El mayor descubrimiento interno existente 5/5 (1)

Cuanto más real te vuelves dentro de ti, más irreal se vuelve el mundo circundante. La realidad se vuelve «yo», y el mundo se vuelve irreal. El mundo es real o el «yo» es real: ambos no pueden ser reales. Ahora estás sintiendo que sólo eres un sueño; entonces el mundo es real. Cambia el énfasis. Vuélvete real, y el mundo se volverá irreal.

Gurdjieff trabajó con este método continua­mente. Su principal discípulo, P. D. Ouspensky, cuenta que cuando Gurdjieff estaba trabajando con él con este método, y llevaba tres meses practicando continuamente este recuerdo de «yo soy, yo soy, yo soy», después de tres meses, todo se detuvo. Sólo una nota permaneció dentro como una música eterna: «Yo soy, yo soy, yo soy» Pero entonces esto no era un esfuerzo. Era una activi­dad espontánea que continuaba: «Yo soy» Enton­ces Gurdjieff le dijo a Ouspensky que saliera de la casa. Durante tres meses, lo había mantenido en la casa y no se le permitía salir.

Entonces Gurdjieff dijo: «Ven conmigo» Estaban viviendo en una ciudad rusa, Tiflis. Gurdjieff le dijo que saliera, y se fueron a la calle. Ouspensky escribe en su diario: «Por primera vez pude comprender lo que Jesús quería decir cuando dijo que el hombre está dormido. La ciudad entera me pareció como que estaba dormida. La gente se movía dormida; los tenderos estaban vendiendo dormidos; los clientes estaban comprando dormidos. Toda la ciudad estaba dormida. Miré a Gurd­jieff: sólo él estaba despierto. La ciudad entera estaba dormida. Estaban enfadados, estaban peleando, estaban amando, comprando, vendiendo, haciendo de todo.»

Ouspensky dice: «Ahora podía ver sus rostros, sus ojos: estaban dormidos. No estaban ahí. Falta­ba el centro interno, no estaba allí». Ouspensky le dijo a Gurdjieff: «No quiero volver allí nunca más. ¿Qué le ha sucedido a la ciudad? Todos pare­cen dormidos, drogados.»

Gurdjieff dijo: «No le ha pasado nada a la ciudad, algo te ha sucedido a ti. Has sido desdro­gado; la ciudad es la misma. Es el mismo lugar por el que tú andabas hace tres meses, pero no podías ver que los demás están dormidos porque tú también estabas dormido. Ahora puedes ver porque ha llegado a ti una cierta cualidad de conciencia. Con tres meses practicando «yo soy» continuamente, has tomado conciencia en muy pequeña medida. ¡Has tomado conciencia! Una parte de tu consciencia ha ido más allá del sueño. Por eso puedes ver que todo el mundo está dormido, muerto, moviéndose, drogado, como hip­notizado.»

Ouspensky dice: «No podía soportar ese fenó­meno: ¡todo el mundo dormido! No importa lo que estén haciendo, no son responsables de ello. ¡No lo son! ¿Cómo van a ser responsables?» Volvió y le preguntó a Gurdjieff: «¿Qué es esto? ¿Es­toy siendo engañado de alguna manera? ¿Me has hecho algo por lo que la ciudad entera parece dor­mida? No puedo creer lo que veo.»

Pero esto le pasará a cualquiera. Si puedes re­cordarte a ti mismo, sabrás que nadie se está recor­dando a sí mismo, y cada uno sigue moviéndose de esta forma. El mundo entero está dormido. Pero debes empezar mientras estás despierto. En cualquier momento que te acuerdes, empieza «yo soy».

No quiero decir que tengas que repetir las pa­labras «yo soy»; más bien, siéntelo. Dándote un baño, siente «yo soy». Nota el contacto de la du­cha fría, y permítete estar detrás, sintiendo y recordando «yo soy». Recuerda: no estoy diciendo que tengas que repetir verbalmente «yo soy». Puedes repetirlo, pero esa repetición no te dará conciencia. Puede que la repetición cree más sueño. Hay muchas personas que siguen repitiendo muchas cosas. Siguen repitiendo «Rama, Rama, Rama…», y si simplemente están repitiendo sin conciencia, entonces este «Rama, Rama, Rama…» se convierte en una droga. Pueden dormir bien gracias a ella.

Así que este «yo soy», este recordar «yo soy», no es un mantra verbal. No es para ser repetido verbalmente: ¡siéntelo! Sé sensible a tu ser. Cuan­do toques la mano de alguien, no toques sólo su mano; siente también tu contacto, siéntete también a ti mismo: que estás aquí en este contacto, total­mente presente. Mientras estés comiendo, no te limites a comer; siéntete también a ti mismo co­miendo. Esta impresión, esta sensibilidad debe penetrar cada vez más profundamente en tu mente.

Un día, de pronto, estás despierto en tu centro, funcionando por primera vez. Y cuando el mundo entero se vuelve un sueño, entonces puedes saber que lo que sueñas es un sueño. Y cuando sabes que lo que sueñas es un sueño, los sueños cesan. Sólo pueden continuar si consideras que son reales. Cesan si se advierte que son irreales.

Y una vez que los sueños cesan en ti, eres un hombre diferente. El hombre viejo está muerto; el hombre adormecido está muerto. Ya no eres el ser humano que eras. Por primera vez, tomas conciencia; por primera vez, en el mundo entero que está dormido, tú estás despierto. Te conviertes en un buda, un ser despierto.

Con este despertar no hay desdicha, después de este despertar no hay muerte, mediante este desper­tar ya no hay miedo. Por primera vez te liberas de todo. Estar libre de dormir, estar libre de soñar, es estar libre de todo. Logras la libertad. El odio, la ira, la avaricia, desaparecen. Te conviertes en puro amor. No es que ames; ¡te conviertes en puro amor!

Osho – Del libro de los Secretos

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