Cómo superar las dudas y las dificultades 5/5 (2)

LOS CAMINOS DE LA FELICIDAD (3)

Consejos apropiados de James ALLEN para una vida tranquila. Aplica cómo afrontar un día cualquiera de tu vida para construir una paz serena y continuada.

Las cosas dictadas que son para mejorarte son sólo para la vida y en una vida serena puedes presentarte ante la espiritualidad REAL.


El hombre que quiera ser un hombre
debe reinar sobre el imperio de sí mismo.
En él debe ser soberano, asentar su trono sobre derrotadas voluntades y sofocar la anarquía de esperanzas y temores, siendo sólo él mismo.

SHELLEY

¿Has fallado en tu objetivo?
La diana aún no ha dejado de brillar. ¿Te has desvanecido en la carrera? Toma aliento para volver a comenzar.

ELLA WHEELAR WILCOX

 

A muchos, de seguro, les parecerá absurda la sugerencia de que de las dudas y de las dificultades se puede obtener algún tipo de felicidad. Pero, como la verdad siempre es paradójica, las maldiciones de los tontos son las bendiciones de los sabios. Las dificultades surgen de la ignorancia y de la debilidad, y exigen la adquisición de conocimientos y fortaleza.

Al adquirir comprensión a través de una vida correcta, las dificultades disminuyen y las dudas se van desvaneciendo poco a poco como neblina fugaz, ya que eso es lo que son.

Tus dificultades no se encuentran en la situación de la que surgieron, sino en el estado mental en el que tú contemplas esa situación, el cual logra que ésta te afecte. Lo que es difícil para un niño, no entraña ninguna difi- cultad para la mente madura del adulto. Y aquello que deja perpleja a una persona ignorante, no provoca per- plejidad en una persona inteligente.

Para la mente inexperta y poco instruida de un niño, qué grandes y aparentemente insuperables resultan los problemas que están relacionados con el aprendizaje de

 las lecciones más sencillas. ¡Cuántas horas y días, incluso meses, necesita para encontrar la solución; y, con frecuencia, cuántas lágrimas derrama con impotencia ante las aparentemente inaccesibles barreras de la dificultad! Sin embargo, el problema está sólo en la ignorancia del niño, y su conquista y su solución es del todo necesaria para el desarrollo de la inteligencia y para el bienestar, felicidad y beneficio del niño.

Sucede lo mismo con las dificultades de la vida a las que los niños mayores tienen que enfrentarse. Dificul- tades que, para su propio crecimiento y desarrollo, es imprescindible que resuelvan y superen. Y con cada uno de los problemas resueltos adquirirán más experiencia y mucho más conocimiento y sabiduría. Esto significa que habrán aprendido una valiosa lección que les aportará la alegría y la libertad de haber concluido satisfactoriamente una tarea.

¿Cuál es la verdadera naturaleza de una dificultad? ¿No se trata, acaso, de una situación que no hemos llega- do a comprender por completo? Como tal, requiere del desarrollo y del ejercicio de una visión más profunda y de una inteligencia más amplia que las que hemos desarrollado hasta el momento. Es una necesidad urgente que requiere la energía que no ha sido utilizada, la expresión y el empleo del poder latente y de los recursos ocultos. Es decir, la dificultad es un ángel bueno, aunque esté disfrazado; es un amigo o un profesor. Y, cuando escuchamos con calma la dificultad y llegamos a comprenderla, ésta nos conduce a una mayor felicidad y a una sabiduría más elevada.

Sin las dificultades, no habría desarrollo, ni evolución; prevalecería el estancamiento universal y la humanidad moriría de hastío.

El hecho de que un ser humano se enfrente a los obstáculos con agrado, significa que éste ha rebasado la línea de la indiferencia o de la insensatez, y ahora se dedica a concentrar toda su energía y toda su inteligencia con el fin de liberarse a sí mismo y encontrar un camino mejor. Significa que las fuerzas que existen dentro de él reclaman a gritos una mayor libertad para desarrollarse con mayor amplitud.

Ninguna situación puede ser difícil en sí misma; es la falta de conocimiento acerca de sus complejidades y la falta de sabiduría para manejarlas, lo que hace que surja la dificultad. Por lo tanto, el beneficio de una dificultad superada es inmenso.

Las dificultades no aparecen de manera arbitraria ni por accidente; tienen sus causas y son provocadas por la ley de la evolución, por las crecientes necesidades de la existencia del hombre. Aquí residen sus bendiciones.

Existen tipos de conducta que terminan inevitablemente en complicaciones e incertidumbres, y son tipos de conducta que inevitablemente nos conducen a penosos problemas. Sin embargo, por muy difíciles que sean los conflictos, el hombre puede llegar a solucionarlos. Sin importar en qué cenagal de complicaciones o en qué insondable desierto de dudas haya estado deambulando en su ignorancia, siempre podrá volver a encontrar su camino, siempre podrá recuperar la ruta perdida de la simplicidad que lo conducirá, de una manera clara y directa, a la soleada ciudad de las acciones sabias y benditas. Pero nunca podrá hacer esto si permanece sentado, llorando de desesperación, o si se hunde en las quejas y en las preocupaciones, deseando estar en otro lugar. Su dilema le pide estar alerta, usar el pensamiento lógico y poner en práctica un cálculo sereno. Su situación requiere que se controle a sí mismo con fortaleza; que reflexione, que busque y que se someta a esfuerzos agotadores y constantes para poder recuperarse. La preocupación y la ansiedad sólo sirven para aumentar la penumbra y exagerar la magnitud de los problemas. Si tranquilamente se entrega a su tarea y vuelve a trazar en su pensamiento el camino más o menos intrincado por el cual ha llegado a donde está, pronto comprenderá dónde cometió los errores. Descubrirá, entonces, aquellos lugares en los que dio un giro equivocado y dónde, con un poco más de prudencia, juicio, buena administración o abnegación, podría haberse salvado. Se dará cuenta de cómo, poco a poco, se fue involucrando en el problema y entenderá que si hubiera empleado un criterio más maduro y una sabiduría más clara, habría tomado una ruta totalmente diferente y segura. Al llegar a ese punto y al extraer de su conducta pasada la semilla inestimable de la dorada sabiduría, sus problemas adquieren dimensiones menos considerables y ya puede recurrir al faro del pensamiento desapasionado y analizar el problema a fondo para comprenderlo en todos sus detalles y percibir la relación que esos detalles tienen con el origen de su proceder. Al llevar a cabo todo lo anterior, la dificultad desaparecerá, porque la salida directa simplemente surgirá ante él y esta persona habrá aprendido su lección para siempre. Habrá encontrado una herramienta de sabiduría y una medida de bendiciones que nunca más podrá perder.

