En una conversación entre Ouspensky y Gurdjieff:
2. Los hombres son máquinas y de las máquinas no puede esperarse otra cosa que hechos mecánicos.
3. Toda la gente que Ud. ve, toda la gente que Ud. conoce, toda la gente que aún puede llegar a conocer, todas, todas son máquinas, verdaderas máquinas que trabajan sólo movidas por influencias externas, como Ud. mismo muy bien lo dice. Máquinas nacen, máquinas mueren.
4. Antes de hablar sobre psicología debemos poner en claro a quién se refiere y a quién no se refiere, dijo. La psicología se refiere a la gente, a los hombres, a los seres humanos. ¿Qué psicología puede haber en relación a las máquinas? (Recalcó la palabra “psicología”) Para el estudio de las máquinas hace falta la mecánica, no la psicología. Por eso es que comenzaremos con la mecánica. Aún distamos mucho de la psicología.
¿Puede uno dejar de ser máquina?, le pregunté.
¡Ah! Esa es justamente la cuestión, dijo G. Si me hubiese Ud. hecho este tipo de pregunta más a menudo podríamos haber llegado a alguna parte en nuestras conversaciones. Si; es posible dejar de ser una máquina, pero para eso es indispensable, ante todo, conocer la máquina. Una máquina, una verdadera máquina, no se conoce a sí misma, y mal puede conocerse. Cuando una máquina se conoce a sí misma ya deja de ser máquina; al menos, no es la misma máquina que era antes. Comienza a ser responsable de sus actos.
¿Quiere Ud. decir que el hombre no es responsable de sus actos?
Un hombre (énfasis en esta palabra) sí, es responsable. Una máquina no lo es.
5. El hombre es una máquina. Todos sus hechos, todas sus acciones, todas sus palabras, sus pensamientos, sentimientos, convicciones, opiniones y hábitos, todo es el resultado de influencias externas, de impresiones que le llegan de afuera. Por sí mismo, de sí mismo, un hombre no puede producir un solo pensamiento, una sola acción. Todo cuanto dice, hace, piensa, siente, todo eso sucede. El hombre no puede descubrir nada nuevo, no puede inventar nada. Todo sucede.
6. El hombre nace, vive, muere, construye casas, escribe libros, no como él quiere hacerlo, sino como buenamente sucede. Todo sucede. El hombre no ama, no odia, no desea. Todo esto sucede en el hombre sin que el hombre se dé cuenta de ello.
Pero nadie querrá creerle si Ud. dice que nadie puede hacer nada. Esto es lo más ofensivo y lo más desagradable que se le puede decir a una persona. Y es particularmente ofensivo y desagradable porque es la verdad. Nadie quiere saber la verdad.
7. Verá Ud. que utilizamos un lenguaje muy especial, y que a fin de poder hablar con nosotros será necesario que aprenda Ud. a hablar este lenguaje. No vale la pena hablar en un lenguaje ordinario porque con él resulta imposible lograr un entendimiento mutuo. Por el momento, esto también le parecerá a Ud. extraño. Pero es la verdad. A fin de poder comprender, es necesario aprender otro lenguaje. El lenguaje en que habla la gente impide que los unos se entiendan a los otros. Más adelante verá Ud. por qué esto es así.
Debe uno, entonces, aprender a decir la verdad. Esto le parecerá extraño. Lo que ocurre es que Ud. no comprende que uno tiene que aprender a decir la verdad. La parece que únicamente basta desearlo o decidir hacerlo. Y yo le aseguro a Ud. que muy rara vez las gentes mienten deliberadamente. En la mayoría de los casos creen que dicen la verdad. Sin embargo, están mintiendo todo el tiempo, tanto cuando realmente quieren mentir como cuando quieren decir la verdad. Mienten siempre, tanto a los demás como a sí mismos. En consecuencia, nadie se entiende a sí mismo, ni puede entender a los demás. Piénselo un poco: ¿habría tanta discordia, tan profundos malentendidos, tal odio contra las opiniones ajenas si las gentes pudiesen entenderse los unos a los otros? No pueden entenderse porque no pueden evitar la mentira. Decir la verdad es lo más difícil que hay en el mundo; y uno debe estudiar muchísimo y durante mucho tiempo para poder decir la verdad. No basta con sólo desearlo. Para poder decir la verdad es necesario saber lo que es la verdad y lo que es la mentira, y saberlo, antes qué nada, en sí mismos. Y esto es algo que nadie quiere saber.
8. Ud. no se da cuenta de su propia situación. Ud. está preso. Todo cuanto puede Ud. desear, si es una persona sensata, es salir de esa cárcel. ¿Pero cómo va a hacerlo? Es preciso cavar un túnel. Un hombre no puede hacerlo por sí sólo. Pero, supongamos que haya unos diez o veinte hombres dispuestos a acometer esta empresa; trabajando por turnos, unos encubriendo a otros, pueden terminar el túnel y salir de la cárcel.
