DISOLVER y COAGULAR 5/5 (5)

 

Cuando la mente calla, Dios habla;  cuando el Ser habla, la mente calla;  cuando el Ser desea hablar el ego calla, debe callar.
 
¿Cuál ha de ser la realidad de nuestra vida?  La divina esencia y nada más. ¿Qué son relaciones, amigos y parientes, padre, madre, biología? En el ayer, solo apego; en el hoy, solo hay polvo de recuerdos; en el mañana, nada.  Largos años vividos añorando el placer de la compañía de unos pocos, de unas pocas cosas, deteniendo algo que creemos que es lo máximo, acumulando cosas, hábitos, manías, pensamientos, emociones, sentimientos, construyendo un nido para todas estas cosas. Pero al final, todo esto perece, todas las personalidades desaparecen, y no queda nada, absolutamente nada.
 
¿Y dónde están todas esas cosas que se fueron? ¿A dónde imágenes, a dónde personas? ¿A dónde sus intensas personalidades?  ¿A dónde formas y figuras? ¿A dónde estrellas antiguas que explotaron en el aire o en el espacio vacío? ¿A dónde antiguos soles de los que ya no hay recuerdo ni memoria? ¿A dónde se han ido? Al vacío! No existen más, no son más; nunca fueron.  Son simples precipitaciones de sueños de los hombres o precipitaciones arquetípicas de los sueños de los dioses, y nada más.
 
Disolver y coagular es la magia de la alquimia de esta creación. Los sueños se coagulan y luego se disuelven en su propia esencia, la esencia de lo único existente.  Toda esta biología, toda esta arquitectura del Cosmos, no es más que un juego de coagular y disolver. El Dios creador coagula, el Dios destructor disuelve. La consciencia permanece, la existencia es Una siempre; el gozo de la quietud perfecta permanece.
 
¿Quién es quién?  ¿Qué somos realmente? Esencia  infinita, Esencia Una.  ¿Dónde están las almas que se fueron, que partieron a otro mundo? ¿Padres, hermanos, dónde están? Hijos, pariente lejanos, nuestros abuelos, bisabuelos, ¿dónde están verdaderamente?  Sus formas ya se fueron, sus emociones no existen más, sólo hay en nuestras mentes polvo de recuerdos, y sólo sus Almas permanecen.  ¿Más qué son?  ¿Qué son sus almas? Esencia de la Infinitud.  ¿Dónde están? ¿En qué espacio? ¿En qué lugar? En ningún lugar: abarcan el Infinito.  ¿Cuánto tiempo estarán en ese lugar como almas en la eternidad? Y si su espacio es infinito y nuestro espacio es infinito, es decir, si no hay espacio; y si su tiempo es infinito y nuestro tiempo es infinito, es decir, no hay tiempo, sus almas son nuestras almas. Están adentro de nosotros, y nosotros en ellos, porque no somos más que la única alma existente: el Alma de este mundo.
 
Pero más allá, en la trascendentalidad infinita, somos infinitos y nada más. Todo este universo es simplemente polvo de estrellas que se convierte en polvo de recuerdos y se esfuma en el espacio-tiempo, con el mismo espacio y con el mismo tiempo.  La esencia de nuestra vida ha de ser la manifestación de la trascendentalidad, la manifestación de la Divinidad absoluta y sublime, que es nuestra existencia creada. No hay más. Todo lo demás, por hermoso que sea, solo hace que nuestros sentidos, nuestras emociones, y nuestros pensamientos, se proyecten a un exterior inexistente, a una pantalla cinematográfica en la que se proyecta la ilusión del mundo. Es el poder y la magia de Maya, la Ilusión Cósmica.  Todas las cosas que pasaron por nuestras vidas y que ya no están más, ¿dónde están?  ¿Dónde está el polvo de sus recuerdos? ¿Acaso en la mente de un extraño? Que cualquier extraño venga y nos diga si en su mente está el polvo de esos recuerdos, o siquiera una imagen. Preguntémosle si en su memoria está el recuerdo de algo que nosotros conocimos y él no. No lo tendrá en su mente; así que el polvo de los recuerdos solo está en nuestra mente, nunca está en la mente de un extraño. Si existiera realmente, si existiera una sensación de realidad de eso existente, estaría en la mente de todos, más no lo está. Es sólo una fracción creada en nuestro interior. Es una división y es un apego.
 