Así como hay caminos de ignorancia, de egoísmo, de locura y de ceguera que terminan en confusión y dudas, también existen caminos de conocimiento, de abnegación, de sabiduría y de discernimiento que nos conducen a conclusiones agradables y pacíficas. El que lo sabe, afrontará las dificultades con un espíritu valiente y, al superarlas, podrá extraer la verdad del error, la dicha del dolor y la paz de la perturbación.

Ningún hombre puede enfrentarse a una dificultad si no tiene la fuerza para combatirla y someterla. Preocuparse no solamente es inútil, también es una insensatez, porque derrota al poder y a la inteligencia que, en caso contrario, serían de utilidad en la tarea. Todas las dificultades pueden superarse si se manejan correctamente. La ansiedad es, por lo tanto, innecesaria. La tarea en la que no se puede triunfar, deja de ser una dificultad y se convierte en una imposibilidad. Y la ansiedad sigue siendo innecesaria, ya que el único modo de afrontar una imposibilidad es rendirse ante ella. Lo inevitable es lo mejor.

Sabe de corazón
que cuando los semidioses se van, llegan los dioses.

Y así como las dificultades domésticas, sociales y económicas nacen de la ignorancia y nos conducen a un conocimiento más maduro, las dudas en la religión, lasincertidumbres mentales y las sombras que oscurecen el corazón presagian un gran beneficio espiritual, consumándose la profecía de un amanecer más brillante de inteligencia para la persona que tiene que disiparlas.

Un gran día en la vida de un ser humano (aunque en ese momento no lo sepa) es cuando aparecen en su mente desconcertantes dudas relacionadas con el misterio de la vida, ya que esto significa que su etapa de indiferencia muerta, de pereza animal y de mera felicidad vegetativa, ha llegado a su final y que, de ahí en adelante, deberá vivir como un ser en evolución con aspiraciones. Que ya ha dejado de ser un animal humano, para comenzar a vivir como una persona, concentrando todas sus energías mentales en la solución de los problemas de la vida, en la respuesta a aquellas dudas que lo persiguen, que son los centinelas de la verdad y que permanecen en el umbral del Templo de la Sabiduría

Él es quien, cuando se presentan los grandes retos, ni los busca ni los rehúye,
sino que con serenidad los afronta.

No se detendrá de nuevo a descansar en la comodidad egoísta y en la ignorancia apática; ni se saciará con avidez en la charca de los placeres carnales; ni buscará un lugar apartado para huir del incesante murmullo de las oscuras y difíciles preguntas de su corazón. El ser divino que se encuentra en su interior ha despertado. Es un dios que dormía y que ahora se sacude las incoherentes visiones de la noche. Un dios que nunca más dormirá, nunca más descansará hasta que sus ojos se posen por completo en el pleno día de la Verdad.

Para este hombre es imposible quedarse quieto. Desde su interior, escuchará el llamamiento a objetivos y logros más elevados, pues las facultades de su ser, que ya han despertado, no dejan de exhortarlo a resolver todas sus dudas. Para él, ya no existe paz en el pecado, ni descanso en el error; el único refugio final es la Sabiduría.

Grandes serán las bendiciones de esta persona cuando, consciente de la ignorancia de la cual nacen sus dudas e incertidumbres, reconozca y comprenda esa ignorancia y no trate de ocultarse de ella, dedicándose sin reservas a erradicarla y a buscar constantemente, día tras día, aquel sendero de luz que le permita disipar todas las sombras oscuras, despejar sus dudas y encontrar la solución a todos sus problemas. Y así como un niño se alegra cuando ha dominado la lección que le costó tanto trabajo, el corazón de un hombre se siente liberado y se hace más ligero cuando ha superado satisfactoriamente alguna dificultad mundana. De la misma manera, pero en un grado mucho mayor, el corazón humano se llena de alegría y de paz cuando logra responder completamente a alguna pregunta vital y eterna con la que ha venido luchando durante mucho tiempo, y su oscuridad al fin se disipa para siempre.

No consideres tus dificultades ni tus dudas como infortunios del mal; si lo haces, éstas se convertirán en malas. Más bien considéralas profecías de lo bueno que, en realidad, es lo que son. No intentes convencerte de que puedes evadirte de ellas; no podrás hacerlo. No trates de escapar de ellas; esto es imposible porque, dondequiera que vayas, estarán contigo. Todo lo contrario, hazte cargo de ellas con calma y valentía. Afróntalas con toda la templanza y la dignidad que puedas; sopesa sus dimensiones, analízalas, capta sus detalles, mide su fuerza, entiéndelas, atácalas y, finalmente, véncelas. Así es como desarrollarás la fuerza y la inteligencia.

Así es como entrarás en uno de los caminos de felicidad que se ocultan de la mirada superficial.

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