Para indagar la realidad hay que acercarse a ella sin ninguna idea previa en la cabeza, sin ninguna concepción o creencia que se dé por supuesta o que se quiera salvar o rescatar.
Hay que dejar de lado la idea de una materia inerte regida por leyes rigurosas. Hay que alejarse del dualismo generado por nuestra condición de necesitados. Hay que huir de toda antropomorfización religiosa.
Desde esa limpieza de concepción hay que intentar comprender Eso, que también yo soy; que no es como la materia inerte, que es “como mente” pero sin que sea una mente. Eso es lo que hay.
No se trata de encontrarle un sistema conceptual adecuado; se trata de palpar su existir mismo, que es mi propio existir; y palparlo con toda mi capacidad de lucidez y con todo mi sentir, sin dualidad ninguna y sin ninguna figuración divina de por medio.