Tres niños están riñendo sobre cuál de ellos debe quedarse una flauta. Anne reclama el instrumento argumentando que es la única de los tres que sabe tocarlo. El segundo niño, Bob, dice que debería quedársela él porque es tan pobre que no tiene nada más con que jugar. Carla, por último, afirma que la flauta debería ser suya porque fue ella quien la hizo. ¿Quién debería quedársela?
Vista la situación, cada niño tiene una razón para reclamarla, así que arbitrar con justicia entre ellos requerirá una cuidadosa negociación y un examen exhaustivo de todas las circunstancias pertinentes. Al final, la decisión dependerá del peso relativo que se conceda a las necesidades de los tres niños y a cuestiones como la expresión artística y el auxilio de la pobreza.
Una de los aspectos más negativos de la visión partidista o maniquea de la realidad es pensar que existe un solo criterio para la valoración de las cuestiones que se nos plantean. La dificultad de la justicia es encontrar primero el marco en el cual se pueda aplicar, no dejarse ninguna perspectiva sin considerar. Antes de decidir qué es “justo”, tenemos que decidir qué vamos a entender como “justicia”. Y eso no suele ser sencillo porque es una toma de posición previa sobre qué valoramos más, como en el caso de los tres niños que reivindican la flauta.
El cuento de la flauta lo relata el economista y filósofo indio ganador del premio Nobel Amartya Sen en su elogiado libro La idea de la justicia (2009). La idea crucial de la fábula, para Sen, es que no hay una respuesta que sea absoluta y objetivamente «correcta»: no puede alcanzarse una decisión que sea equitativa y aceptable para todos basándose únicamente en los principios, sin debate y argumentación públicos. Aunque la justicia en abstracto es difícil de definir y más todavía de aplicar, las injusticias en el mundo real son palpables, apremiantes y, a menudo, remediables; éstas pueden eliminarse, y la justicia por tanto reforzarse gradualmente, si entablamos un debate público y hacemos «comparaciones de vidas reales». Desde el punto de vista de Sen, la justicia no es un conjunto de principios abstractos ni monolíticos, sino una multitud de principios en conflicto que sostienen una variedad de versiones de la justicia rivales. «Lo que nos mueve no es la conciencia de que el mundo diste de ser completamente justo, algo que pocos esperamos, sino el que haya claramente injusticias remediables a nuestro alrededor que queremos eliminar.»