Esta es la historia del despertar de Nathan Gill contada por él mismo.
Esta es la historia del despertar de Tony Parsons contada por él mismo.
Un día estaba caminando por un parque en los suburbios de Londres. Noté mientras caminaba que mi mente estaba ocupada totalmente por expectativas sobre acontecimientos futuros que podrían ocurrir o no. Aparentemente hice la elección de dejar estas proyecciones y de estar simplemente en mi caminar.
Noté que cada paso era totalmente único en sensación y presión, y que la sensación estaba aquí un momento y que había desaparecido al siguiente para no repetirse nunca más de la misma manera.
Cuando todo esto estaba teniendo lugar, hubo una transición desde la observación de mi caminar a simplemente la presenciación de mi caminar.
Lo que aconteció está simplemente más allá de descripción. Sólo puedo decir, inadecuadamente en palabras, que una tranquilidad y presencia totales parecieron descender sobre todas las cosas. Todas las cosas devinieron sin tiempo y yo ya no existía. Yo me desvanecí y ya no había ningún experimentador.
La unidad con todo y cada cosa era lo que aconteció. No puedo decir que yo estaba »unificado» porque »yo» había desaparecido. Sólo puedo decir que aconteció esa unidad con todo, y que un amor irresistible llenó todo.
Junto con esto hubo una comprensión total de la totalidad. Todo esto aconteció en un relámpago sin tiempo que pareció eterno.
Contenida dentro, y siguiendo directamente a este acontecimiento, ocurrió una revelación tan magnífica y revolucionaria en su naturaleza que tuve que sentarme en la hierba para comprender su consecuencia.
Lo que vi era simple y evidente de una manera pero completamente intraducible de otra. Era como si hubiera recibido una respuesta que no tenía pregunta: Se me había mostrado un secreto que es un secreto abierto; y que todo y cada cosa que es conocida o desconocida contiene y refleja este secreto abierto.
La naturaleza, las gentes, el nacimiento y la muerte, y nuestros esfuerzos, nuestros miedos y nuestros deseos están contenidos todos dentro y reflejan un amor incondicional.
Sentí que había sido tocado repentinamente y todo tomó un sentido nuevo.
Miré a la hierba, a los árboles, a los perros y a las gentes moviéndose como antes, pero ahora no sólo reconocía su esencia sino que yo era su esencia, como ellos eran la mía. De otra manera era como si todo, incluyéndome a mí, estuviera envuelto en un amor profundo y omniabarcante, y de una manera extraña parecía que lo que veía no era tampoco nada especial… es la norma que usualmente no se percibe.
¿Por qué a mí y por qué ahora? ¿Cómo podía haber merecido este don a cambio de nada? Ciertamente yo no era puro en el sentido bíblico, ni en ningún otro sentido reconocido, o mi mente así me lo decía. Yo no había vivido una vida de meditación disciplinada o de dedicación espiritual de ningún tipo. ¡Esta iluminación había ocurrido sin ningún esfuerzo por mi parte! Simplemente había observado mi caminar de una manera muy sencilla y natural, y entonces había emergido este tesoro.
También vine a reconocer que este aparente don había estado disponible siempre, que siempre lo estaría. ¡Esa era la comprensión más maravillosa de todas!: Que, independientemente de dónde, de cuándo o de cómo estuviera, esta presencia estaba lista para emerger y abrazarme.
Este tesoro tenía que ser redescubierto, aunque no a través de prácticas y rituales espirituales aparentemente significativos. No. Este maravilloso tesoro omniabarcante estaba disponible dentro de la esencia de un paso, en el sonido de un tractor, en mi sensación de fastidio, en el caminar de un gato, en las sensaciones de dolor y de rechazo, en la cima de una montaña o en medio de Balham Street.
En cualquier parte y en todas partes estoy totalmente rodeado y abrazado en la quietud, el amor incondicional y la unidad.
Más tarde comencé a preguntarme cómo podía ser retenido este tesoro. Pero una y otra vez, había llegado a ver que lo que había buscado redescubrir no puede ser obtenido o contenido nunca. No hay nada que yo tenga que hacer, y la creencia misma de que tengo que hacer algo para merecer este tesoro interrumpe su cualidad inherente. Y esto es también la paradoja, pues el instinto divino está disponible continuamente, simplemente a través de su admisión. Está siempre a mano, en un estado eterno de disposición, como el amante constante y fiel está siempre listo para responder a todas nuestras llamadas.
Cuando lo admito, es; cuando lo evito, es. No requiere ningún esfuerzo, exigencias ni patrones, y no tiene preferencias. Al ser sin tiempo, no ve ninguna senda que recorrer, ninguna deuda que pagar. Debido a que no reconoce nada justo o injusto, tampoco reconoce el juicio ni la culpa. Su amor es absolutamente incondicional.
Simplemente observa con claridad, compasión y deleite cómo salgo para mi retorno.
Es mi derecho de nacimiento. Es mi hogar. Es ya eso que yo soy.
Tony Parsons
Todo el mérito de la sección historias del despertar es de Jordi Casals en su WEB: Datelobueno.com