Cuando ya estás tranquilo y relajado, créate la imagen de un río que te guste y te inspire especialmente, sea real o imaginario…
Contempla el color y la transparencia de sus aguas, el lecho por el que circulan, la rapidez o placidez de su movimiento, la vida que se encuentra en su interior, la vida que brota en sus riberas…
Imagina que estás flotando en él y te dejas llevar, confiadamente, por sus aguas amables… río abajo… pasando por diferentes paisajes, cada uno único en su propia belleza… aceptando ir dejándolos atrás para poder acoger y contemplar la belleza del siguiente…
Imagina ahora que te sientes tan identificado con el río que es como si te disolvieras en él, transformándote en él mismo… bajando… río abajo… con placidez… seguro… confiado… tranquilo… feliz…
Te encuentras ya en el llano, cada vez más cerca del mar, y tus aguas se ensanchan, volviéndose aún más tranquilas, más serenas…
Vas llegando al extenso mar y tus aguas se van perdiendo en él… plácidamente… El mar te acoge, amable y gozoso, y tú te abandonas a él confiadamente…
Te ensanchas… eres ilimitado… eres el mar mismo… inmenso… infinito… silencioso…
Permaneces ahora en ese Silencio ilimitado… que lo incluye todo, que lo abraza
todo… Más allá de tu fantasía… la Realidad…