En realidad, sólo existe el momento, el instante, lo que en sánscrito se denomina ksana; la vida es instantánea. Y si lo ven así se consigue una especie de nuevo ángulo sobre el famoso pronunciamiento de san Pablo, en el que afirma que la mañana en que suenen las trompetas todos seremos cambiados en un instante, en el parpadeo de un ojo. Ya ven, los cristianos lo ponen todo con cronología: que habrá algo llamado último día, y que las trompetas de los ángeles despertarán a los muertos.
Para los budistas, las trompetas de los ángeles suenan ahora. ¡Despertad! ¡Sólo existe este momento! Y este momento es la eternidad. Sólo somos nosotros los que unimos todos esos momentos, creando el tiempo fuera de la eternidad. Nos hacemos preguntas, nos identificamos con nosotros mismos, en otras palabras, con todo lo que nos ha sucedido. Y nos preocupamos con lo que nos sucederá. pero en realidad, nunca hemos estado ni estaremos en parte alguna excepto en el ahora. Ésta es una disciplina muy interesante y la encontramos en todos los sistemas de yoga y de meditación budista. Al estudiante se le dice que viva completamente en el presente, que nunca relaje la consciencia de lo que hace en ese instante. Esté aquí. Así que cuando, como solemos hacer, dijéramos que tenemos pensamientos sobre el mañana y el ayer, estaríamos distraídos y nuestra mente no estaría enfocada en el presente. Y sí, así parece que es.
Lo que haremos ahora es tratar de enfocar completamente nuestra atención en el presente. Eso resulta bastante difícil porque no sabernos dónde está el presente. Dicho de otro modo: no reconocemos que ocurra nada hasta que es un recuerdo. Ha tenido que permanecer en nuestra consciencia lo suficiente como para dejar una impresión. Y decimos, bien, al mirar esa mesa (me gustaría encontrar alguna otra cosa que no fueran mesas para ilustrar los ejemplos; todos los conferenciantes siempre hablan de mesas). Al mirar esta pipa, no sé que está aquí hasta que, de una forma u otra, permanece durante un rato. Así que me pregunto: “¿En realidad conozco la pipa presente, o siempre es la del pasado?”
Al seguir practicando este ejercicio se tiene la sensación de que el recuerdo de algo pasado también es un acontecimiento presente. ¿Lo ven? Tenemos la memoria, ya está aquí, y empieza a fastidiarnos, como le ocurría a san Agustín. No podía entender la memoria; lo cierto es que por ella se metió en un callejón sin salida. Porque, verán, la memoria del pasado es algo que está siempre presente. Así que, al final nos damos cuenta de que el ejercicio que realizábamos no tenía sentido, porque no hay ningún otro sitio en el que estar aparte del presente.
Alan Watts