El sistema nervioso y sus modos de funcionamiento

Para experimentar con nuestro sistema nervioso y sus diferentes  posibilidades de actuación vamos a comenzar definiendo estas posibilidades en términos fácilmente identificables: hablaremos de modos  de funcionamiento.

Los modos de funcionamiento básicos los hemos denominado modo Pensar, modo Observar, modo Percibir y modo Silencio. Cada  uno de ellos tiene a su vez variantes dentro de su propia función. A  continuación desarrollamos cada uno de ellos.

 

Modo Pensar

El modo Pensar, como su nombre indica, hace referencia a los  pensamientos. Es un modo ampliamente utilizado y fácil de  identificar. Su base fisiológica se encuentra en la corteza cerebral, donde a partir de la experiencia y el aprendizaje se  van creando programas mentales y emocionales. Por tanto, el  modo Pensar es el reflejo de la actuación del ego y el superego.

Nos hemos referido al ego como una herramienta que nos ayuda  a organizar nuestra agenda y a ejecutarla. Lo hemos comparado con  un secretario personal que dentro de nuestra cabeza nos va dando  instrucciones. El modo Pensar, gobernado por este secretario, es un  continuo flujo de pensamientos que nos lanzan al futuro. El aspecto de  superego se refiere a programas relacionados con el comportamiento,  con los condicionamientos. Lo hemos comparado con un mayordomo  personal que también nos asesora sobre protocolo. El modo Pensar,  gobernado por este mayordomo, nos pinta continuamente cómo es el  mundo y cómo debemos actuar, emite continuos juicios sobre nuestro comportamiento y el de los demás, nos lanza hacia el pasado y también  nos genera multitud de emociones.

Las estructuras nerviosas de las que son producto el ego y el superego son las que hemos denominado canales derecho e izquierdo.  Cuando este modo Pensar es utilizado en exceso podemos sentir presión en determinadas zonas de la cabeza. Si es el ego el que predomina,  sentiremos esta actuación en la parte frontal de nuestro cráneo y también en la parte lateral izquierda. En el caso del superego, la actividad  la percibimos en la parte posterior del cráneo y hacia el lado derecho  de la cabeza.

El modo Pensar es una herramienta para nuestra vida cotidiana. Forma parte de la evolución especial que ha tenido lugar  en el cerebro de los seres humanos. Utilizado de manera equilibrada, con dominio sobre su funcionamiento, ofrece una ayuda  para llevar a cabo nuestras necesidades básicas en la vida. Utilizado de manera desequilibrada es una fuente de trastornos y  sufrimiento.

Hemos desarrollado también una terminología para variantes del  modo Pensar que se producen cuando hay un desequilibrio. A continuación ponemos dos ejemplos:

– Modo Pensar tipo reaccionar. Esta es una variante del modo  Pensar en la que se produce agitación dentro de nuestra mente  y también en el cuerpo. Esta agitación o reacción es causada  por un torrente de pensamientos y emociones que nos impide ver con claridad los hechos. En diplomacia se aconseja que  ante un estado de este tipo nos retiremos educadamente y no  tomemos ninguna decisión hasta que este estado de reacción  haya desaparecido.

– Modo Pensar tipo dispersión. Es otra variante del modo Pensar que refleja un mal funcionamiento del mismo. Aquí se lanzan pensamientos de los que no somos conscientes y entramos  en un estado casi onírico. Este modo puede ser considerado  como un estado de relajación que lleva asociado un nivel de  atención muy bajo. No es aconsejable utilizar este modo cuan do realizamos una investigación, tanto del mundo exterior  como el interior. 

En general, los seres humanos en su etapa adulta utilizan en gran  medida el modo Pensar; tanto que puede llegarles a parecer que es el  único. Incluso pueden llegar a relacionarlo con la existencia, recordemos la famosa frase de Descartes: “Pienso, luego existo”.

 

 

Modo Observar

 

El modo de actuación que pone de manifiesto que el modo Pensar no es el único es el modo Observar. Cuando esta función se  activa nos damos cuenta de que podemos observar los pensamientos. Por tanto hay una parte de nuestro SN central superior que piensa y otra que observa.

