En primera y única instancia se ha de adoptar una postura mental en donde ningún pensamiento surja; en otras palabras, se debe situar la atención lejos de pensamiento alguno. ¿Cuándo saber que esto ocurre?:
Primero: tiene el control total del ejercicio, es posible entrar y salir de él cuando se considera conveniente.
Segundo: es una experiencia totalmente viva, pues en ningún momento se imagina, fantasea o duerme; se está profundamente atento, sin asociar la atención a pensamiento alguno.
Los antiguos sabios orientales definieron ocho pasos a fin de lograr el supremo estado del samadhi. Los denominaron yama, niyama, asana, pranayama, pratiahara, dharana, dhyana y samadhi.
Las dos primeras disciplinas, yama y niyama, conforman un bloque ético.
Asana se denomina a las posturas físicas que ayudan a mantener a un anna y a un prana–maya–kosha equilibrados.
Pranayama tiene que ver con el control del prana; existe una relación directamente proporcional entre el prana y la mente: cuando la actividad psíquica se desborda es necesario absorber mayor cantidad de prana para compensar el mayor gasto, por ello la respiración aumenta en intensidad y duración; viceversa, cuando se imprime una actitud mental de quietud, la respiración disminuye y se convierte en una actividad casi imperceptible.
Pratiahara se traduce como el retrotraer los órganos de los sentidos de los objetos de percepción.
Dharana implica el mantener un único y solo pensamiento.
En dhyana el único pensamiento válido es brahman
Samadhi es el resultado final en el que la mente adopta
continuamente la forma de lo Absoluto No–dual.
LIBRO: La búsqueda de la nada – Sesha