Si no dictamino yo mis pensamientos por lo tanto no soy dueño de mis actos, entonces… ¿Quién es responsable de lo que haga o deje de hacer?. Esta es una importante cuestión pero lo que realmente me obnubila es que partiendo de que no tengo control, pues todo se sucede ¿Debería esto darme miedo, o sencillamente darme una libertad espontánea Ser?. Y aún mas curioso, ¿Podría determinar si el efecto anterior es la condición para la causa de mi ahora?, ¿No será que ese efecto anterior son TODOS lo actos universalmente ocurridos para que ahora se propicie mi presente?. Empiezo a entender que jamás podría encontrar todas las condiciones para dar testimonio cuerdo de algo que ocurra y así justificarlo.
Para entender que mi vida no me pertenece parto de tres ideas:
- (1) no he elegido ninguno de mis recuerdos,
- (2) mi individualidad es un supuesto necesario modelado desde relaciones simbióticas en interdependencia
- (3) no hay posibilidad de libre albedrío.
Pensar estas ideas desde el animal constituido como tal por la lengua implica analizarlas desde el doble acceso a la realidad asumiendo que, por un lado, toda forma relativa a mis necesidades humanas e incluida mi propia individualidad, son un supuesto necesario y, por el otro, no están ontológicamente determinadas por nada trascendental ni racional.
Todo sujeto es sujeto en tanto que su ego (paquete de deseo, temores, recuerdos y expectativas) se forma en interdependencia con otros supuestos sujetos. Esto es lo que Bakunin expresa cuando dice que el sujeto es un espejo entre tantos otros espejos. Es decir, la interpretación que hago de mi identidad, el espejo, es el reflejo de las relaciones que establezco con otros espejos. El paquete de Deseos, Temores, Recuerdos y expectativas (DTRE a partir de aquí) es un nudo que se construye en interdependencia con otros paquetes de DTRE.
Nisargadatta afirma que ningún recuerdo han sido seleccionado por un sujeto consciente, sino que son seleccionados por el ego-gestor independientemente de lo que mi supuesta individualidad quiera recordar. ¿Podría decirse lo mismo de los deseos, temores y expectativas? Si los recuerdos no son elegidos de manera consciente se ha de asumir que tanto los deseos, los temores y las expectativas tampoco lo son. Entonces ¿aquello que deseo, temo y espero son elecciones mías o están condicionadas a las relaciones de interdependencia y al contexto social en el que mi supuesta individualidad se desarrolla?
Si intento responder a estas preguntas desde la existencia del libre albedrío afirmaría que soy un animal constituido desde la razón que puede elegir libremente como formar su paquete de DRTE y, consecuentemente, sería dueño de mi vida, la dimensión relativa a las necesidades humanas tendría una entidad propia y la dimensión absoluta pasaría a un plano trascendental ya que no sería un acceso a una dimensión propia de un animal-lingüístico, sino que sería algo externo.
Partir de esta idea supone dos problemas: (1) mi individualidad se construye a expensas del PAC colectivo y estaría asumiendo que existe el individualismo como realidad heterónoma y (2) el contexto social en el que estoy inmerso no tendría ningún sentido para el animal-humano indeterminado genéticamente. La programación cultural del paquete de DRTE quedaría fuera.
En cambio, si se niega el libre albedrío y la existencia de cualquier trascendencia o racionalidad que maneje mi vida, la pregunta que se plantea es: ¿en qué momento he decidido ser la persona que soy?
Como dimensión relativa no soy un ser que modela, sino que soy una modelación-modelada en un contexto social modelado desde las formas de sobrevivencia que condicionaron un tipo de modelación, soy producto de una modelación que me precede. Por consiguiente, mi modelación está condicionada al PAC y a los PACS que dan forma a mi supuesta modelación o identidad.
En ningún momento he decido la forma del nudo de interdependencias que forma mi DRTE. Este nudo siempre ha estado condicionado por las relaciones que nunca decidimos tener. Podemos pensar que elegimos a los amigos que tenemos, pero esas relaciones surgieron de un proceso de socialización que no decidí tener, sino que fue el encuentro inesperado y fortuito de todo un proceso de escolarización. Si nos alejamos de ciertas personas, tampoco lo decidimos libremente, sino que esa decisión está condicionada a como los diferentes paquetes de DRTE entran en disonancia, no elegimos que entren en conflicto, sino que normalmente asumimos que ya no pensamos igual, que vemos la vida de maneras diferentes o que no nos aportan nada. Pero si nunca elegí qué pensar, ni cómo ver/sentir el mundo ya que estas elecciones forman parte de ese nudo de interdependencias que me constituyen y que tampoco elegí ¿quién elige qué?
Si no hay ser trascendente que elija por mí ya que eso implica ser una criatura sometida a los designios de un Dios con entidad propia y no soy un ser individual ni racional que elija su propio camino ¿quién dirige mi vida?
Si la modelación que hago de mi supuesta individualidad es una modelación que hace el ego-gestor y que tampoco he decidido como tiene que hacerla ya que no soy libre de elegir mis DRTE ¿quién construye ese paquete de DRTE?
Reconocer la doble dimensión de la realidad ayuda a entender y sentir que toda la dimensión relativa, incluida la propia individualidad, es una modelación de un animal condicionado a unas formas de sobrevivir. La peculiaridad es que esto, que es de un materialismo radical, es indisoluble de la dimensión absoluta. Toda individualidad biológica es una forma modelada de la dimensión absoluta pero que no otra cosa que la dimensión absoluta.
La dimensión absoluta, como dato antropológico de un animal constituido por la lengua, no tiene forma ni sustancia, al no tener forma ni sustancia no tiene entidad propia y de la no-entidad no puede surgir otra entidad. Si se acepta esta premisa antropológica toda vida (y la propia) es la dimensión absoluta. No hay nada que no sea dimensión absoluta, es el único actor.
Cuando se reconoce que la dimensión absoluta es el único actor, es cuando la supuesta individualidad puede liberarse de su paquete egocentrado de DTRE y reconocer que su supuesta vida en la dimensión relativa no le pertenece, sino que toda ella es un constante condicionamiento que tiene que auto-otorgarse y dar como real para poder suponer que vive una vida de libertad individual y construida desde el libre albedrío.
Reconocer que nuestra vida no nos pertenece es libertad frente a los condicionamientos del ego-gestor, implica comprender y sentir que el ego-gestor está atado a las formas de la dimensión relativa y que silenciar el mundo de DR y no dejarse convulsionar por él, tanto en sus aspectos negativos como positivos, pone al ego-gestor al servicio desinteresado porque no hay nadie frente a nadie, sino solo formas de la dimensión absoluta.
José Manuel Bobadilla…Centro CETR.