El modo Observar es independiente del modo Pensar: podemos  observar sin pensar. Contemplamos un paisaje de la naturaleza sin necesidad de pensar. Un bebé observa, recibe información del mundo, sin  tener aún desarrolladas las estructuras nerviosas que constituyen la  base del modo Pensar.

El “Pienso, luego existo” refleja la primacía de la consciencia mental (ego y superego), refleja nuestra identificación con lo que pensamos y anula la consciencia de observación. Cuando dejamos de pensar,  esa consciencia de observación sigue ahí, nuestra existencia también.  Podemos experimentar si percibimos la diferencia entre la consciencia  que siente que existe y la consciencia que piensa.

El modo Observar ayuda a deshacer la identificación que tenemos con nuestra mente (ego, superego, modo Pensar) y a des cubrir una consciencia no mental de lo que somos. A esta consciencia que observa la hemos denominado consciencia de Ser.

La base fisiológica del modo Observar desde el punto de vista  de los resultados de las investigaciones médicas puede ser ubi cada en el sistema límbico: sistema asociado con el estado de  vigilancia. Desde el punto de vista de la investigación que uno  mismo puede realizar en su interior, es posible constatar que el  modo Observar funciona con más facilidad cuando centramos  la atención en el área límbica.

Una característica del modo Observar es la objetividad. Las expectativas son pensamientos creados por el ego; los prejuicios, por el superego. Expectativas y prejuicios son los productos del modo Pensar  que nos impiden ser objetivos. El modo Observar detecta la presencia  de este tipo de pensamientos y puede impedir su avance, es por tanto un modo imprescindible para el método científico. Así, el científico,  con la ayuda de su modo Observar, consigue utilizar correctamente su  modo Pensar a la hora de redactar los resultados y las conclusiones de  su experimento.

El modo Observar permite la observación de lo que ocurre a nuestro alrededor y también en nuestro interior. Cuando esta se dirige a  nuestro interior vamos a denominarla modo Observar tipo introspección.

El modo Observar tipo introspección nos permite revisar el  producto del modo Pensar. Nos da la posibilidad de escuchar los pensamientos de manera imparcial y ver si se ajustan o no  a la realidad. Es como cuando repasamos la programación que  hemos realizado en un ordenador y descubrimos lo que funcioa bien y lo que no. Así, la creación de programas mentales y  emocionales bajo la supervisión del modo Observar garantiza su calidad. También un uso a posteriori del modo Observar  puede permitir detectar los programas que precisan cambios.  Esta capacidad de observación unida a la plasticidad de nuestro cerebro ofrece la posibilidad de realizar cambios en nuestro modo Pensar.

El modo Observar tipo introspección también nos permite dejar  de identificarnos con el producto de los programas mentales y emocionales. Nos permite distinguir entre nuestra consciencia de Ser y la actividad de nuestro secretario y de nuestro mayordomo. En este modo  recuperamos la identidad que tiene a su servicio a estos ayudantes.  Se trata de una consciencia que nos permite escuchar la voz de nuestros programas mentales y emocionales sin dejarnos arrastrar por sus  argumentos. El modo Observar tipo introspección evita que el modo  Pensar nos lleve a autoengañarnos.

PARA SABER MÁS

Un bebé observa, en su interior aún no se ha desarrollado el modo pensar. Durante los primeros años de vida no hay capacidad  de almacenar nada en la memoria episódica, ya que las estructuras responsables de ello no están aún maduras; es decir, aún  no se ha formado el yo biográfico al que hemos denominado superego. Tampoco está madura su corteza prefrontal. La corteza  prefrontal, al ser la parte filogenéticamente más moderna, es la  que más tarda en madurar en los seres humanos; actualmente se  considera que esta región de la corteza está plenamente funcional al final de la adolescencia. Por tanto, en los primeros años de  vida aún no se ha formado la consciencia de yo que hemos de- nominado ego, no se ha desarrollado su modo Pensar; un bebé  principalmente usa el modo Observar. El hecho de que los se- res humanos tengamos desarrollado el modo Pensar en la etapa adulta, no impide que sigamos utilizando el modo Observar.

 

Modo Percibir

El modo Percibir hace referencia a la consciencia corporal. Este  modo de funcionamiento nos permite ser conscientes de las in formaciones que llegan desde las diferentes partes de nuestro  cuerpo a nuestro SN central superior.