Lo que es más, nadie puede huir de esta cárcel si no obtiene la ayuda de quienes han huido antes que él.
9. Para que un preso tuviese posibilidades de poder fugarse, tenía que comenzar por darse cuenta de que estaba preso. Mientras no entienda esto, mientras no lo advierta, mientras no se dé cuenta de que está preso, mientras piense o crea que es libre, no tiene la menor posibilidad. Nadie puede ayudarlo, y por cierto que nadie podrá liberarlo a la fuerza, contra su propia voluntad, oponiéndose a sus deseos. Y si hay alguna posibilidad de fuga, ésta puede convertirse en realidad únicamente como resultado de mucho trabajo, de grandes esfuerzos; sobre todo de esfuerzos conscientes, dirigidos hacia un propósito definido y claro.
10. El “hombre-máquina”, para quien todo está sujeto a influencias externas, a quien las cosas únicamente le ocurren, aquel que ahora es una persona, mañana otra y pasado una tercera, no tiene ni puede tener futuro de ninguna especie; está enterrado y eso es todo. El barro al barro vuelve. A fin de poder hablar de cualquier clase de vida futura, tiene que haber cierta cristalización, cierta fusión de las cualidades internas del hombre, cierta independencia de las influencias exteriores. Si algo hay en un hombre que sea capaz de resistir las influencias externas entonces ese mismo algo podrá resistir la muerte del cuerpo físico. Pero, piénsenlo Uds. mismos: ¿qué puede sobrevivir a la muerte física de un hombre que pierde la cabeza o se desmaya cuando se corta un dedo?
11. Aquellos sistemas que Uds. conocen declaran que todos los hombres tienen un cuerpo astral. Esto es un profundo error. Aquello que puede llamarse “cuerpo astral” se logra únicamente por medio de la fusión, o sea por medio de un tremendo y duro trabajo interior y de un intenso esfuerzo y de una intensa lucha. El hombre no nace con un cuerpo astral. Sólo muy pocos consiguen hacerse de un “cuerpo astral”. Si el hombre consigue hacerse de un “cuerpo astral” puede continuar viviendo después de la muerte de su cuerpo físico, y aún hasta puede renacer en otro cuerpo físico. Esto es la reencarnación. Si es que no vuelve a nacer en cuerpo físico, entonces, a su debido tiempo, también muere. El “cuerpo astral” no es un cuerpo inmortal, pero puede vivir durante mucho tiempo después de que haya muerto el cuerpo físico.
La fusión, la unidad interior, se obtiene mediante la fricción, mediante la intensa lucha entre “sí” y “no” dentro de uno mismo. Si el hombre vive sin una lucha interior, si todo le “sucede”, sin que haya la menor oposición de su parte, si es que va donde quiera que le lleven o donde quiera que sople el viento, permanecerá siendo lo que es. Pero si comienza a luchar dentro de sí mismo, y si en esta lucha hay una dirección precisa, entonces comienzan a formarse, poco a poco, ciertos rasgos, comienza la “cristalización”. Pero esta cristalización puede ocurrir sobre bases buenas o malas. La “fricción”, la lucha interior entre “sí” y “no”, puede ocurrir sobre una base falsa como, por ejemplo, una creencia fanática en una u otra idea, o el “temor al pecado”; cualquier cosa por el estilo puede producir en el hombre una intensa lucha interior entre “si” y “no”. Y un hombre puede cristalizarse sobre semejante base. Pero ésta sería una mala cristalización, una cristalización falsa, incompleta. Un hombre así no tendría la menor posibilidad de un desarrollo ulterior. A fin de posibilitar un desarrollo ulterior, tiene que derretirse nuevamente, por así decirlo, y esto sólo lo puede lograr mediante un intenso y terrible sufrimiento.
12. Así consigue cristalizarse. Es en esta forma cómo mucha gente puede generar en sí misma una gran fuerza interior; puede soportar torturas, puede obtener lo que quiera. Esto significa que en estas personas ya hay algo sólido, algo permanente. Estas personas pueden llegar a ser inmortales.
13. Es preciso hacer sacrificios. Si nada se sacrifica, nada se consigue. Y es preciso sacrificar algo que por el momento sea muy precioso, sacrificarlo por un tiempo muy largo y sacrificar bastante. Pero no hay que sacrificar para siempre. Es indispensable entender esto con toda claridad, porque a menudo no se entiende como es debido. El sacrificio es necesario sólo mientras está desarrollándose el período de la cristalización. Cuando se ha logrado la cristalización, todos los renunciamientos, todas las privaciones, todos los sacrificios dejan de ser necesarios. Entonces el hombre puede hacer lo que le dé la gana. Ya no hay más leyes para él, porque él es la ley en sí mismo.
