Profundo canto a la vida: NO SOY DE AQUI NI SOY DE ALLA… 5/5 (1)

“Me gustan los que se callan y me gustan los que cantan, y de tanto andar conmigo me gusta lo que me pasa.
Me pasan cosas como éstas, aunque no tenga importancia andar contándole a todos todas las cosas que pasan.
Porque uno no vive solo y lo que me pasa le está sucediendo al mundo, única razón y causa.
Pues todito es tan perfecto porque perfecto es Dios, que se mueve alguna estrella cuando arranca una flor, por eso si hay uno, hay dos.
Supe del diablo la noche que al hambriento dije no, también esa noche supe que el diablo es hijo de Dios.
Ando solo por la vida como un toro y dominante modestamente cantor sin pretensión de enseñar, porque si el mundo es redondo no se que es andar adelante, andar y andar, siempre andando nada mas que por andar.
No vine a explicar al mundo, sólo vine a tocar.
No quiero juzgar al hombre, al hombre quiero contar.
Mi condición es la vida y mi camino cantar y cantar a la vida es mi manera de andar.
Un día llegue a Tandil y conocí a un anciano que a falta de inteligencia se le dió por ser muy sabio, le pregunté por Jesús una noche al lindo viejo y ahí mismo lo conocí cuando me alcanzó un espejo.
Yo bailo con mi canción y no con la que me tocan, yo no soy la libertad, pero sí el que la provoca.
Si ya conozco el camino para que he de andar al costado, si la libertad me gusta, para que he de vivir de esclavo.
Elegir, yo siempre elijo más que por mi, por mi hermano y si he elegido ser águila fue por amor al gusano.
Prefiero seguir de pie y no en caballo prestado, alguien por una manzana va siempre quedando a un lado, siempre se llega primero el que va más descargado.
El día que yo me muera no habrá que usar la balanza, pues pa´velar a un cantor con una bilonga alcanza.
Doy la cara al enemigo, la espalda al buen comentario pues el que acepta un halago empieza a ser dominado. El hombre le hace caricias al caballo, pa´montarlo.
Perdón si me propasé y me puse moralejo, nadie puede dar consejos, no hay hombre que sea tan viejo.
Me pongo el sol al hombro y el mundo es amarillo.
Me gusta andar, pero no sigo el camino pues lo seguro no tiene misterio.
Me gusta ir con el verano muy lejos pero volver donde mi madre en invierno. Ver los perros que jamás me olvidaron y los caballos y los abrazos que me dan mis hermanos, me gusta… me gusta… me gusta…”

Facundo Cabral

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