Se te erizan los pelos cuando suavemente te hacen un masaje en la cabeza. En ese momento el sentido del tacto se sensibiliza, se sobrepone por encima de todo para vivir una situación que te relaja tanto como te estimula. Cuando Nisargadatta se implica en colocar palabras sobre el absoluto tu mente se eriza por igual, hemos llegado a la frontera de sus dominios. Tu inquieto quieres asomarte a través del muro que separa lo que conoces de la bastedad de lo incognoscible. Y de pronto Nisargadatta con su lucidez desnuda la escena que estas intuyendo, esa increíble fantasía que estas a punto de tocar con la yema de tus dedos sólo para conseguir desnudarte a ti. Desnudo de mi no quedan palabras, ni gestos, ni tan siquiera sorpresa como mucho esa inexpresión que llamamos ¡Silencio!.