Algunos se acercan con un problema, la mayor parte de la veces es una historia trágica creada a su alrededor, una enfrentamiento en el trabajo con un compañero, un momento de desesperación con los niños, la llamada de atención que te ha hecho tu marido…Para entendernos, consideraremos estos problemas como “externos” puesto que vienen de fuera. En muy pocas ocasiones los problemas que se solicitan un consejo son “internos”, tales como: No se cómo recolocar mi vida después de la muerte de mi hermana, tengo que cambiar no puede ser que siempre me encuentre con esta cara de perro, siento que estoy perdiendo el tiempo en mi vida sin hacer lo que realmente me gustaría…
El caso es que encontramos tantos consejos como personas. Más aún, hay tantos consejos como situaciones por resolver. Si te preguntas a ti mismo: ¿Soy buen consejero?, debo decir que si, en tal caso, porqué iba sino a dar consejos, ¿Para incordiar?. Todos creemos que nuestros consejos son acertados aunque no nos demos cuenta de que no son otra cosa que explicaciones que damos a nuestro amigo, vecino o hermano sugiriendo cómo yo actuaría en esa situación.
Todo consejo que das es tu perspectiva, tu forma de ver el problema, pero por esto no te hace ser buen consejero, te hace ser tu, fulanito de tal resolviendo esa situación.
Un consejero real no se le ocurre mirar desde su perspectiva única, por el contrario mira desde muchas ópticas al mismo tiempo como si jugase una partida de ajedrez y estuviese viendo las posibles jugadas que tiene por delante.
Un consejero verdadero sabe que no puede ponerse completamente en la tesitura de la persona que sufre por eso pregunta una y otra vez aparentemente cuestiones no relacionadas con el asunto en cuestión sólo para mimetizarse con él y conocer mejor los ojos con los que lo está viendo.
Un buen consejero entrega al que sufre un abanico de puntos de vista, le presenta puertas que aún están sin abrir, y sobre todo le da aquello que más está solicitando que le escuchen, que le presten atención porque solo ante el problema se ve indefenso.
Pero el que sufre, aquel que pide consejo no sabe que ese buen amigo consejero está respondiendo siempre desde su mente y esto jamás te sacará del sufrimiento pues la mente es siempre la causa del sufrimiento.
Todo consejo por reflexivo que haya sido es producto mental y por lo tanto limitado. Nos encontramos intentado saltar tirando de los cordones de nuestros zapados.
Es de agradecer todo consejo pero sin olvidar que este no es más importante que el refrescarse la cara cuando hace calor, al momento seguiré sintiendo el sol abrasador.
Hay una perspectiva que una vez tomada no precisa de consejos, ni consejeros, es aquella que autoilumina, es NO DUALIDAD. Digo que es una perspectiva pero no lo es. Es descubrirse ignorante al creer que hay algo que pueda estar fuera de la conciencia y por ello tener individualidad, autonomía, o problemas personales internos o externos. Yo sufro sólo porque hay todavía un “yo” que dice que sufre. La identificación de la conciencia en una individualidad separada es otra cualidad de la conciencia pero tu esto no lo vives como tal, lo que vives es el personaje que se está dedicando a la vida y a sus quehaceres.
Cuando piden consejo de tal o cual cosa, ¿Qué puedes contestar cuando te das cuenta de esta realidad?…
Icaro Dedaloson