14. Este aspecto de la cuestión es sumamente claro. La multitud ni quiere ni busca el conocimiento. Los dirigentes de las multitudes, movidos por sus propios intereses, tratan de aumentar los temores de las gentes y fomentan el repudio de todo cuanto sea nuevo o desconocido. La esclavitud, que es la condición de la actual vida del hombre, se basa en este temor. Es sumamente difícil aún imaginar todo el horror de semejante esclavitud. Nosotros no comprendemos lo que las gentes se pierden. Pero, a fin de comprender las causas de esta esclavitud, basta observar la forma en que las gentes mienten. Basta observar que es lo que constituye la finalidad de su existencia, el objeto de sus deseos, de sus pasiones, de sus aspiraciones; basta observar lo que piensan, lo que discuten, lo que sirven y lo que adoran. Consideremos aquellas cosas en que la gente gasta su dinero,
15. El hombre no nace con estos cuerpos sutiles; ellos sólo pueden cultivarse artificialmente, siempre y cuando existan condiciones favorables, tanto en lo interno como en lo externo.
El “cuerpo astral” no es un implemento indispensable para el hombre. Es un lujo, un gran lujo que se lo pueden dar muy pocos. Un hombre puede vivir perfectamente bien sin un “cuerpo astral”. Su cuerpo físico posee todas las funciones necesarias para la vida. Un hombre sin “cuerpo astral” puede producir la impresión de ser muy intelectual y hasta espiritual, y puede engañar no sólo a otras personas, sino también a sí mismo.
16. Imaginemos una vasija o retorta llena de varios polvos metálicos. Estos polvos no tienen conexión entre ellos, y a cada cambio accidental de la postura de la retorta, también cambia la posición relativa de los diferentes polvos. Si se sacude la retorta, o si se la golpea con el dedo, entonces el polvo que originalmente estaba arriba, encima de los demás, puede aparecer en el medio o en el fondo, mientras que aquel que estaba en el medio o en el fondo, puede aparecer encima de todos. No hay permanencia alguna en la posición de los polvos, y en semejantes condiciones no puede haber nada permanente. Tal es un típico aspecto de nuestra vida psíquica. A cada instante hay nuevas influencias que cambian la posición de los polvos; en lugar del que está encima, se coloca otro que es su opuesto absoluto. La ciencia llama a esto un estado de mezcla mecánica. La característica esencial de la interrelación de los polvos en este estado de mezcla, es la inestabilidad de las interrelaciones mismas, y su variabilidad.
Es imposible estabilizar la interrelación de los polvos en un estado de mezcla mecánica. Pero los polvos pueden fundirse; la naturaleza misma de los polvos posibilita esta fusión. Para conseguirla, es preciso encender un fuego especial bajo la retorta; al calentar y derretir los polvos, este fuego logra finalmente fundirlos en uno solo. Fundidos en esta forma, los polvos quedarán en un estado de composición química. Y una vez así no se les podrá separar por el mismo expediente con que se les separaba antes y mediante cual expediente se les hacía cambiar de posición como era el caso cuando se hallaban en un estado de mezcla mecánica. El contenido de la retorta se ha convertido en algo “indivisible”, “individual”. Esto indica la forma como se construye el segundo cuerpo. El fuego que produce la fusión proviene de la “fricción” que, a su vez, se produce en el hombre mediante la lucha entre “si” y “no”. Si un hombre cede a todos sus deseos, o si alcahuetea con ellos, nunca habrá en él lucha alguna, no habrá fricción, no habrá fuego. Pero, si habiéndose propuesto alcanzar una determinada finalidad el hombre lucha contra todos los deseos que le impiden su logro, entonces podrá crear en sí mismo un fuego que transformará gradualmente su mundo interior en una integridad única.
17. Y tan sólo el hombre que posea cuatro cuerpos total y completamente desarrollados puede llamarse un hombre en el más amplio sentido de la palabra. Este hombre tiene muchas propiedades que el hombre ordinario no posee. Una de éstas es la inmortalidad.
18. La inmortalidad no es una propiedad con la que nace el hombre. Pero el hombre puede hacerse inmortal.
19. El camino que conduce al desarrollo de las posibilidades ocultas en el hombre es un camino que va contra la naturaleza, contra Dios mismo.
20. Los caminos conducen, o deberían conducir, a la inmortalidad. La vida corriente, la vida de todos los días, aún en sus mejores aspectos, lleva al hombre a la muerte y no puede llevarlo a ninguna otra cosa.
21. Las religiones occidentales han degenerado a tal extremo que no queda ya nada vivo en ellas.
22. Esta situación sería verdaderamente desesperada si no existiese la posibilidad de un cuarto camino.
23. Este cuarto camino no tiene formas definidas como las tienen los caminos del fakir, del monje y del yogui. Y, por sobre todas las cosas, el hombre tiene que ser capaz de hallar el cuarto camino, tiene que encontrarlo. Esta es la primera prueba. No se la conoce tan bien como la de los otros tres caminos. Hay mucha gente que jamás ha oído hablar de un cuarto camino, y hay quienes hasta niegan su existencia o sus posibilidades.