La propiocepción es uno de los sentidos que nos aportan este tipo  de información. El sistema propioceptivo está formado por receptores  sensoriales que informan sobre la posición de las diferentes partes de  nuestro cuerpo. También incluiremos en este modo Percibir los receptores sensoriales que nos informan de otras características como la temperatura, la presión o la vibración dentro de nuestro cuerpo; tanto  si están referidos a sensaciones en el interior del cuerpo como en la  superficie.

Podemos comparar la base fisiológica del modo Percibir con una  red de recogida, transmisión y procesamiento de información. La instrumentación de campo son los diversos receptores que recogen información relativa a las sensaciones que tenemos en nuestro cuerpo. Las  redes de transmisión están compuestas por las vías nerviosas. Y, por  último, el procesamiento de la información tiene lugar en armarios lo- cales de control que son los plexos nerviosos situados en el interior de  la columna vertebral y en la sala de control central situada en el SN superior, concretamente en el cerebelo y en la corteza somatosensorial,  situada en la zona central superior de nuestro cerebro, precisamente  en la parte final de lo que hemos descrito como canal central.

Las diversas informaciones que llegan a nuestro SN central superior, o sala de control desde las diferentes partes de nuestro  cuerpo pueden ser conscientes o inconscientes; es decir, pueden llegar o no hasta nuestra consciencia. En un estado en el  que predomina el modo Pensar, únicamente llegarán a nuestra  consciencia informaciones de gran intensidad, las que la  propia sala de control decide que es preciso que lleguen. En un  estado en el que una parte de nuestra atención está dirigida a  potenciar el funcionamiento del modo Percibir, llegan a nuestra consciencia informaciones sobre nuestro estado interior  que sin la especial actividad de este modo serían inconscientes.  Aprender a utilizar el modo Percibir implica hacernos conscientes de la presencia de sensaciones en nuestro cuerpo que  antes también existían pero que no llegaban a nuestra consciencia. 

Para percibir no es preciso pensar. La percepción a lo largo  del desarrollo individual tiene lugar antes de la aparición del  modo Pensar. Un bebé comienza a percibir antes de conocer las  palabras que definen cada sensación.

La utilización del modo Percibir junto con el modo Observar permite que llegue a nuestra consciencia la información real del mundo exterior y también del mundo interior. La correcta utilización del  modo Pensar junto al modo Percibir permite etiquetar y definir lo que  percibimos para así podernos comunicar. Por ejemplo, puede permitirnos describir los resultados de una experiencia interior.

Una incorrecta utilización del modo Pensar puede adulterar la in- formación recibida a través de nuestros sentidos. Pensamientos producidos por un programa mental que contiene fallos pueden crear una  sugestión que la modifique o incluir un filtro que impida que la información recibida a través del modo Percibir llegue a nuestra consciencia. De nuevo es el modo Observar el que puede detectar estos pensamientos y así impedir una adulteración de la realidad percibida.

Decíamos que el modo Observar nos permite ser un científico que  realiza experimentos y llega a resultados y conclusiones objetivas. Siguiendo esta analogía podemos decir que el modo Percibir es el instrumental que tiene a su disposición este científico que todos llevamos dentro. El modo Percibir aporta los instrumentos de medida que  permiten a nuestra consciencia de Ser, a nuestro investigador, realizar  experimentos en nuestro interior.

Hasta donde hemos podido experimentar, dentro del modo Percibir no hemos encontrado variantes.

 

Modo Silencio

Sentarnos implica parar nuestro movimiento, dejar de hacer  cosas; meditar implica parar el movimiento mental, dejar de  utilizar el modo Pensar. Cuando el modo Pensar se apaga se  enciende el modo Silencio.

El modo Silencio guarda relación con el modo Observar y con  el modo Percibir. La observación de los pensamientos hace  que vayan perdiendo intensidad y finalmente se desvanezcan.  Este hecho es fácil de experimentar. Por otro lado, cuanta más  atención ponemos en lo que percibimos, menos atención ponemos en lo que pensamos. Cuando retiramos la atención de los  pensamientos, estos también tienden a desaparecer. Por tanto,  el funcionamiento intenso de los modos observar y percibir favorece la aparición del modo Silencio.