La esencia profunda del Sendero es ser conscientes de esta magna realidad y soltar absolutamente todos los apegos, más no esperando la muerte. Si esperamos la muerte para soltar todas las cosas, solo encontraremos la frustración de los recuerdos y las simientes cobrarán vida, estarán en la oscuridad, caerán en la tierra, en la tierra del olvido, pero se manifestarán posteriormente como brotes que recrearán un espacio similar. Nunca volverás a encontrar las mismas formas: son transitorias; pero crearás un medio ambiente similar con tus sueños, con tus ilusiones, con lo que has puesto en tu mente, que es creadora.
Así que, para terminar de una vez con este juego, es necesario que hagas consciencia infinita de tu esencia real y sueltes todas tus cosas, todos tus lineamientos y todos tus apegos. Es amando sin apresar, sabiendo que cada cosa, cada ser, cada pensamiento, existen en tu interior, están contigo, son tu propia alma y de ahí han surgido, y de ningún otro lugar, como alcanzamos la liberación. Sabiendo que cada cosa, cada pensamiento, cada sentimiento, no están en un lugar ilusorio, sino están adentro, contigo, son una unidad contigo. Son un juego, y solo hay una única realidad, y esa realidad eres tú; más no el tú de la personalidad, no. El Tú absoluto, el único Tú existente, el Único Ser existente, que es el mismo yo, el Sí mismo, la naturaleza subyacente de todo lo que está manifestado, más allá de la coagulación, en la disolución perfecta.
 
Todos los días, al amanecer de nuestra vida, cuando despertamos en la mañana, volvemos a recrear todo ese mundo. En la mañana, recién volvemos a despertar a esta ilusoria consciencia, estamos un poco anonadados, atontados, los recuerdos de este mundo no son claros; a veces ni siquiera sabemos dónde estamos. Pero en cuanto que abrimos los ojos y palpamos el mundo con nuestros sentidos, volvemos a recrear nuestro juego ilusorio en el que nos creemos seguros. Pero todo eso que los ojos perciben, se irá algún día, hasta tus mismos ojos. Todos esos sentidos que perciben este mundo se irán también con sus percepciones, y solo quedará el polvo de los recuerdos, enquistado en simientes, que sembradas en la tierra de la oscuridad profunda del olvido, resurgirán en un nuevo amanecer, en otra nueva vida.
 
Cuando duermes profundamente, hasta el polvo de los recuerdos desaparece; no está más, no hay más, no existe. No hay personas, no hay seres, no hay cosas ni pensamientos. Cuando duermes profundamente solo existe el Sí mismo, allí en existencia plena, en quietud perfecta. Pero las simientes sembradas son reacias, quieren desaparecer, vuelven a nacer y recrean este mundo al despertar, al salir del estado de consciencia profunda y verdadera.
 
¿Cuál es la solución? ¿Acaso dormir profundamente? No, por el contrario, es despertar profundamente; despertar del sueño, porque la Conciencia real no es la conciencia onírica, que es simplemente un momento en el que el Alma descansa de su sueño, pero la Conciencia Real es el despertar de esta conciencia de vigilia, que es un sueño más profundo que el sueño profundo.
Solo que hay ensueños, ilusiones, a las que nos apegamos, nos agarramos profundamente.  La esencia del despertar no consiste en aferrarse a esto o aquello, a este conocimiento, o a esta práctica, o a este camino, o a esta iglesia, o a este modo de ser o permanecer. La esencia de este camino es la Esencia misma de la Naturaleza subyacente; es la percepción sutil y sublime del Ser Único existente. Es a ese Ser profundo al que hay que retornar, desbaratando las ilusiones y los sueños.
 
