El pobre sin dinero tiene temor a su porvenir. El rico con dinero tiene temor a quedarse sin él.
PECUNIA ALTER SANGUIS, el dinero es otra especie de sangre, dice el proverbio Latino.
El dinero ha sido usado por la mente con fines y propósitos totalmente diferentes de los que tiene en sí
mismo entre las cuales está cubrir nuestras necesidades físicas inmediatas. El dinero está siendo utilizado con propósitos psicológicos; esa es la causa por la cual el dinero ha asumido importancia exagerada y desproporcionada.
Necesitamos dinero para tener pan, abrigo y refugio; esto es obvio. Pero cuando el dinero se convierte en una necesidad psicológica, cuando lo utilizamos con propósitos diversos de los que tiene en sí mismo, cuando dependemos de él para conseguir fama, prestigio, posición social, etc., entonces el dinero asume ante la mente una importancia exagerada y desproporcionada, de aquí se origina la lucha y el conflicto por poseerlo.
Es lógico que tenemos necesidad de conseguir dinero para satisfacer nuestras necesidades físicas (para tener pan, abrigo y refugio) Pero si dependemos del dinero exclusivamente para nuestra propia felicidad y satisfacción personal, entonces somos los seres más desgraciados de la tierra.
Cuando comprendemos profundamente que el dinero sólo tiene por objeto proporcionarnos pan, abrigo y refugio, entonces le ponemos espontáneamente una limitación inteligente; el resultado de esto es que el dinero ya no asume ante nosotros esa importancia tan exagerada que tiene cuando se convierte en una necesidad psicológica.
Cuando comprendemos nuestra justa relación con el dinero, termina de hecho el dolor del desprendimiento, y el sufrimiento espantoso que nos produce la competencia. Debemos aprender a diferenciar entre nuestras necesidades físicas inmediatas y la dependencia psicológicas de las cosas. La dependencia psicológica de las cosas crea la explotación y la esclavitud.
Necesitamos dinero para cubrir nuestras necesidades físicas inmediatas. Desgraciadamente la necesidad se transforma en codicia. El Yo Psicológico, percibiendo su propia vaciedad y miseria, suele darle al dinero y a las cosas un valor distinto al que tiene, un valor exagerado y absurdo. Así es como el Yo quiere enriquecerse externamente ya que internamente es pobre y miserable. El Yo quiere hacerse sentir, deslumbrar al prójimo con las cosas y el dinero. Hoy en día nuestra relación con el dinero se basa en la codicia. Alegamos siempre necesidad, para justificar codicia. La codicia es la causa secreta del odio, y de las brutalidades del mundo. Estas últimas suelen asumir muchas veces aspectos legales. La codicia es la causa de la guerra y de todas las miserias de este mundo. Si queremos acabar con la codicia del mundo, debemos comprender profundamente que ese mundo está dentro de nosotros mismos. Nosotros somos el mundo.
La riqueza y la miseria
Debemos trabajar para tener lo necesario, pero no debemos codiciar, no debemos olvidar jamás que la riqueza ha creado más codiciosos que la codicia hombres ricos.
La codicia tiene tal poder cegador, que todos los argumentos del mundo no convencerían jamás a un hombre de que es codicioso el YO de la codicia se reviste con santos ropajes.
Los ricos están siempre llenos de codicia, pero ellos jamás aceptarían tener el defecto de la codicia.
Tener dinero en demasía es fuente de temor, y no tenerlo moderadamente es fuente de dolor.
Un hombre sin dinero en esta época fatal en que vivimos es como un arco sin flecha.
El dinero a la mano es como la lámpara de Aladino, el dinero es un buen sirviente pero un mal amo.
EL dinero en sí mismo no es ni bueno ni malo, todo depende del uso que hagamos de ÉL, si lo utilizamos para el bien, es bueno, si lo utilizamos para el mal es malo.
El dinero es como el estiércol: no es bueno a no ser que se esparza El Afán de riquezas obscurece el sentido de lo justo y de lo injusto.
La Miseria tiene un grave defecto, incita al proletariado a cometer malas acciones.
La pobreza hace humildes a algunos, pero perversos a la mayoría.
Algunos se revuelcan entre el lodo de la Riqueza y otros entre el lodo de la pobreza.
El hombre que sabe gastar y ahorrar es feliz porque disfruta de ambas cosas.
Práctica
1º- Acuéstese Ud. en forma de estrella abriendo piernas y brazos a derecha e izquierda.
2º-Concéntrese ahora en sus propias necesidades físicas inmediatas.
3º-Medite Ud. reflexione en cada en cada una de esas necesidades.
4º-Adormézcase tratando de descubrir por sí mismo, donde termina la necesidad y donde comienza la codicia.
5º-Si su practica de concentración y meditación interna es correcta, en visión interna descubrirá cuáles son sus legítimas necesidades y cuál la codicia.