El santo Tukaram dijo, «Ya sea que el cuerpo muera o viva, yo tengo una fe completa en la naturaleza de mi Sí mismo». Si un aspirante alcanza este nivel de convicción, entonces aparece una actitud, a saber, «Cuando uno experimenta el éxtasis de Brahmananda (la felicidad de Brahma), ¿a quién le importa el cuerpo?» Cuando aparece esta actitud, es realmente buena. Una vez un perro mordió un pedazo de carne de la pantorrilla del Santo Kabir. El Santo Kabir dijo simplemente, «O bien el perro sabe o bien la carne sabe. Todo es posible». Al escuchar esto del Santo Kabir, que era un gran devoto, ¿cuál pudo ser el sentimiento de las gentes que le rodeaban? El aspirante puede imaginar sin dificultad el grado de renuncia que debía haber alcanzado el Santo Kabir. Aunque esto aconteció al Santo Kabir o al Santo Tukaram (cuando perdió toda su casa), vosotros podríais no obtener ese éxtasis dentro de vosotros mismos en el comienzo de vuestra búsqueda del «yo». Si, con la gracia de Dios, os sobreviene un tal éxtasis, entonces podríais decir, «¿Qué vale esto después de todo?», y entonces ya no haréis preguntas tan banales como, «¿Funcionará mi casa adecuadamente?». Habréis desarrollado una actitud tan indiferente que diréis, «¡Lo que tenga que acontecer, que acontezca; y lo que tenga que irse, que se vaya!».
Sin embargo, si el aspirante comprende sólo intelectualmente, lo cual es más fácil que la experiencia del Sí mismo, entonces se hace una pregunta, «Después de que se ha alcanzado el conocimiento del Sí mismo y de que se ha dejado atrás el orgullo de la posesividad del cuerpo y de la mente, ¿podrán llevarse a cabo los deberes mundanos?». Para consolarle el Sadguru responde, «Querido, incluso después de realizar la completa inutilidad del cuerpo y de la mente, uno puede formar un hogar y tener hijos, sin introducir ahí el orgullo del cuerpo y de la mente. Ambas cosas se pueden llevar perfectamente bien. Todos los deberes relevantes que uno hacía antes, puede seguir haciéndolos diligentemente».
¿Cómo? ¡Sólo Mirad! Mirad el comportamiento de la niñera de un niño sin madre. Ella alimenta al niño, lo abraza, lo consuela si llora y lo atiende hasta que se pone bueno si está enfermo, exactamente como si fuera su madre. Si le gusta el niño, incluso lo besa amorosamente. Mientras hace todo este trabajo, ella no tiene la menor sensación de que el niño no es suyo. A pesar de todo lo que hace por el niño, si el padre del niño la despide, al momento recoge sus cosas y sale de la casa. En el momento de marcharse, ni está feliz si el niño ha cogido peso ni se pone triste si el niño muere. La razón de este comportamiento es que ella no tiene ninguna sensación de «mío» con respecto al niño; pero no puede decirse que debido a la ausencia de esta sensación ella no ha cumplido su deber adecuadamente.
Pongamos otro ejemplo. Tomemos el caso de un administrador que gestiona el patrimonio de muchos millones de rupias de un menor. Su sentido de «yo» o «mío» no obstruye su deber, y sin embargo el administrador ha gestionado el patrimonio del menor muy eficientemente. Si el deber no se lleva a cabo adecuadamente, el administrador es reo de castigo. El administrador no deviene afectado si el patrimonio aumenta de valor, o si se decide en una causa legal que el patrimonio no pertenece a ese menor sino que pertenece a algún otro. Su deber es sólo gestionar el patrimonio cuidadosamente mientras está bajo su gestión. Brevemente, para que los deberes se desempeñen adecuadamente, no es necesario que uno tenga el sentido de «yo» o «mío» mientras cumple esos deberes. Exactamente de la misma manera los cuerpos grosero y sutil forman un paquete que pertenece a los cinco elementos y que se da como un «presente» en «custodia» a un ser humano.
Como «custodios», nosotros debemos cuidar del paquete lo mejor posible. Si se elude la responsabilidad, se sufrirá el castigo en forma de pérdida de la salud de ambos, tanto de la mente como del cuerpo. Si el administrador gestiona el patrimonio del menor eficientemente, y la niñera cuida bien al niño, ambos recibirán sus salarios a cambio. Si cuidáis bien vuestro cuerpo y vuestra mente y los mantenéis en una condición saludable, también recibiréis un cierto gozo a cambio. Un cuerpo saludable es útil en la búsqueda de la Verdad Última. Sin embargo, todo esto tiene que llevarse a cabo sin el sentido de «mío». Con esta actitud, incluso si el cuerpo deviene grueso o delgado, si vive o muere, no hay ninguna exaltación ni lamento. Si el administrado del patrimonio de un menor, llevado por un sentido de «mío», establece su «propiedad» y roba ese patrimonio, será llevado a prisión. En este caso, la identificación con el cuerpo significa el olvido del Sí mismo o la muerte del Sí mismo. La esperanza de la liberación se esfumará para el que está sujeto a la idea de ser el cuerpo, aunque verdaderamente él es el Sí mismo.
Shri Sadguru Siddharameshwar Maharaj