¿Somos capaces de sacrificar nuestros propios sufrimientos?

Pues sí, la Transformación que se va a realizar, se hará sobre la base del Sacrificio y terminará con una gran catástrofe… Cristo mismo se sacrificó en el Gólgota para vencer a la Ley de la Entropía, y al Dios Mitra lo ponían sobre un Toro, ahí, con el cuchillo clavado sobre el lomo del animal; de la sangre que emanaba del Toro ese sagrado, brotaban las plantas y todo lo que es, ha sido y será. Eso nos dice lo mismo: SACRIFICIO (indispensable para la Transformación;  Transformación urgente para trascender a la Entropía).
Si uno no hace nada, si no sacrifica aunque sea sus propias amarguras será víctima de la Ley de la Entropía… Las gentes no tienen ganas de sacrificarse, ¡no! No comprenden la Ley del Sacrificio; ¿O creen que se puede hacer una obra profunda sin Sacrificio? Lo cual es absurdo, pues si uno empieza con mucho entusiasmo, por ejemplo, a hacer una labor pero sin el ánimo de sacrificase, tarde o temprano entrará la Ley de Entropía en acción y fracasará su labor; pero si uno comienza
haciendo una labor sobre la base del Sacrificio, producirá transformaciones incesantes y su obra crecerá y será fecunda por doquiera, es claro…Debe empezar por sacrificar uno aunque sea sus propios sufrimientos. Yo les aseguro a ustedes que la gente está dispuesta a sacrificar sus placeres y hasta sus vicios, su dinero, pero menos nunca sus sufrimientos. La gente quiere mucho a sus sufrimientos, sus dolores; los quieren demasiado, todo lo sacrifican menos sus sufrimientos (¡eso sí que no!) Si uno empieza por sacrificar los sufrimientos, puede dar un gran paso y vencer a la Ley de la Entropía…

¿Cómo sacrificarlos?

OLVIDARLOS, SACRIFICARLOS, TRANSFORMARLOS, NO VOLVER A PENSAR EN ESE SUFRIMIENTO JAMÁS. Transformarlo en pura alegría, y nunca volverse acordar de que existieron.
Téngase en cuenta que la gente habla de sus experiencias, de los sufrimientos por los que pasó, de las amarguras que tuvo: “Llegó a hacer, lo que hoy es, gracias a haber sufrido tanto”… Raro es el que está dispuesto a sacrificar sus sufrimientos. La gente no tiene gana de sacrificar sus sufrimientos.
¿Para qué?…

 ¿Por qué no está dispuesta?
¡Los quieren mucho! ¿Quién no los quiere? Sí, observa tú a las gentes, mírales, observa la psicología de las gentes y verás cómo quieren sus sufrimientos; todo el mundo los quiere, y se jacta en ellos, gozan recordándolos: “Cuando yo pasé por tantas y tales cosas, cuando vendía dulcecitos en la calle para un día llegar a ser lo que soy, el Dr. Fulano de Tal, o el poderoso señor de tal empresa. Yo, que vendía periódicos, yo que dormía en los andenes… ¿Cuánto sufrí?…

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