La verdadera hermandad 5/5 (1)

Hay seres en el Universo, que marcan hitos en nuestra historia personal: son los hermanos.
Algunos son hermanos nuestros por reencarnación, y coinciden con nosotros dentro de una familia consanguínea.
Otros lo hacen dentro de otras familias e incluso dentro de otras latitudes confiando que la Ley de Imantación los reunirá con nuevos hermanos. A ellos los solemos llamar amigos.

Sin embargo, la hermandad es una fuerza tan grande que excede los lazos familiares clásicos y las consanguinidades que nunca son garantía de verdaderas hermandades. Se puede ser hermano de sangre y luego darte cuenta que dichos hermanos, con los que naciste y creciste sólo fueron familiares, mas no hermanos.

En cambio, cuando observas a los amigos que tienes, muchas veces terminas dándote cuenta que con algunos de ellos, con los cuales te encontraste en algún momento y con los cuales no viviste tan cercanamente, tienes vínculos que se perpetúan y permanecen superando distancias, tiempos y situaciones y  anteniéndose dichos vínculos con intensidad y fuerza por encima de aquellos que tuviste o tienes con tus hermanos de sangre.

Esas ya no son amistades. Son hermandades.

Y aunque se relaciona la hermandad con la amistad íntima y muy cercana, no son lo mismo, pero eso será tema de un artículo próximo.

Por eso, la hermandad no es una declaración kamamanásica. Es una declaración y decisión de encuentro del Espíritu y reencuentro atemporal, intuitivo, inteligente no intelectual, convencido y no protocolar.

Con los hermanos, nos armamos de entusiasmo, de espíritu explorador y amplitud de mente y viajamos con ellos por el mundo de la historia, los orígenes y las tradiciones, y todos, aprovechando vocaciones y experticias de buscadores y cazadores decidimos internarnos con alegría sin euforia, por los vericuetos del  quehacer humano.

Y es que eso hacen los hermanos. Vamos más allá del compañerismo, porque si bien un hermano es el que también te acompaña en la búsqueda, el hermano, a diferencia del compañero, permanece contigo en la llegada y alista todo para un siguiente viaje contigo.
Un hermano es el que te ayuda a comprender tus raíces. Un hermano comparte sus raíces con la tuya y con ellas tejen la Historia.

Con los hermanos encontramos complementación, construcción, acompañamiento en el marchar, dación y nutrición constante.
• Con el hermano compartes siempre y todo.
• Con el hermano no discutes: intercambias.
• Con el hermano hay dación, comprensión, aprendizaje mutuo y gratificación permanente que permiten trasmutar el tiempo en trascendencia.
• Con el hermano trasciendes, entendiendo la trascendencia como un punto de encuentro en el cual cruzas en ascenso la vida de alguien y por tanto, también tras-asciende la vida propia.

Y cuando un hermano se marcha trascendiendo al encuentro de otros hermanos nuestros, no importando dónde estén, siempre nos despedimos con un “hasta pronto”. Nunca con un adiós.

E. Ciotola Mosnich

Por favor puntúa este artículo