejercicio de respiración es la solución ideal.
El Doctor Erich Voigt, director de la división de Otorrinolaringología de la Universidad de Nueva York, recomienda evitar en lo absoluto tomar el móvil, encender el TV o leer un libro mientras intentas dormirte de nuevo. Esto lo que logra es despertar más aún a tu cerebro porque le das a entender que, aunque sea de madrugada, es hora de activarse por completo. Si te paseas por tus redes sociales favoritas intentando dormirte de nuevo en realidad estás logrando todo lo contrario.
Lo que sí debes hacer, según este médico y un psicólogo al que consultó, es realizar este ejercicio sencillo de respiración: respira profundo y con un ritmo lento, inhalando por la nariz y exhalando por la boca. Esto incluso lo puedes acompañar intentando dejar tu mente en blanco o concentrándote en alguna melodía lenta y con armonía que te relaje.
La idea de este ejercicio es relajarse a tal punto que tu sistema nervioso parasimpático libere las hormonas necesarias para ayudarte a dormir lo más rápido posible. Así que la próxima vez que te despiertes en medio de la noche por ninguna razón aparente deja el móvil quieto en la mesa.