La vieja disputa acerca de que la vida debe ser abordada de forma activa para así alcanzar la conciencia espiritual versus la modalidad de una vida totalmente contemplativa, es sencillamente una tontería. Necesitamos de las dos. Ambas son fases de un solo ritmo, como los latidos del corazón, la inspiración y la espiración del aire, el ascenso y descenso de las mareas.
Ahondamos, nos volvemos hacia adentro en la meditación, a fin de consolidar nuestra energía vital, y después, con más amor y sabiduría, salimos hacia la familia, la comunidad y el mundo. Sin acción, carecemos de oportunidad para cambiar nuestro viejo estilo, sin la contemplación nos falta la fuerza necesaria para cambiar y todo se esfuma a causa de nuestro condicionamiento.
Cuando meditamos todos los días y también damos lo mejor de nosotros mismos en cada situación, avanzamos por las dos sendas que valen: la vía contemplativa y la vía activa.
Fuente: 365 Pensamientos inspiradores. Eknath Easwaran.