Cuando despiertas… 4.38/5 (8)

Cuando despiertas no quiere decir que uno no deja de identificarse para siempre de su mente egóica; simplemente quiere decir que ya no crees en tu mente, aunque uno siga indentificándose con ella. Esto parece ser contradictorio porque la identificación con la mente usualmente quiere decir que uno cree en ella. Cuando uno despierta, sin embargo, la experiencia de identificación es como si uno supiera que está asumiendo el papel de alguien que cree en su mente, mientras te conoces al mismo tiempo como ese alguien que observa todo el drama. Es así que aunque la identificación con la mente todavía pasa luego de despertar, la identificación no dura mucho tiempo, y tampoco es un problema cuando pasa. Ya te conoces como alguien más allá del ‘yo’ con quien te estás identificando, y pasas la mayor parte del tiempo percibiendo y sintiendo el momento presente.

 

Luego  de  despertar,  a  la  vida  se  la  siente  muy diferente,  porque uno  nunca pierde de vista lo  que uno realmente es, incluso cuando uno se identifica con la mente egóica. Uno puede gozar del drama de la conciencia mientras se mueve dentro y fuera de su identificación. ¿Qué importa lo que uno identifica cuando ya sabe la verdad? La conciencia goza de estar desempeñando el papel en esta vida. Cuando uno despierta, es posible gozar de esta vida, este personaje en esta vida, y todo lo que ocurra porque uno ya  sabe  que  todo  es  una  historia  que  simplemente  está siendo actuada. Es por eso que los místicos y sabios describen al mundo como un sueño. Desde la perspectiva de alguien que está despierto, la vida parece mucho como un sueño en el que uno sabe que está soñando.

Este desapego permite que empieces a gozar de la vida en una manera que no era posible mientras tenías apego a los resultados del cuento en el que vives. Cuando uno se identifica con la mente egóica, uno tiene ideas de cómo uno quiere que resulten varias partes importantes de su vida, como son la profesión, relaciones, salud, hogar y familia. Uno se imagina que la vida resulte de tal manera, y uno trata de que así sea. Estos son los pensamientos de la mente egóica, haciéndose pasar por el ‘yo’ que tu crees ser, y los que te mantienen preocupado y muy ocupado.

Por otra parte, cuando uno despierta, ya no requiere que la vida sea de cierta manera para ser feliz, porque uno ya es feliz. Y uno sabe que lo que uno pensaba le hiciera feliz, eso ya no es necesario para su felicidad. Uno es feliz porque uno está de parte del Ser Divino que vive y se expresa a través de ti:   Esencia. Y, a diferencia de otras cosas del mundo, la Esencia es eterna, y eternamente disponible y gratificante.

El conocer la felicidad verdadera, uno sólo tiene que escoger estar de lado de la Esencia en vez de la mente egóica. Lo que la mente egóica busca es casi siempre inaccesible, y cuando uno lo alcanza, nunca es suficiente. La mente egóica siempre quiere más, mejor o diferente de lo que ya tiene. Su prescripción para la felicidad te lleva sólo a la desdicha, insatisfacción, y sufrimiento. Dado esto, el escoger la Esencia sobre el ego sería lo natural.

Si fuera fácil escoger Esencia sobre el ego, todos estuviéramos felices y libres de sufrimiento. Esta opción es difícil porque estamos programados para que nos atraigan los pensamientos y los objetos de este mundo. Sin esa programación, uno ya naciera sabiéndose divino, y uno se perdería la experiencia de sentirse como una entidad independiente, con su propia voluntad, y nos harían falta todas las experiencias, el aprendizaje y el crecimiento que va con ello. Este Misterio está designado a cubrir la verdad de tu divinidad y la existencia del solo Uno para que ese Uno pudiera tener experiencias. Es a través de haberte dado una mente que está programada de este modo para que puedas  lograr  esto.  Es  así  como  estás  programado para escoger el ego sobre la Esencia hasta aquel tiempo en tu evolución cuando la realización de la verdad salga a relucir.

El deseo de percibir al Divino y la búsqueda de él vienen, también, de lo Divino, puesto que no existe otro. En algún momento específico en la evolución de la persona, el Divino se busca a sí mismo.

Se llama a sí mismo y se despierta a sí mismo para poder vivir y respirar más profundamente a través del cuerpo, de la mente y de la personalidad. Se alienta para llegar a su Hogar. Pero primero, es importante darse cuenta que el Divino está en todas partes y en todo, incluyendo dentro de cada experiencia.

Libro RESPLANDOR: Gina Lake

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