 

El modo Silencio es conocido bajo otros nombres en las culturas  donde la meditación es una práctica habitual; en la India se le da el  nombre de nirvichara. Es un estado que también es definido como  consciencia sin pensamientos, término que indica que aunque no estemos pensando seguimos siendo conscientes, seguimos percibiendo el  mundo que nos rodea y también el mundo interior.

La consciencia asociada al modo Silencio recibe la información  del mundo exterior y el interior sin ningún tipo de adulteraciones o filtros, es decir, percibe la realidad. Recordemos que  esta adulteración en la información es creada por la incorrecta  utilización del modo Pensar, modo que está apagado cuando  funciona el modo Silencio.

Hay personas que de una manera natural disfrutan a veces de este  estado de silencio interior sin ser conscientes de ello. En momentos en  los que sentimos una gran plenitud, por ejemplo disfrutando de la naturaleza, podemos hacernos conscientes de si en nuestro interior hay  silencio. Es un estado que teníamos cuando éramos bebés, también en  ocasiones siendo niños, y que tendemos a perder cuando nos volvemos  adultos, cuando el modo Pensar comienza a esclavizarnos.

Los modos Pensar, Observar y Percibir son fáciles de experimentar,  el modo Silencio no tanto. En este punto el lector puede verificar si es  algo que ha experimentado, y por tanto su existencia es una evidencia, o si por el contrario carece de esa experiencia, en cuyo caso la existencia de este modo ha de ser considerada como una hipótesis.

– Modo Silencio tipo entender. Una variante del modo Silencio  es el modo Silencio tipo entender. Le hemos dado este nombre  combinado con la cualidad de silencio para indicar que es un  tipo de entendimiento en el que el modo Pensar no está involucrado. Se trata de un funcionamiento de nuestro SN superior en  el que se forman palabras, o notas musicales, o términos matemáticos, sin pasar por los circuitos de los programas mentales  o emocionales. 

En Occidente el término más similar es el de inspiración. El relato  de Einstein explicando cómo le vino el entendimiento de la teoría de la  relatividad indica este tipo de inspiración. La forma de componer de  Mozart, también. Einstein decía de Mozart: “Parece que hubiera escrito la música del universo”. El estudio matemático de las partituras de  Mozart muestra un ordenamiento fractal en los tiempos de cada nota.

De nuevo, salvo que el lector haya tenido experiencias de este tipo,  es preciso formular la existencia del modo Silencio tipo entender como  una hipótesis. Esta hipótesis puede ser expresada en estos términos:  hay una parte de nuestro SN superior que es capaz de captar directa- mente la información que nos rodea, sin necesidad de los programas  mentales y emocionales del modo Pensar.

Repasando los términos utilizados en la India para describir los  estados relacionados con la meditación, encontramos uno que hace  referencia a una consciencia sin dudas, que no tiene relación con la  actividad mental; se trata del estado de nirvikalpa. Este estado puede  guardar relación con lo que aquí hemos denominado modo Silencio  tipo entender.

También haremos referencia al modo Silencio tipo entender, como  modo Entender, pues aún está en fase de investigación si se trata de un  modo y su variante, o de dos modos independientes.

PARA SABER MÁS

El modo Observar es un aliado que ayuda a diferenciar un pensamiento de una inspiración. Desde el modo Observar se percibe  que las palabras formadas en el modo Entender parece que fueran  dictadas, fluyen solas, sin esfuerzo, la idea es clara. Desde el modo  Pensar surgen frases que a la vez producen que sigamos pensando  en relación al tema de esa frase, hay una sensación de dar vueltas,  de aparición de pegas o de dudas y de esfuerzo. La sensación es  también diferente: las palabras que surgen del modo Entender parecen surgir sin esfuerzo y no las asumes como de tu propiedad,  mientras que las que surgen del modo Pensar llevan asociada una  sensación de esfuerzo y de propiedad, las consideramos nuestras.  Así, desde el modo Observar podemos apreciar las características  de la formación de las palabras y las frases en nuestro interior, y de los efectos que producen; a partir de estas apreciaciones podemos hacernos conscientes de si se trata del modo Pensar o del  modo Entender.

Libro: En la mente o en el Ser : Maria Teresa Blázquez

Por favor puntúa este artículo