El estado meditativo perfecto es una inducción a un sueño profundo con Consciencia. Desaparecen las sensaciones, las emociones, los pensamientos, y hasta el polvo de los recuerdos; todo, absolutamente todo. Y estamos en un sueño profundo en el que no hay nada, pero luego, en el mismo estado meditativo despertamos a un nivel superior, en el que hay una cognición infinita, una Sabiduría que fluye constantemente, una luz perpetua, una quietud absoluta, perceptible, un gozo indescriptible. Oh! Es el Gozo absoluto, es la quietud absoluta, es la Sabiduría absoluta.  Pero el estado meditativo ha de ser apenas una muestra; es apenas una muestra de lo que ha de ser nuestra Consciencia en forma permanente. Si hemos despertado este estado meditativo, se extiende permanentemente en todos los diferentes estadios por los que la aparente Alma encarnada pasa. Estando despierto, estando soñando, estando dormido, estando en trance, estando en meditación, ha de ser lo mismo: la expresión absoluta de su Naturaleza Única, del Ser Único, del sentido de unidad perfecta. Siendo el Universo infinito, el Ser es el centro, porque cualquier punto del infinito es el centro. No hay diferencia. Hay que establecer eso profundamente en la Consciencia. No hay diferencia entre el yo y el tú, el ego ni el ellos: somos lo mismo; es nuestra mente la que establece la diferencia. Es el juego de soñar y el juego de reencontrarse; el juego de disolver y el juego de coagular.
 
Pero ya es el tiempo de salir del juego, el tiempo del retorno. Es la hora de la luz verdadera. Hay que salir ya de este sino. Hay que liberarse de Maya, la Ilusión Cósmica. Es la hora del despertar, de levantar los velos, de dilucidar los misterios bajo la luz de la Sabiduría. Es la hora de archivar y disolver la vieja mente. Es hora de disolver el juego de las emociones y los apegos. Es hora de disolver el culto a la maravilla biológica que se precipita por el sueño de los dioses. Hay que encontrar, hay que rastrear, ir, encontrar el ovillo, la punta del hilo de cada cosa, de la biología, de la energía, de la emoción, del sentimiento, del pensamiento, de las abstracciones profundas. Halar el hilo y encontrar el centro real, la Causa real de todas las cosas. La Causa única, la causa que siempre permanece, la causa cuyo tiempo es la eternidad, cuya existencia es la Infinitud, cuyo gozo es la perpetuidad silenciosa de la quietud.
 
Hay que ir a lo profundo: eso es disolver. Cuando volvemos a caer en la trampa de nuestros sueños, nos coagulamos nuevamente, y hay que intentar disolverse, disolverse permanentemente. Las emociones profundas nos hacen crear cosas: coagulan. Los miedos profundos nos hacen permanecer en una zona de seguridad: coagulan. Las emociones intensas nos hacen proteger esa ilusoria zona de seguridad: coagulan. Las emociones profundas, los sentimientos de contacto con el Infinito, disuelven. La percepción de la realidad profunda y de la luz que no ven los ojos, disuelven. En el proceso de la mágica disolución está el hallazgo de la esencia del Espíritu.
 
Que nuestros corazones permanezcan juntos porque son un solo corazón, son el corazón del Ser, son el corazón del Infinito. Que la Voluntad de Dios sea nuestra voluntad, la única Voluntad. Que el Amor de Dios sea el amor de nuestro corazón, el único Amor existente. Que la Luz de Dios sea la luz que nos guía siempre, la única Luz existente.
Que la Voluntad de Dios y su Poder sean la Realidad, que el Amor de Dios establezca nuestra quietud perfecta, que la Luz de Dios establezca el río de la perfecta Sabiduría. Que así sea.
 
Alipur Karim

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