Para, déjalo estar, no atesores más opiniones 4.83/5 (6)

Por favor, para. Para de hablar, para de objetar. Deja que haya silencio, aunque solo sea por un momento. Date cuenta de que tú no puedes hacerlo, de que no puedes lograr que eso ocurra. Date cuenta de que las objeciones y los juicios y las resistencias seguirán brotando en tanto que sigan brotando. Déjalo estar. Deja ser al silencio, a la quietud.

Date cuenta de que casi cada pensamiento que tienes es un pensamiento «yo» o un pensamiento «mí». Casi todos tus pensamientos tienen que ver con «yo» o se refieren a «mí» o a lo «mío». «Lo que yo siento…, lo que me parece…, lo que es para mí…, según mi experiencia…, de donde yo vengo…», y así sucesivamente. Y aun en las ocasiones en que no empleas tales palabras, pensar sigue siendo importante para ti, porque tú piensas que es tu pensamiento. Tu opinión. Lo que tú sientes sobre ti mismo o sobre tu «realidad». Abandónalo ya.

No busques la verdad; simplemente, deja de atesorar opiniones… Si quieres conocer la verdad, entonces no sostengas opiniones ni a favor ni en contra de nada. Establecer lo que te gusta frente a lo que no te gusta es la enfermedad de la mente. SENG-TS’AN

Cuando se te da la inefable gracia, el increíble e inmerecido don de ver, de percibir que lo que piensas es solo una opinión, o que pensar es algo mediante lo cual te identificas a ti mismo; cuando tienes ese don de ser capaz de escucharte, entonces para. Honra ese don parándote. Y suéltala. La opinión. Suéltala. El pedacito de identidad contenido en cada afirmación acerca de ti mismo, cada pregunta que proviene de ti, cada comentario que te concierne; suéltalos. Deja que te detenga la gracia que en un momento dado te permite pillarte teniendo una opinión y hablando como un «yo»; deja que esa gracia te pare.

Ningún pensamiento que hayas tenido jamás es verdad. Ninguna opinión que hayas mantenido nunca es correcta. Suéltalos. Ninguna idea que tengas o hayas tenido acerca de ti, o acerca de quién o qué eres, se ha correspondido jamás con la realidad. Y jamás lo hará. Suéltalas todas.

Comparar, tamizar, aprender, batallar, imaginar, sentir, pensar…, todo eso es como tratar de asir una sombra o perseguir el viento. En cambio, está el impresionante y desbordante don de parar, de permitir el desprendimiento.

Debes tener la clara comprensión de que todo es solamente una manifestación de la mente. Todo, cualquier cosa de este mundo, no es más que una compleja manifestación de la propia actividad mental. Lankavatara Sutra

Deja que todo eso pare. Permite que se desprenda. Deja de tomártelo en serio. Deja por completo de sostenerlo. Déjalo estar. Aquiétate. Simplemente, para. Deja que la gracia te pare

Libro: Perfecta y brillante quietud…David Carse

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