No sé qué hacer con mi vida 4.75/5 (4)

Imaginemos tres médicos, uno médico investigador, otro médico director y el tercero médico clínico.

¿Cuál es su profesión? Los tres son médicos, tienen la misma profesión. ¿Cuál es la vocación de estos tres hombres? Tienen tres vocaciones diferentes: para el médico investigador la vocación es la curiosidad, porque disfruta indagando, estudiando, observando; para el médico que dirige una clínica la vocación es dirigir, liderar, ya que le atrae el poder, la influencia o el reconocimiento; por último, para el médico que atiende pacientes su vocación es el servicio, ayudar, curar a otros.

La profesión tiene dos objetivos:

  • Proveer
  • Ejercer la vocación

 

Si no satisfacemos al menos uno de estos dos objetivos nos sentimos frustrados. Pensemos en un antropólogo: no gana mucho dinero, pero trabaja en lo que le gusta, ejerce su vocación. Consiguió uno de los objetivos. Otro ejemplo podría ser el de un taxista: gana dinero, aunque conducir un taxi no es su vocación. También logró un objetivo. El gran problema viene cuando la persona no gana dinero  ni  practica  su  vocación.  Si  no  obtenemos  ni  vocación  ni  dinero  es  imprescindible  que busquemos una actividad que genere satisfacción. Por ejemplo, podemos compensarlo con un hobby.

Así, un taxista que trabaja doce horas diarias y no gana suficiente  dinero, dedica unas horas a la semana  para  poder cultivar su  hobby.  Entonces,  aunque  no  es  lo  ideal,  lo  contrarresta  con  esa actividad que le resulta placentera.

El famoso entrenador de fútbol José Pekerman fue taxista circunstancial durante cuatro años. El oficio  le  permitía  ganar un  dinero  que  invertía  en  su  vocación,  el  fútbol,  al  que  se  dedicaba simultáneamente como entrenador de divisiones inferiores.

La profesión es consciente, mientras que la vocación es inconsciente. La vocación va mutando y es necesario oír por dentro. Está bien que trabajes para ganar dinero, pero en algún momento  tu vocación va a aparecer.

 

Adictos al trabajo

La adicción al trabajo esconde una carencia inconsciente (afectiva o vocacional). Si la persona no descubre cuál es su verdadera necesidad, la adicción irá en aumento.

Un hombre «adicto al trabajo» refuerza su rol de proveedor, porque se siente extraño en casa, es lo único que sabe hacer, tal vez le cueste disfrutar de sus hijos. Perder el trabajo le significaría perder también su rol.

Recuerda esta vieja anécdota:

El hijo le dice al padre  que quiere  ir al circo  que llegará  al pueblo  y el padre  promete llevarlo. El día que va a llevara su hijo al circo lo llaman del trabajo. Entonces le dice al niño:

«Hijo, el circo va y viene.» El niño le responde: «Es cierto, el circo va y viene, pero mi infancia no.»

 

Imaginemos,  por ejemplo, una pareja joven que tiene un hijo. Él empieza a enfatizar el rol de proveedor, trabaja todo el día, y ella provee afectivamente. Ella quiere que él provea afectivamente, pero él se aleja porque está cansado. La lectura de la situación que hace ella es que él «es un egoísta», mientras que él dice «yo me mato trabajando». Ella quiere empatía y cariño, y como él no se los brinda, ella cree que no le interesa como mujer, imagina que él ha puesto los afectos en otro lado y se enoja. Ella siente que ella provee y él no. Sin embargo, él no es adicto, simplemente no interpreta que no es el dinero, sino el afecto, lo que hace falta.

 

PREGUNTAS

  • Soy cajero de un banco, mi trabajo es rutinario y monótono, ¿cómo hago para disfrutarlo?

No veas tu trabajo como una traba, sino como algo que financia eso que sí te gusta hacer. Por ejemplo, el dinero que ganas como cajero te sirve para comprarte la raqueta para jugar al tenis, que es lo que más te gusta. Piensa que si no disfrutas de lo que haces, lo que sí te da placer no lo vas a disfrutar.

 

  • ¿Puede considerarse   una  adicción  dedicar muchísimo  tiempo  a  hacer lo  que  me  da satisfacción?

Hacer lo que te gusta puede causarte presión, pero no te estresará. Por ejemplo, un cirujano cuando opera está bajo presión, pero no se angustia ni se estresa porque él eligió esa profesión y  la  disfruta.  Hacer lo  que  en  verdad  amas  es  «adrenalizante»,  pero  nunca  angustiante  o agotador.

LIBRO: Nudos mentales

 

Por favor puntúa este artículo